Capítulo 18

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Acabando nuestras bebidas, terminamos de subir las escaleras que unas horas atrás me habían parecido infinitas. No sabía a dónde ir y parecía no ser la única, él tampoco se movía.

Pasamos unos segundos eternos en el medio de la infinidad de puertas, cuando me preguntó:

—¿Quisieras dormir conmigo? —vi la preocupación que sus propias palabras le causaron —No tenemos que hacer nada. Ah... yo solo... me refiero a... —en verdad no podía concebir que se percibiera a sí mismo como un villano. Era tierno y hostil a partes iguales, pero me parecía encantadora esta versión suya tan avergonzada y un tanto... ¿perdida?

—Me agrada la idea. —los días que pasé con Itz me hicieron darme cuenta que siempre podría manejar la situación incluso cuando los nervios lideraban la batalla.

Sonrió avergonzado. Supongo que nunca se había encontrado en una situación similar. Solo espero que jamás note que estamos en las mismas.

Fuimos tras aquella puerta donde lo vi desaparecer en tantas ocasiones.

Si creía que la habitación que me había dado antes era enorme, esta era digna de un palacio. La gigantesca cama en la que podría entrar una familia entera y aún tener espacio de sobra; el escritorio esquinado lleno de libros, marcadores, hojas esparcidas y una laptop; el inmenso closet semi-abierto; la tenue y cálida luz que iluminaba lo justo, no más, no menos. Curiosamente y contrario al resto de la casa pulcramente organizada, su habitación era la definición de 'desorden'.

—¿Aissa? —no era consciente de que había permanecido todo este tiempo en el marco de la puerta.

Todo esto me emocionaba tanto como me asustaba. Era similar a la adrenalina de aprender a montar en bicicleta, con la incertidumbre de si vas a lograr mantenerte en equilibrio o si te estrellarás de lleno con el suelo.

—Dime. —estaba apurado tratando de ordenar un poco el lugar. ¿Por qué mis nervios disminuyen al verlo igualmente nervioso? Eso no tiene sentido.

—Cuando dijiste que prometías justicia... —dejó de hacer lo que estaba haciendo y se acercó rápidamente a mí; no sé porqué retrocedí, pero lo hice. Pude ver un atisbo de dolor en su mirada; alejarme lo lastimaba —¿A qué clase de justicia te refieres?

Lo veo suspirar. No esperaba esa pregunta, no quiere ahondar en el tema. Me pregunto si todo lo que yo haga o pregunte lo ofuscará de esta manera.

—A la clase de justicia que no te dará la policía con una simple denuncia ciudadana. —me tiende la mano. No se ha acercado nuevamente, está a la espera de que sea yo quien lo haga. Se siente tan extraño este nivel de cortesía (si se le puede llamar así). No puedo estar segura de lo que es, pero se siente bien. Tomo su mano —Tal vez tú me quieres ver como el héroe, Zarina, pero te lo he dicho antes. No soy ningún héroe, yo no soy de los buenos. Debes aceptarlo como es.

—No es verdad. —jamás había hecho nada contra mí. Nada que no fuese lo que le mandaron a hacer e incluso entonces fue bueno conmigo.

—Lo es y necesitas saber que una vez que entres en mi estilo de vida, no habrá oportunidad para salir de ahí. —comprendía que en definitiva no hacía cosas bajo los términos de la ley, pero no creo que pueda ser peor que cualquiera de las cosas por las que he pasado, inclusive por aquellas personas que dicen defender y hacer cumplir la ley —Aún estás a tiempo de irte, Zarina. No deberías desaprovechar la oportunidad.

—Confío en ti. Sé que no me harás daño. —me acerco a él. Quiero besarlo. Quiero besar a alguien a quien realmente quiera. Quiero sentir lo que es un beso de amor. Quiero que este beso me haga olvidar todos esos besos que me fueron arrebatados contra mi voluntad, donde suplicaba que todo terminara.

Secuestro [libro 1/6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora