Capítulo ocho

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— ¿Entonces Stanford? ¿Que paso al final? — Cuestionaba de brazos cruzados su amigo intelectual.

Stanford tenía cinco  días de estar en casa, Fiddleford como buen amigo y camarada que es, como lo prometió, llegó en busca de su bienestar a su hogar.

Le pidió disculpas por llegar tarde, pero algo paso con Emma, la esposa de Fidds que tardo en llegar.

Stanford titubeó, no sabía cómo soltar las palabras exactamente.

— ¿Y bien? ¿Me vas a decir? — Dijo mientras se acercaba para sentarse en una silla frente a él.

— Es que no se cómo explicarte, Fidds...

— ¿Es demasiado grave? — Cuestiona preocupado.

Stanford negó con su cabeza.

El castaño vio de reojo al ingeniero con una cara de seriedad en ella.

— ¡Ya sé! — Chasqueo los dedos con afirmación. — ¿Tienes disfunción eréctil?

— ¿¡Qué!? Por supuesto que no idiota. — Stanford se quedó mudo, su amigo un ser con un conocimiento alto diciendo una gran estupidez.

— ¿Entonces qué es? ¡Ya deja el misterio! 

— B-bueno, es algo complicado Fiddleford. — Empezó a hablar. — Verás... ¿Has visto embarazos biológicamente posibles en hombres?

— Hmm, algo así escuché en una conferencia en Washington. — Habla después de pegarle un sorbo a su café. —Les han puesto el termino doncel o algo así, no preste mucha atención la verdad. ¿Por qué, tiene algo que ver?

Stanford lo vio con el ceño fruncido.

¿Fiddleford si estaba al tanto?

— B-bueno... — Titubeó buscando las palabras concretas. Decidió sacar el sobre y darle las pruebas, que se entere mejor así.

Fiddleford recibió gustoso los papeles, no cree que es tan malo lo que tiene su amigo. El ingeniero abre el sobre y saca los papeles para leer, conforme sus ojos van leyendo y bajando la vista, su rostro ensombrecio.

— ¿Que mierda?

— ¿Sorpresa...? ¡Serás tío! — Trata de sonreír Stanford, solo sale una mueca en el intento.

— Espera Stanford... Disculpa mis groserías, pero en serio, no entiendo una mierda. — Lo vio incrédulo.

— Yo tampoco Fidds...

— Necesito aire...—El hombre se levantó de su asiento, tomó al castaño de los hombros. — Necesito que me digas... ¿Te estás acostando con alguien? ¿Quién es el padre?

Stanford lo vio serio, fijamente. Pero en realidad no lo estaba enfocando. Más bien su cabeza lo estaba llevando a los últimos recuerdos que tenía.

Y entonces dónde la verdad se estrelló en su cerebro, por fin asimilandolo.

—Tiene que ser una broma. — Susurró apartando la mirada de su mejor amigo.

— ¿Stanford?

El llamado a su nombre lo hizo levantar la cabeza y ver a su amigo.

— ¿El padre...? — No pudo evitar devolver la pregunta. — N-no lo sé exactamente.

Fiddleford estaba sereno y tranquilo, pero después de escuchar eso, estalló.

— ¿No sabés? ¡No sabés! ¿¡Te das cuenta de lo que me estás diciendo Stanford!? — Mcgucket no pudo evitar estallar contra Stanford. — No puedo creer lo imprudente que seas Stanford Pines para acostar con cuán hombre se te ponga enfrente. No esperaba eso de ti, alguien recto, honorable, respe...

Ramé || BillfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora