Por fin, fin de semana.
El sábado llegó y decidí pasar la tarde en el jardín, regando las plantas. Me gustaba mantener el jardín trasero en buen estado, aunque la mayoría de las veces me sentía como si estuviera cantando con las flores más que realmente ayudando a que crecieran. Mientras giraba la manguera para asegurarme de que todas las plantas recibieran suficiente agua, vi algo moverse por el rabillo del ojo.
Me giré y me encontré con la vista de un perro en mi jardín, haciendo sus necesidades justo sobre el cultivo de tomate más querido por mi madre.
—Oh, mierda.
Mi primera reacción fue de sorpresa, preguntándome a quién se le había escapado ese perro. El animal era un Chihuahua algo grande para serlo, con un hocico largo, color café y manchas blancas. Miré hacia la casa y vi a mi madre sentada en una silla reclinable, sumida en una novela mientras lanzaba miradas ocasionales hacia afuera, probablemente pensando que podría estar matando las plantas sin darme cuenta.
De repente, el perro, con sus patas mojadas, corrió hacia la casa. Mi madre, al verlo, se levantó de un salto con una expresión de horror en su rostro.
—¡Maisie, saca ese perro de aquí! —gritó desde adentro—. ¿De dónde vino eso?
—Creo que la cerca trasera está rota.
Mi madre siempre ha tenido un miedo irracional a los perros, así que, naturalmente, nunca hemos tenido uno. Con una mezcla de miedo, me acerqué al perro. Me agaché con cuidado, agarrando el collar del perro, temiendo que pudiera morderme. Con mano temblorosa, le di la vuelta a la placa en su collar y leí el nombre “Ernie”. Era un nombre común, pero lo que realmente me hizo saltar fue la dirección en la parte trasera de la placa.
Leí la dirección: “1354 Oak Street, Santa Monica, CA”. La dirección me resultaba familiar, y el corazón me dio un vuelco.
—¡Mamá! —grité hacia la casa—. ¡La dirección es 1354 Oak Street! ¿Sabes dónde queda eso?
Mi madre, todavía con una expresión de desagrado hacia el perro, respondió sin mirar:
—Oh, eso es la casa de los Bushnell. Deberían tener más cuidado con su perro.
La mandíbula se me cayó. No podía creerlo. El universo parecía estar jugando una broma cruel. ¿Bushnell? Como Charlie Bushnell, el chico con el que había tenido tantas disputas y con quien, en el fondo, había empezado a llevarme algo mejor. La conexión era demasiado absurda para ser real.
Tan inesperado y a la vez tan predecible.
Miré a Ernie, quien ahora estaba sentado tranquilamente en mi jardín, como si todo esto fuera lo más normal del mundo. El perro, tan ajeno a la tormenta emocional que estaba desencadenando, meneaba la cola y miraba con curiosidad.
¿Y si me lo quedo y mejor no lo devuelvo?
—Bueno, Ernie —murmuré—. Hay salchichas en el refrigerarador, ¿te gustan?
ESTÁS LEYENDO
𝗜 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗘𝗘 𝗬𝗢𝗨 | 𝗖𝗛𝗔𝗥𝗟𝗜𝗘 𝗕𝗨𝗦𝗛𝗡𝗘𝗟𝗟
FanfictionMaisie West y Charlie Bushnell son los mejores estudiantes de su escuela, conocidos tanto por sus logros académicos como por su feroz rivalidad. Ambos compiten en todo, desde las calificaciones hasta las actividades extracurriculares, siempre tratan...