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Después del segundo beso, ambos se quedaron inmóviles, sus miradas fijas en el rostro del otro.

Jimin parpadeó lentamente, notando cómo Jungkook también estaba sonrojado, con sus mejillas teñidas de un tenue rojo. Por un momento, parecía que ni siquiera se atrevían a moverse, como si un solo paso pudiera romper la burbuja que los envolvía.

Las respiraciones agitadas llenaban el silencio, resonando en la pequeña habitación. Jungkook dejó que su mirada descendiera hacia los labios de Jimin, ahora ligeramente hinchados y brillando con un tenue rastro de saliva. Algo en la forma en que los labios de Jimin se curvaron apenas perceptiblemente lo hizo querer volver a besarlo, pero en lugar de dejarse llevar por el impulso, apretó los labios y se tragó sus palabras.

— Deberíamos bajar—, dijo en voz baja, casi como si temiera romper el silencio con su voz. No se atrevía a mirar directamente a Jungkook, temeroso de lo que pudiera encontrar en sus ojos. Pero sentía su corazón latiendo con fuerza.

Jungkook asintió lentamente, todavía un poco desconcertado.

—Sí... vamos.— respondió.

Ambos abandonaron el cuarto en silencio, sus pasos resonando suavemente por el pasillo. Mientras descendían las escaleras para dirigirse al comedor, la atmósfera entre ellos había cambiado de una manera casi palpable. Aunque no se miraban directamente, no podían negar lo que acababa de ocurrir.

Al llegar al comedor, se encontraron con los sirvientes preparando la cena. Tomaron asiento frente a frente, aún sintiendo la tensión en el aire, como si el eco de esos besos recientes flotara sobre la mesa. Ninguno sabía qué decir, pero ambos sabían que las cosas ya no serían iguales.

La puerta del comedor se abrió suavemente y Taehyung entró, seguido de Yoongi, el encargado del oasis. Yoongi lo había llevado hasta allí con una sonrisa amable en el rostro, mostrándole el camino con un aire de quieta paciencia. Era evidente que, aunque él mismo cenaría junto con la servidumbre más tarde, había querido asegurarse de que el joven recién llegado estuviera cómodo y en el lugar adecuado.

Kim sonrió al ver a Jimin y Jungkook ya sentados a la mesa.

— ¿Han estado esperándome mucho?

Bromeó, acercándose para ocupar su lugar. No se percató del rubor en las mejillas de ambos, ni de la forma en que evitaban mirarse directamente, sus rostros todavía teñidos con el leve sonrojo del momento íntimo compartido en el cuarto.

Jungkook se enderezó en su asiento y forzó una sonrisa, intentando recuperar la compostura.

— No, acabamos de bajar—,respondió, su voz un poco más baja de lo usual.

El doncel, por su parte, asintió rápidamente, sus ojos desviándose hacia la decoración de la mesa como si de repente fuera lo más fascinante del mundo.

Taehyung no sospechaba nada. Al tomar asiento, echó una rápida mirada a Yoongi, quien hizo una leve inclinación de cabeza antes de retirarse discretamente para unirse a los demás sirvientes en la preparación de la cena.

Unos minutos después de que Taehyung se acomodara en su asiento, la puerta del comedor volvió a abrirse. La madre de Yoongi, con una sonrisa cálida, se dirigió a los jóvenes sentados a la mesa.

— Espero que disfruten de la cena, mus excelencias. —dijo con un tono amable.

los príncipes la saludaron cortésmente, agradeciéndole sus buenos deseos.

— ¿Les han contado alguna vez la historia de este oasis? — preguntó, con un tono que parecía invitar a los oyentes a un cuento. — Se dice que es un lugar para los enamorados… y para enamorarse. Es un lugar bendecido con una magia especial, una magia que ha unido a parejas durante generaciones. De hecho, los padres de mis abuelos se conocieron y enamoraron aquí, en esta misma mini isla maravillosa.

Destino Flechado ↑Kookmin↓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora