Seokjin
—Mira —me susurra Annika al oído. Bajo la mesa, su pequeña mano aprieta mi muslo, mientras su mejilla gentilmente empuja mi barbilla hacia la puerta—. Es lindo.
—Sutil —me burlo antes de darle al objeto de su atención un vistazo rápido. Solo es un chico alto con cabello castaño, nada especial por lo que puedo decir—. ¿Qué tal si guardamos esta conversación para más tarde?
Pone los ojos en blanco.
—Ambos sabemos que no habrá una conversación, Seokjin. Te gusta seguir la corriente, pero en realidad no lo harás. —Esta vez, olvida bajar su voz.
—¿Hacer qué? —pregunta uno de mis hermanos de fraternidad desde el otro lado de la mesa. Tanner, Judd y yo habíamos ido al Starbucks del campus por un café después de la práctica. La siguiente clase de Annika es directamente al otro lado de la calle, así que vino a saludar antes de la clase.
—Nada —le digo a Tanner.
Si puedes llamar a tu novia queriendo un trío con otro tipo "nada".
Síp, mi novia quiere un trío. Y yo pensando que después de seis años juntos Annika ya no podía sorprenderme.
Hemos sido inseparables desde el primer año de la secundaria. Sé hasta el último detalle sobre ella, desde su preferencia de comida hasta sus aversiones. Sé que se pone ansiosa en las colas largas, que estornuda
cada vez que percibe olor a canela, que le encanta la playa pero odia el esquí.
Lo que no sabía es que mi novia fantasea con tríos. La primera vez que sacó el tema pensé que estaba bromeando. ¿Annika Schiffer, heredera de una fortuna de mobiliario para el hogar, quiere follar a dos tipos a la vez? Sí, correcto.
Mi chica es la presidenta de su hermandad, lleva un collar de perlas (y no del tipo divertido) a diario, y me hizo esperar hasta que tuvimos dieciocho para perder nuestras virginidades. No me malinterpretes, no es alguna perra rica altiva con un palo en su culo. Es divertida y cálida y feroz cuando alguien intenta joder con ella o sus seres queridos.
Pero también es... solo lo diré: vainilla.
No pensé que hablara en serio sobre el trío hasta la semana pasada, cuando le había preguntado qué quería para su cumpleaños y mencionó la idea de nuevo.
Muevo mis labios a su oreja para que Tanner y Judd no puedan oír.
—No te preocupes, nena, habrá más que solo una conversación —digo con voz ronca.
Se estremece y luego me da una sonrisa deslumbrante. Su rostro es perfecto. Rasgos clásicos, labios mohínos y piel suave con la cantidad perfecta de luminosidad. Trabaja duro y gasta un montón de dinero en esa piel. He estado en su baño en su casa de la hermandad, así que he visto todos los productos que se pone en el rostro para hacer que luzca tan perfecto. Por no mencionar los tratamientos faciales mensuales, que requieren que vuele a Nueva York cada mes porque esta pequeña ciudad universitaria en la que vivimos no tiene un "esteticista competente"... sus palabras, no las mías.
Ayuda que sus padres posean un helicóptero que puede acomodarse a sus viajes mensuales. Sin embargo, no soy quién para juzgar. Mi padre tiene su propio avión privado.
—No puedo esperar —dice antes de levantarse de mi regazo—. Ven esta noche después de la práctica, ¿de acuerdo, cariño? Tengo que ir a clase ahora.
—Te veré más tarde.
—Adiós, chicos. —Annika se despide con la mano de camino a la puerta.
—¡Hasta luego! —grita Tanner. Y si no me equivoco, le da un vistazo anhelante a su culo.