Capítulo 19

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—Lo superará. —intento convencerme a mí mismo que no he ido demasiado lejos, pero sé que lo hice.

<<¡Qué lindo y romántico! Ella te besa y tú la haces colapsar mentalmente. Eres todo un caballero.>>

Ignoro la realidad tanto como a esa estúpida voz.

<<Venga. Sabes que no me puedes ignorar. Tengo razón.>>

Observo las pantallas y veo que Zaid sigue temblando en su cama. No le doy más importancia de la que tiene.

<<¿En serio?>>

Tiene que ser fuerte. Tiene que sobrevivir a las garras de Alexander.

<<Tiene que ser un niño. ¿Qué no has escuchado a la chica?>>

Estoy agotado, pero me rehuso a salir de mi oficina. No quiero que Zarina se sienta aún más presionada.

Comienzo a revisar las idioteces de los trabajadores de Alexander. Es increíble lo incompetentes que pueden llegar a ser. Espero que cuando tome el mando esos cabrones estén muertos o de otra manera seré yo quien se deshaga de ellos; comenzando por el bueno para nada de Donovan.

Por lo visto hay un puto camión de armamento en el limbo. Los ingleses creen que los hemos estafado. Maldita sea, esa entrega debió concretarse hace más de cuatro horas. Lo último que necesito en este momento es otro maldito enfrentamiento armado. Tendré que disculparme y darles algo a cambio. Todo por las estupideces de otros.

<<Son tus hombres. Es tu error.>>

¡Maldita sea! No son mis hombres. Son de Alexander.

<<Te has hecho cargo de todo lo que sucede en la organización desde hace dos años. Son tus hombres.>>

Yo no los entrené. Yo no los creé. No son mis hombres. Yo solo los dirijo.

<<Pues no lo haces muy bien que digamos, si siguen cometiendo errores en actividades usuales.>>

Donovan no ha logrado localizar al maldito hijo de perra que se salió de ruta. La bitácora dice que salió en tiempo y forma, como cada jodido encargo debería, pero este imbécil no está en ninguna zona aledaña a la ruta que se le entregó.

Cuando lo encuentre haré que su cabeza ruede por entre toda la bola de inútiles que le permitieron regresar a labores sabiendo que era un maldito traidor de mierda.

Estamos a menos de dos malditas horas del amanecer. Estamos corriendo riesgos por un hijo de puta que no sabe hacer lo que se le ordena. Por lo menos ya ha sido encontrado. Activo mi modo automático y me preparo para salir.

Cuando paso por la sala de estar, veo a Zarina dormida en uno de los sillones. La tomo en brazos, cuidando que ninguna de las armas que he equipado le llegue a incomodar.

—Descansa, pequeña. Lo siento. —la he dejado en la que solía ser su habitación, dudo que quiera estar cerca de mí después de como la traté.

No había entrado ahí desde el día en que se fue, se sentía raro, ajeno, vacío. Faltaba ella. Su chocolatosa melena enmarañada, sus suaves delicadas manos, sus ojos curiosos. Toda ella.

<<Se te hace tarde.>>

Podría apreciarla toda una vida. Me quedo un minuto más. Solo un minuto más.

Donovan y su equipo se han encargado de acorralar al traidor en una zona segura y libre de cualquier posible disturbio. Por lo menos tiene cerebro para eso. A veces me pregunto porqué Alexander tiene a alguien tan inútil como mano derecha. Lo único que me tranquiliza es que la mayoría de su equipo han completado su entrenamiento conmigo.

Secuestro [libro 1/6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora