Capitulo 1

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—¡Esto es mejor que el sexo! —exclamó Vox frente a la enorme pantalla.

Valentino le dirigió una mirada asqueada pero no dijo nada. Después de todo, no iba justo él a ponerse a juzgar un fetiche, ja.

—¡Mira, mira! —interrumpió Velvette—. ¡Desapareció!

La expresión de angustia y decepción de Vox era todo un poema. Sin embargo, de inmediato regresó a él su típica sonrisa de desgraciado.

—Sé exactamente a dónde debe de haber ido ese cobarde...

Esta vez Valentino sí tuvo que decir algo.

—Quizás ahora sí lo puedas vencer, Voxxy, aprovecha la oportunidad...

El televisor dio la impresión de querer protestar por esa burla solapada a su debilidad, pero decisiones más importantes tenían que ser tomadas. Cerró su puño.

—De hecho... ¡eso es lo que haré!

Y se introdujo en el cableado más cercano antes de que Valentino pudiera aclarar que no lo decía en serio y que les convendría no meterse en esa guerra de locos. Intercambió miradas con Velvette, que solo se encogió de hombros.

—Él sabrá lo que hace —murmuró la chica, tranquila.

Lamentablemente, no había cámaras ni pantallas en la cabina emisora del demonio de la radio. Vox tuvo que presentarse a los pies del lugar y saltar por sobre varios cadáveres de ángeles y caníbales antes de acceder a las escaleras. Bueno, quizás no había pensado esto del todo bien. Pero ya era tarde para arrepentirse.

Cuando asomó la cabeza en el sitio indicado, Alastor estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra un mueble. Respiraba con dificultad visible y parecía algo mareado.

—¡Oh, viejo amigo! Me temo que no estoy en las mejores condiciones para aceptar un desafío en estos momentos.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Huir de mí como acabas de huir de ese tipo? —respondió Vox con una sonrisa socarrona.

—Veo que tu debilidad es tanta que me prefieres de esta forma, ¿no es verdad, querido? Está bien... —masculló Alastor, esforzándose por incorporarse—. Te arrepentirás cuando incluso así sea superior a ti.

A pesar de sus palabras, Alastor avanzaba tambaleante. De su pecho manaba abundante sangre y uno de sus brazos parecía inutilizado. Además, Vox había visto cómo destruían su micrófono, en el cual concentraba gran parte de su poder. ¿Por qué era tan orgulloso este venado estúpido? Vox tomó un cascote de entre los escombros y lo hizo rebotar sobre su palma un par de veces.

—A veces no mides lo que dices, Al...

Lanzó el cascote directo hacia una de sus rodillas. En condiciones normales, el demonio de la radio podría haber esquivado eso con facilidad. Sin contar con que, aparte, podría haber retenido la piedra con una de sus sombras vudú. Sin embargo, en esta ocasión, dio justo en el blanco. Un crujido delató el impacto directo en el hueso. Inevitablemente, en medio de un paso Alastor cayó hacia un costado. Lo cual no habría sido tan grave si su cabeza no hubiera chocado justo contra el borde de la consola de audio.

En cuanto notó que estaba inconsciente, Vox corrió hacia él y lo tomó en brazos. ¿Había muerto? Mmm... aún respiraba, aunque realmente se veía mal.

—Oye, no fue para tanto, ya levántate... eres el peor rival de la historia.

Lo sacudió para despertarlo. En ese estado, ya no le preocupaba que pudiera jugarle alguna treta. Por otro lado, no tenía chiste acabar de rematarlo si Alastor no estaba lúcido como para reconocer su derrota. ¿Y si lo ataba o algo así para que cuando abriera los ojos pudieran continuar con la batalla épica que se merecían? Llevaba un rato reflexionando sobre esto cuando el otro levantó a medias y a destiempo sus párpados.

—A--ayuda...

¿Ayuda? ¿Le estaba pidiendo ayuda a él? Vaya que había sido fuerte ese golpe.

—¿Dónde... dónde estoy?

Bueno. Ya eso sí que era raro. Vox emitió una risita incómoda.

—¿Qué pasa, Al? ¿No reconoces tu propia estación de radio?

La expresión de Alastor solo mostraba confusión.

—¿Quién es... Al?

Vox pestañó un par de veces. ¿Era en serio? ¿El gran demonio de la radio acababa de... perder la memoria hasta el punto de desconocerse a sí mismo? Los ojos ingenuos y dulces que le devolvían la mirada lo confirmaron de un modo terrible que hizo enloquecer la electricidad en sus venas. Pensó rápido. Esta situación era única. Debía sacar los mejores frutos de ella. Sonrió para sus adentros y estrechó el abrazo sobre aquel cuerpo debilitado.

—Todo estará bien. Solo confía en mí. No tienes que hacer nada. —Infló el pecho, mostrándose tan imponente como era capaz y expresó con su rostro toda la seguridad de la que en realidad carecía. Y, entonces, soltó la mayor improvisación de su vida—: desde que nos casamos, ¿alguna vez te fallé...? También esta vez cuidaré de ti, Al. Solo confía en mí por completo.

Querida Amnesia {StaticRadio}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora