Destino Flechado ↑Kookmin↓

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Jungkook no podía negar que Jimin era un doncel extraordinario. Era un doncel hermoso, educado, con una reputación impecable, pero también era rebelde, alguien que no temía expresar sus opiniones, incluso cuando no eran bien vistas por la corte. Algunos lo veían como un desafío, pero para Jungkook, aquella "rebeldía" no era más que una muestra de autenticidad. No consideraba un problema que alguien se expresara con franqueza, especialmente cuando se trataba de la vida que uno se veía forzado a vivir.

Jimin no había pedido este matrimonio. Tampoco él. Ambos habían sido lanzados a un acuerdo que servía a las ambiciones de otros, no a sus propios deseos. Desde el primer momento, Jungkook supo que lo más importante era respetar los pensamientos y sentimientos de su esposo.

Jimin había dejado claro, de manera abierta, que no quería estar atado a un matrimonio impuesto. Y Jungkook lo entendía perfectamente. No solo entendía, sino que compartía ese mismo sentir. Para él, desposar a alguien sin amor era tan injusto como lo sería para Jimin vivir atado a alguien sin haber elegido estar ahí.

Es por eso, desde el primer día, había hecho todo lo posible para que Jimin se sintiera cómodo en Mandeok. No quería que se sintiera atrapado o solo en un lugar desconocido. Le había traído su yegua, Rain, y le devolvió su arco y flechas, sabiendo cuánto significaban para él. Eran gestos pequeños, pero necesarios para mostrarle a Jimin que respetaba su espacio, que entendía su incomodidad, y que no estaba ahí para forzarlo a nada.

Pero, más allá de los gestos, lo más importante había sido proponerle aquel plan para separarse una vez que Jungkook se convirtiera en rey. No era una idea que hubiese tomado a la ligera. Sabía que, aunque ambos podrían vivir bajo la apariencia de un matrimonio, era injusto para los dos seguir en un vínculo que ninguno había elegido. El doncel merecía la libertad de ser quien quisiera, de vivir sin las cadenas de un acuerdo impuesto, y Jungkook también anhelaba una vida libre de compromisos sin amor.

Recordaba la expresión de alivio en el rostro de Jimin cuando le habló del plan y como este se puso de acuerdo.

Jeon no podía evitar pensar en lo extraño que había sido despertar esa mañana. Aún estaba adormilado cuando sintió una presencia cerca de él, y al abrir los ojos, lo primero que vio fue a Jimin, observándolo detenidamente. El doncel parecía haberse perdido en sus pensamientos, quizás sin darse cuenta de lo que hacía. Fue un momento inesperado, un instante íntimo que no había anticipado. Jimin se había sonrojado cuando sus miradas se encontraron, y Jungkook no pudo evitar una leve sonrisa mientras lo saludaba con un suave "Buenos días, excelencia."

El viaje al oasis, un regalo de sus padres, había sido pensado como una forma de ofrecerles tiempo a solas para conocerse mejor, pero Jungkook sabía que no era tan sencillo. Aunque apreciaba la belleza del lugar y disfrutaba la tranquilidad del entorno, había algo incómodo en la atmósfera entre ellos, una tensión palpable por todo lo que ambos sentían respecto a su matrimonio. Sin embargo, el tiempo en el oasis, lejos de las responsabilidades de la corte y las miradas de los demás, les daba una oportunidad única para convivir sin presiones. Quizás, pensaba Jungkook, este viaje podría ser una manera de descubrir una forma de coexistir, al menos hasta que el plan de separación pudiera llevarse a cabo.

Se llevó una mano a la nuca, recordando también el incidente de esa mañana. Habían estado en una situación un tanto comprometida. Cuando Jimin casi se cayó, él había actuado sin pensarlo, sujetándolo de la cintura para evitar que se golpeara. Fue un contacto rápido, pero lo suficientemente cercano como para sentir el calor del cuerpo de Jimin a través de su ropa. Por un momento ambos se quedaron en silencio, incómodos pero conscientes de lo que había sucedido.

El almuerzo estaba listo y la mesa estaba adornada con flores frescas y una variedad de platos exquisitos. La encargada de la casa, una mujer de aspecto tranquilo y amable, se acercó a la mesa donde las excelencias se encontraban.