3. Promesas incumplidas

325 29 5
                                    

Ese día a Juanjo le costó abrir los ojos un poco más de lo habitual, pero la risa ensordecedora de sus hermanos hizo que el mayor de los tres terminase de desperezarse en su nueva cama.

Era una mañana gélida de diciembre, en la que el frío se coló por todos y cada uno de sus huesos nada más salir de aquellas mullidas sábanas de algodón que le habían arropado y protegido del frío durante toda la noche.

El chico se dirigió al perchero y descolgó la bata que descansaba sobre él para intentar ganarle la batalla al frío que conseguía colarse a esas horas de la mañana en su alcoba. Se dispuso a salir de ésta para comprobar cómo se encontraba su hermana pequeña tras el susto que les había dado el día anterior.

Llamó a su puerta y cuando escucho un "adelante" por su parte se animó a entrar. Una sonrisa iluminaba el rostro recién amanecido del mayor de los tres hermanos hasta que, en aquella estancia, se encontró a su hermana tumbada en la cama, con Alejandro sentado en una silla a un lado de ésta y con aquella inoportuna criada sentada al otro mientras les leía una historia de aquellos folletines que tanto hacían reír a su hermana pequeña, pero que tan poco le gustaban a él. Los consideraba una pérdida de tiempo para gente de su clase social.

- Buenos días, señor, ¿desea algo para desayunar? Puedo traérselo a la alcoba de su hermana y así mientras pasan un rato juntos - le propuso apurada Luisa, cerrando con rapidez el folletín que sostenía entre sus manos a sabiendas de lo poco que le agradaba aquello al señorito.

- Vaya a hacer sus quehaceres - dijo con cierto desdén Juanjo mientras cerraba la puerta de la alcoba de su hermana tras su entrada en ella - Prepárame el mismo desayuno de siempre y deja de leer a mis hermanos esas historias fantasiosas de los folletines que nada bueno les aporta, solo llena sus cabezas de pájaros - la cara de asco con la que miró el mayor de los hermanos a la criada fue tal que ésta se dispuso a levantarse de aquella silla y obedecer sus órdenes de inmediato y sin rechistar, evitando cualquier tipo enfrentamiento que pudiese generarse con el señorito.

- Juanjo... - fue a protestar su hermana pequeña desde aquella cama, pero su hermano le cortó enseguida sin dejarle hablar.

- Chiarita, ¿cómo te encuentras hoy? ¿Te sigue doliendo el pie? - desvió el mayor el tema de conversación.

- Un poco, pero padre me ha dado unos medicamentos que me ayudan a calmar un poco este dolor que me está matando.

- Bueno... - soltó una pequeña risa su hermano quitándole hierro al asunto- cuando te recuperes deberás tener más cuidado y dejar esos juegos que te ha enseñado esa criada impertinente si no quieres volver a asustarnos como lo hiciste ayer, hermanita - le dijo depositando un delicado beso en la frente de la más pequeña.

- Juanjo, ya te lo dijo padre ayer, no es culpa de Luisa que Chiara tropezase y cayese al suelo. No miró por dónde iba y tropezó con una de sus muñecas que estaban tiradas por el suelo - comentó su hermano Alejandro cansado de escuchar lo mismo una y otra vez - Deberá tener más cuidado con dónde deja las cosas.

- Para esos menesteres tenemos a nuestro servicio a la criada, para recoger todo lo que nosotros no dejamos en su sitio. Es su trabajo - dijo con voz firme el mayor.

- Juanjo - la voz de Chiara salió con cautela y con cierto deje de tristeza de sus labios temblorosos, amenazando con derramar al mismo tiempo alguna que otra lágrima - ¿por qué odias tanto a Luisa? Ella nos quiere, nos cuida y nos consiente muchas de las cosas cuando padre y madre no se dan cuenta. Por ejemplo, siempre cuando estoy triste me prepara esos suizos que tanto me gustan.

Juanjo suspiró. No le gustaba notar a su hermana así de triste, pero él estaba seguro de que no odiaba a aquella criada, simplemente la trataba como a una más del servicio. Le daba órdenes cuando debía, como cualquier señor a sus sirvientes, y no compartía tiempo con ella como si fuese alguien de la familia, porque no lo era. Ella solo era la criada.

Escalera 423Donde viven las historias. Descúbrelo ahora