𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼

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A la hora del descanso, todos los alumnos suspiran y se dirigen a la cafetería

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A la hora del descanso, todos los alumnos suspiran y se dirigen a la cafetería. Los menús son muy variados, desde opciones veganas hasta las más carnívoras.

Encuentro a Niah mientras caminaba hacia la cafetería, como siempre, trae a Rosie con ella. Aún sigo un poco enojada sobre lo que dijo esta mañana, mi orgullo no me permite perdonarle tan fácil los comentarios que ha hecho. Quizá no los ha hecho con intención pero eso no cambia mucho las cosas.

Decido sustituir esa tensión y saludarla con una sonrisa. Mientras me deslizó con la bandeja en mano, siento ese escalofrío que solamente alguien conocido me puede hacer sentir.

No me gusta admitirlo, jamás podría hacerlo en voz alta, pero vivo preguntándome si a Charlie le pasa también. Me convenzo a mi misma al decirme que simplemente es el estrés que siento cuando estoy alrededor de él.

Charlie me causa mucho estrés.

—¿Ya te decides? —pregunta, mirando mi bandeja sin nada aún.

—¿Te has colado en la fila? —digo mirando a mi alrededor —. Por lo que veo, sí.

—Tengo mucha hambre, no me culpes.

—Bueno, los demás tienen hambre también.

—Puede ser —sonríe.

—Eres un egoísta.

—Y tú una llorona.

Ruedo los ojos con hastío. Mis vista se dirige hacia los contenedores metálicos de comida, la gran variedad hace que quiera tomar un poco de cada cosa. Finalmente, me decido por un poco de pasta con salsa de tomate y sigo avanzando.

—No escuché tu felicitación por unirme al comité de actos —habla Charlie con voz baja, toma una gran cucharada de puré de papa y avanza conmigo.

—No la necesitas —digo y tomo dos trozos de pan—. Mucha gente te felicito hoy.

—Qué salga de tus labios es otra cosa.

—¿Hay alguna diferencia?

—La hay.

—¿Y cual es? —pregunto volteando a verlo.

Charlie es incapaz de mirarme, su vista está enfocada en decidirse tomar la última salchicha del recipiente. Tomo un tenedor y lo clavo en ella, la salchicha se prensa y la atraigo a mí. Los ojos de Charlie persiguen ese movimiento y en cuestión de segundos lo tengo mirándome.

—¿Cuál es? —pregunto de nuevo.

—...

—¿No vas a hablar? —pregunto haciendo un falso mohín—. Pues te quedas sin salchicha.

Acto seguido, muerdo la mitad. Charlie sigue cada uno de mis movimientos y hay algo en sus ojos que me hace sentir ahogada. Su entrecejo se frunce y abre la boca para reclarme pero la cierra al instante.

𝗜 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗘𝗘 𝗬𝗢𝗨 | 𝗖𝗛𝗔𝗥𝗟𝗜𝗘 𝗕𝗨𝗦𝗛𝗡𝗘𝗟𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora