Capitulo 12

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Vox caminaba en círculos en su habitación en los pisos superiores. En la última semana había tomado demasiadas decisiones. Sabía que se le acababa el tiempo. La princesa chiflada juntaba cada vez más pistas en su dirección. Ahora que Lucifer la apoyaba más directamente, ningún guardia de seguridad, ningún pequeño pelotón siquiera podría en verdad impedir que entraran en su mansión. Aunque había otra opción peor que esa... ¿qué tal si lograba comunicarse con Alastor y él prefería volver con ella a ese hotel de mierda en el que nunca sabría por qué había estado en primer lugar? De modo que Vox tenía que actuar ahora.

Mientras elaboraba esa arenga mental para darse ánimos, Valentino se apoyó en el marco de la puerta.

-Aquí estoy, ¿para qué me necesitabas, cariño?

Detuvo su andar de inmediato, aunque la sonrisa que se obligó a mostrar no quedó tan relajada como planeaba.

-¡Qué bueno que llegaste, Val! Verás... -Y la voz le flaqueó un poco antes de lo esperado-. Necesito hablar contigo.

Cruzando un par de brazos sobre su cintura, Valentino sopló la antena que caía sobre su rostro con visible fastidio.

-Déjame adivinar, ¿tiene algo que ver con el muñeco rojo instalado en la habitación de huéspedes hace MESES?

-Podría decirse que esto del matrimonio se me fue un poco de las manos...

-No me digas. Te faltó aclarar "matrimonio FALSO", ¿no?

-Bueno... de eso quería hablar justamente...

-Ay, por dios, ya di lo que tengas que decir, detén esta tortura -exclamó Valentino, dramático, alzando un par de manos hacia el techo.

Ante eso, Vox se aclaró la garganta, se sentó en su silla giratoria, enlazó las garras sobre sus rodillas cruzadas y adecuó su tono al que solía usar en reuniones de trabajo.

-Bien. El hecho es que cambió mi modo de ver su estancia aquí. Desde mi punto de vista, ahora mismo, técnicamente, Alastor y yo estamos... en una relación.

-Ajá. ¿Y qué? -Valentino rodó los ojos-. ¿Ahora me vas a decir que ya no podemos coger, por respeto a tu maridito?

-Cuando hable abiertamente con él sobre el tema, lo sabré. Es decir, él ya me sugirió que...

-¡Pero por favor! ¡Si a él ni siquiera le gusta coger!

-Esa no es la cuestión. La cuestión es... -Vox revisó mentalmente sus notas para este encuentro. Quería enfocar el asunto desde una perspectiva que fuera relevante para Valentino. Debía hacerle sentir que modificar los términos de su laxa amistad era también en su favor, así como lo hacía cuando convencía a algún pecador de venderle su alma-. La cuestión es: ¿tú aún quieres hacerlo conmigo, aunque sepas cómo me siento con él?

Sin dudas, la reacción que obtuvo lo tomó por sorpresa. Valentino soltó una carcajada.

-Voxxy, ¿qué imbecilidad estás diciendo? Si llevas enamorado de ese papalote rojo y psicópata más de veinte años...

Eso descolocó tanto a Vox que le llevó casi un minuto entero formular la pregunta más obvia.

-¿Qué?

-Vamos... esto es una noticia solo para ti, aquí estamos todos enterados de lo evidente. Mira, sobre todo eres mi amigo, Vox, y yo te acepto aún con esta... desviación en la que has estado profundizando últimamente. Y coges bien y yo no soy el tipo de persona que se niega un placer cuando puede tenerlo. -Hizo una pausa para lograr un mayor efecto, tras la cual negó suave con la cabeza y le ofreció un gesto amable que nadie había visto muchas veces en él-. Pero... si tengo que abstenerme para ver más seguido esa estúpida sonrisa en tu cara como la que estás poniendo ahora, pues que así sea.

El sistema operativo de Vox estaba a punto de descuajeringarse entero.

-Espera..., ¿estás hablando en serio?

-¡Claro que sí, cariño!

-¿No vas a tratar de matarme a mí... o a él?

-¿Por quién me tomas? Tengo suficientes pecadores a mi disposición para matar o encerrar o lo que quiera. Posesiones no me faltan y a esas sí que las mataré si se atreven a escabullirse entre mis dedos. Pero tú no eres como ellos. Eres mi amigo, Vox. Y mi socio. ¿Cómo voy a seguir enriqueciéndome si mato al encargado de poner mis películas frente a los ojos de cada maldito habitante del infierno?

-Es que... pensé que odiabas a Al.

-Nah..., es decir, espero que puedas reconocer que es bastante insufrible, incluso así mosquita muerta como está ahora. Pero tampoco es como para odiarlo. Lo que más me molesta de que ese tipo esté aquí es que es un vividor de mierda, no hace nada útil y se la pasa comiendo y viviendo con lo que nosotros ganamos.

Semejante salida, devolvió a Vox a un terreno más seguro. Justamente había estado reflexionando sobre qué ocupación podría darle a Alastor, de modo que ya podía regresar a su discurso preparado.

-De hecho, estaba considerando montarle una estación de radio digital con VPN y filtro de voz, de ese modo él podría...

Valentino inclinó su enorme cuerpo sobre él y lo interrumpió mostrando todos sus dientes.

-Oh, no, bebé, yo estaba pensando en que podría cocinarnos y mantener el sitio limpio. ¿No habías dicho que su jambalaya estaba fantástica?

Aquello alcanzó para que otra clase de imágenes se filtraran en la cabeza rectangular de Vox. ¿Cómo se vería Alastor con un traje... de mucama? (¿Acaso no podría limpiar sin falda o qué? Vox rápidamente se respondió que NO, NO PODRÍA LIMPIAR SIN FALDA, CARAJO). Alastor deambularía de un lado a otro de la casa, con aquella falda almidonada preciosa que por supuesto se levantaría un poco cada vez que él se estirara para pasar el plumero por una estantería muy alta, y Vox aguardaría sentado en un mullido sillón, contemplando ese cuerpo delicioso trabajando arduamente para mantener su casa y...

Se sacudió, en un vano esfuerzo por evitar un sangrado de su nariz virtual.

-¿Sabes? A veces tienes muy buenas ideas, Val...

Valentino resopló, adivinando sus pensamientos. Sin embargo, enseguida regresó a su habitual sonrisa y le palmeó la cabeza con condescendencia.

-Sé que lo resolverás, Voxxy. Entonces, yo acepto que tú tengas tu fantasía romántica con tu rival y tú aceptas si yo le pongo la zancadilla de vez en cuando, ¿tenemos un trato?

-¿Ponerle la...? ¿No habías dicho que no lo odiabas? No quiero que lo fastidies. Eso del reflector que le apuntaste no me gustó nada y--

-Ay, amorcito, no te me pongas pesado, ¿sí? Esto es una negociación y tú sabes negociar. Para que tú ganes algo, yo tengo que ganar algo también. ¿Vas a negarme la más mínima diversión?

-Puedo no--puedo no enojarme contigo demasiado, pero en cuanto me entere de que le estás haciendo algo iré a impedirlo y lo sabes.

-Lo sé, eres el príncipe andante que va al rescate. ¿Ves? Esto también te beneficia a ti.

Vox frunció el entrecejo y lo consideró por un momento. ¿Qué había creído él que conseguiría con esta charla? Ciertamente enfrentarse en un duelo mortal con Valentino había sido una de sus opciones y tener que defender a Alastor de un ataque mortal era la otra. Debía reconocer que el resultado estaba siendo mucho mejor de lo que podría haber predicho. Por fin, levantó la mano para estrechársela.

-Si esa es la mejor oferta que puedo conseguir, me doy por satisfecho.

-¡Fantástico! Sabía que podría razonar contigo.

Val aceptó su mano, pero enseguida tironeó de ella hasta obligarlo a ponerse de pie y quedar a pocos centímetros de él. Amplió su sonrisa perversa.

-Ahora, divirtámonos un poco, antes de que te envicies con la monogamia.

Con esfuerzo, Vox intentó reflexionar antes de responder. Alastor había sido bastante claro sobre darle permiso, ¿no era así? Además, si su próximo movimiento salía bien, iba a pasar siglos en estado de castidad... Bueno, entonces, consideraría esta ocasión como su despedida de soltero. Y, tras ese último pensamiento lógico, abrió la boca para hacer lugar a la enorme lengua de Valentino.

Querida Amnesia {StaticRadio}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora