Capítulo 21

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Bajamos a ese lugar de la casa que me resulta tan ajeno. No suele ser utilizado; incluso cuando vivimos un tiempo con Jennifer aquí, comíamos en la barra de la cocina.

Es extraño ver ocupadas las sillas de un comedor para doce personas, en el que contadas veces me he sentado.

Como era de esperarse, Alexander está en una de las cabezas de la mesa. Sé como funciona la jerarquía, sé como funciona la organización y sé como funciona la mente de Alexander.

Tomo asiento al otro lado de la mesa. A la derecha de Alexander queda Shammad y a mi derecha, mi Zarina.

<<¿Tu Zarina?>>

Sí, mi Zarina. Mi pequeña. Esa mujer que se ha vuelto tan importante para mí. Esa mujer que me trae vuelto loco, pero que de alguna manera también me ayuda a no perder la cordura. Esa es mí Zarina.

Junto a ella se encuentra Jonathan y frente a ella Cedrik. Tengo unas enormes ganas de hacerlos pagar por haberle puesto una maldita mano encima a mi pequeña.

<<Ellos no sabían. Fue tu irresponsabilidad por no informarles de su presencia y relevancia.>>

—Así que esta es la famosa mujer de mi hijo. —levanta la voz Alexander —¿Cómo te llamas, hija? —Zarina me ve confundida por el apelativo. Le indico con la mirada que debe contestar. ¡Malditas formalidades! Como si no fuese suficiente con su actuación de mierda, fingiendo que no fue él mismo quien me encomendó el cobro de Rachid.

—Zarina, señor. —no princesa, no lo llames así. Él es una maldita alimaña que goza del poder de controlarlo todo. No sé si lo odio más de lo que lo admiro, aunque jamás lo admitiré en voz alta.

—Hermoso nombre para una hermosa mujer. —piropo más gastado no pudo encontrar —Acércate, Zarina. —ella sin dudar lo hace. Se levanta de su asiento viendo a Alexander directamente a los ojos, camina con toda la confianza del mundo hasta quedar frente a él. Ella le tiende la mano para saludarle como si de negocios se tratara. ¡Esa es mi pequeña dragona! —Vaya. Al fin una persona que no se intimida. —Alexander se pone de pie, Zarina no corta el contacto visual, apostaría a que lo está estudiando tanto como él a ella. Él toma su mano y con un suave apretón le suelta: —Ojalá le enseñes algo de valor a los inútiles que tengo trabajando para mí.

—Sería un placer. —Alex suelta una risa discreta, apenas perceptible, mínimamente visible y muy poco usual en él. Zarina ha puesto una "sonrisa social", como Sus suele llamarla.

—Una mujer con los ovarios bien puestos. —sin soltarle la mano la hace dar una vuelta para verla. Detesto saber que la está analizando como una vil mercancía —No hay nada mejor para un Keegan.

—Me alegra conocerlo, señor Keegan. —Alexander besa los nudillos de Zarina y finalmente la libera de su agarre. No había notado la tensión en mi cuerpo hasta este momento.

<<¿Celoso?>>

Eso es una ridiculez. Alexander podrá ser un cabrón hijo de puta, pero si algo respeta es una pareja.

—Lo mismo digo, Zarina. —la envía de vuelta a mi lado y espera de pie hasta que ella toma asiento.

No puedo negarlo, Alexander siempre fue un caballero con Jennifer. Sabe ser una persona decente, aunque eso solo se lo guardó para su difunta mujer y en ocasiones para la enana.

Todos se miran entre sí, confirman que todo está en orden una vez que Alexander llena su plato con la comida que Brenda ha dejado en el centro de la espaciosa mesa. Comienzan a comer.

Siento como Zarina me patea por debajo de la mesa. La miro y no entiendo lo que quiere. Me extiende la mano por debajo de la mesa y me entrega un papel.

Secuestro [libro 1/6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora