Capitulo 8

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Yoko ya estaba acostumbrada a la forma de ser de su familia para sentirse irritada o avergonzada por mucho tiempo. Y sencillamente estaba demasiado feliz con Faye para ponerse de mal humor. Conforme pasaban los días, ellas habían avanzado, lenta y cuidadosamente, en la construcción de una relación.
Sin embargo, aunque la morena había pasado a confiar su corazón y su cuerpo a la rubia, aún no lograba confiarle sus secretos.
En cuanto a Faye, a pesar de saber que sus sentimientos por Yoko habían madurado hasta el punto de ser un amor que jamás había esperado sentir de nuevo, estaba tan insegura como la morena en dar el paso que uniría sus vidas.
En el centro de eso había un pequeño al que ninguna de las dos quería herir, poniendo sus propias necesidades en primer plano.
Si ambas robaban algunas horas a las tardes o a las mañanas lluviosas solo era asunto de ellas. Por la noche, Yoko se acostaba sola y se preguntaba cuánto tiempo duraría aquel interludio mágico...
Con la cercanía de Halloween, ella y Faye se ocupaban de sus propios preparativos. De vez en cuando, Yoko sentía sus nervios a flor de piel ante la idea de que Faye fuera a conocer a su familia durante la fiesta. Entonces, se reía de sí misma al actuar como una adolescente que le presentaba la novia a los padres por primera vez.
En la tarde del 31, ella ya estaba en casa de Ize, ayudando a la prima, que ya estaba muy embarazada, con los preparativos del banquete de Halloween.
-Le habría podido pedir a Marissa que lo hiciera- Ize presionó la mano en la zona que le dolía en la espalda, y se sentó para amasar la masa del pan en la mesa de la cocina.
-Le puedes pedir a Marissa que haga cualquier cosa- Yoko cortaba la carne de cordero en dados para la tradicional sopa irlandesa –Pero se está divirtiendo tanto instalando aquellos efectos especiales.
-Exactamente como una principiante que piensa que es capaz de superar a los profesionales-Ize hizo una mueca de dolor y gimió, llamando inmediatamente la atención de Yoko
-¿Querida?
-No, aún no es la hora, aunque deseara que sí. Es que estoy a toda hora incómoda, últimamente- escuchando el sonido de su propia voz, hizo otra mueca –Y detesto estar quejándome
-Puedes quejarte cuanto quieras. Solo estamos las dos aquí- siempre preparada, Yoko sirvió un líquido en una taza –Bebe un poco de esto
-Me siento como si pudiera flotar en el agua...como una inmensa carabela. ¡Dios mío, estoy enorme!- pero bebió, tocando el cristal que tenía en el cuello.
-Y llevas a dos marineros en esa carabela
Aquel comentario hizo que Ize riese.
-Vamos a hablar de otra cosa- pidió ella, volviendo a amasar el pan –Cualquier cosa que no me haga pensar en lo gorda y quejica que estoy.
-No estás gorda, y solo un poco quejica- pero Yoko intentó cambiar de tema -¿Sabías que Becky y Freen están trabajando juntos en otro caso?
-No, no lo sabía- el interés de Ize se agudizó –Y me sorprende. Freen está muy convencida en trabajar sola en sus investigaciones.
-Bueno, esta vez se doblegó. Se trata de un niño que ha huido de casa, de apenas doce años. Los padres están desesperados. Cuando hablé con ella, ayer por la noche, Freen me dijo que tenía una pista y por eso no podía venir a ayudarnos.
-Cuando Freen está en la cocina, molesta más que ayuda- a pesar del comentario, había afecto por la nueva prima en cada palabra –Es maravillosa para Becky, ¿no crees?
-Sí, lo es- sonriendo, Yoko llevó al fuego el cordero con papas y cebollas –Testaruda, cabeza dura y con un corazón enorme. Exactamente lo que Becky necesita
-Y tú, ¿encontraste lo que necesitas?
Sin decir nada al principio, Yoko añadió los condimentos al caldero. Sabía que Ize se las apañaría para descubrir todo antes de que el día terminase.
-Estoy muy feliz- respondió
-Me gusta ella. Tuve una buena impresión desde el principio
-Estoy contenta por ello
-Y Becky también se siente así...aunque aún tenga algunas reservas- Ize frunció el ceño, pero mantuvo el tono alegre –Sobre todo después de que echara un vistazo en la mente de Faye.
Yoko apretó los labios mientras ajustaba la temperatura del fuego.
-Aún no lo he perdonado por eso
-Bueno- Ize se encogió de hombros y dejó la masa del pan en un cuenco para que creciera –Faye no se enteró de nada, y eso sirvió para que Becky se quedara algo más tranquilo. No quedó muy feliz al llegar a tu casa y descubrir que te habías ido a la cama con alguien.
-Sin duda, eso no es su problema
-Becky te quiere-Ize presionó ligeramente el brazo de la prima, mientras pasaba por la cocinilla- Siempre se va a preocupar por ti, porque tu don te deja muy vulnerable.
-No soy una persona indefensa, Ize, y confío en mi buen sentido común.
-Lo sé. Querida, yo...- Ize sintió lágrimas en sus ojos y las secó con un gesto impaciente –Yo no quería entrometerme, pero...Dios mío, nunca he sido tan sentimental
-Sí, lo has sido, solo que conseguías disimularlo mejor –Dejando la sartén por un momento, Yoko atravesó la cocina para abrazar a la prima –Fue hermoso, maravilloso y muy intenso- se apartó sonriendo –Faye me dio mucho más de lo que podría imaginar
Con un suspiro, Ize tocó el rostro de Yoko
-Estás enamorada
-Sí, lo estoy. Y la amo, mucho
-¿Y ella?
Yoko apartó la mirada.
-No lo sé
-Yoo...
-No voy a conectarme con ella de esa manera- Yoko miró a la prima, y dijo con voz firme –Sería deshonesto hacerlo cuando no le he contado lo que soy ni he tenido coraje para confesarle lo que siento. Sé que le gusto a Malisorn, y no necesitaría ningún don para saber eso. Y eso es suficiente. Cuando haya más, si es que hay más, ella me dirá.
-Siempre me sorprende ver cuán testaruda eres, Yoko.
-Bueno, soy una Apasra- Yoko replicó –Y eso es importante.
-Estoy de acuerdo. Deberías contárselo todo- Ize la agarró por el brazo antes de que Yoko se apartase –Lo sé. Detesto cuando las personas vienen a darme consejos que no quiero escuchar. Pero necesitas olvidar el pasado y encarar el futuro.
-Estoy encarando el futuro. Me gustaría que Faye formara parte de él. Pero necesito más tiempo- Yoko sintió que su voz se ahogaba y presionó los labios, hasta conseguir controlarse –Ize, la conozco. Es una mujer increíble. Siente compasión, tiene imaginación y tanta generosidad que ni ella misma se da cuenta. Y también tiene un hijo.
Esta vez, cuando Yoko se giró, Ize se vio obligada a apoyarse en la mesa.
-¿Es de eso de lo que tienes miedo? ¿De tener que cuidar del hijo de otra persona?
-¡Ah, no, amo a Sam! ¿Cómo no podría hacerlo? Incluso antes de empezar a amar a Faye, ya amaba a aquel pequeño. Y él es el centro de su mundo, como tiene que ser. No hay nada, absolutamente nada que yo no hiciera por ellos.
-Entonces, explica
Ignorando sus palabras, Yoko lavó los huevos duros que iba a pelar.
-¿Tienes eneldo fresco? Ya sabes cómo a tío Damien le gustan los huevos sazonados con eneldo- dejando el aire escapar entre los dientes, Ize dejó el bote de eneldo con fuerza sobre la encimera
-Yoko, explícate
Con las emociones en ebullición, Yoko abrió el bote.
-Ah, no imaginas la suerte que has tenido con Marissa. Por haber encontrado a alguien que te ama como eres, sin importarle nada.
-Está claro que sé que tengo suerte- dijo IE, en tono suave -¿Pero qué tiene que ver Marissa con todo esto?
-¿Cuántas personas serían capaces de aceptarnos completamente? ¿Cuántas personas se casarían con una hechicera y tendrían hijos con ella?
-¡En nombre de Morgana, Yoko!- la impaciencia en la voz de Ize se vio ahogada por el hecho de verse obligada a sentarse de nuevo –Hablas como si fuéramos unas viajas brujas volando en escobas y riendo mientras robamos bebés.
Yoko no sonrió.
-¿No es eso lo que piensan la mayoría de personas? folk...
-¡Folk que se vaya al infierno!
-Está bien, vamos a olvidar a Folk- Yoko concordó con un gesto de la mano –Pero, ¿cuántas veces, a través de los siglos, hemos sido perseguidas, cazadas, temidas y despreciadas sencillamente por lo que hemos sido predestinadas a ser? No me avergüenzo de mi herencia. No lamento mi don, ni mi legado. Pero no podría soportar la idea de contárselo a Faye y ser mirada como si...- dio una risita forzada –Como si tuviera una marmita humeante en el sótano, lleno de ancas de sapo y garras de lobo.
-Si Faye te ama...
-Si-Yoko repitió –Veremos. Ahora, creo que deberías ir a echarte durante una hora
-Solo quieres cambiar de tema- Ize comenzó, entonces alzó los ojos cuando Marissa irrumpió en la cocina. Había telas de araña en sus cabellos, de mentira, felizmente, y un brillo de triunfo en su mirada.
-Tieneo que ver esto. ¡Soy increíble, ni yo me lo creo!- cogió un tallo de apio de encima de la encimera y lo mordió -¡Vengan, no se queden ahí paradas!
-Principiantes- Ize suspiró, y se levantó con dificultad
Las dos estaban admirando los fantasmas creados por holografía, en el vestíbulo, cuando Yoko escuchó que un coche llegaba.
-¡Están aquí!- alegre ante la perspectiva de volver a ver a la familia, dio un paso grande hacia la puerta. Entonces, se paró abruptamente, alcanzada por un súbito dolor. Ya se estaba girando cuando vio a Ize inclinándose hacia Marissa.
En ese mismo instante, Marissa quedó pálida como sus fantasmas.
-¿Amor? Ya estás...¡Ay, Dios mío!
-Está todo bien- Ize respiró hondo, mientras Yoko la agarraba por el otro brazo –Solo ha sido una contracción-apoyándose en Marissa, le sonrió a Yoko –Creo que no podía haber día más apropiado para que los gemelos nacieran que Halloween.

-No hay absolutamente nada de lo que preocuparse- Damien Apasra le estaba diciendo a Marissa.
Al igual que su hija, era  alto y sus cabellos negros apenas tenían algunos mechones plateados. Había escogido un smoking para la ocasión y había completado el traje con un par de tenis color naranja fosforescente, pensando que era gracioso verlos brillar en la oscuridad.
-Un parto es lo más natural del mundo. Y esta es una noche perfecta también.
-Cierto-Marissa tragó en seco. Su casa estaba llena de gente...de hechiceros, para ser más exacta...y su esposa estaba sentada en el sofá, sin darle importancia al hecho de que llevaba casi tres horas en trabajo de parto- Quizás sea una falsa alarma
Camilla llegó con un vestido de baile todo bordado y le dio una palmadita en el hombro con un abanico de plumas.
-Deja todo en manos de Yoko, querida. Ella cuidará de Ize. Cuando Becky nació estuve trece horas en trabajo de parto. Nos reímos mucho con eso, ¿no, Damien?
-Sí, después de que dejaras de lanzarme maldiciones, querida
-Bueno, sí, evidente- se dirigió a la cocina para comprobar la sopa. Yoko nunca le ponía suficiente tomillo.
-Me habría transformado en un puercoespín si no hubiera estado ocupada en otras cosas- Damien le confesó a Marissa
-Eso me hace sentirme mejor- murmuró Marissa
Satisfecho por haber ayudado, Damien le dio un abrazo a Marissa.
-Para eso estamos, Maria
-Marissa
Damien sonrió, benignamente
-Sí, eso.
-Mamá- Ize dio un apretón en la mano de su madre –Ve a salvar a Marissa de las garras de tío Damien. Parece que ella está a punto de desmayarse.
Amelia dejó el cuaderno de dibujo de lado.
-¿Crees que debo pedirle a tu padre que se la lleve a dar un paseo?
-Optima idea- Ize suspiró con gratitud mientras Yoko continuaba masajeándole los hombros –Aún no hay nada que ella pueda hacer.
Patrick, el padre de Yoko, se sentó en el momento en que Amelia dejó la silla vacía.
-¿Cómo está yendo mi pequeña?
-Estoy bien, de verdad. Las contracciones aún son flojas, pero estoy segura de que no pasará mucho tiempo para que las cosas se pongan serias –Ize se inclinó para darle un beso en la mejilla al tío –Estoy muy contenta de que estés todos aquí
-No podríamos estar en ningún otro sitio- pasó la mano por la barriga de la sobrina para aliviar la molestia, y le dio una sonrisa a Yoko -¿Y mi querida? Estás hermosa como un cuadro. Salió a su padre, ¿verdad?
-Claro que sí- Yoko sintió que la contracción siguiente iba a comenzar y mantuvo las manos firmes en los hombros de Ize –Ahora espira hondo, relájate.
-¿No le quieres dar un poco de actaea azul?- preguntó Patrick a la hija
Yoko pensó un momento y balanceó la cabeza
-Aún no. Está yendo muy bien. Pero, ¿puedes traerme mi faltriquera? Voy a necesitar algunos cristales.
-Hecho- él se levantó y abrió la mano. En su palma había un ramo de brezo florido- ¿Y eso de dónde ha aparecido?- dijo de la misma manera que hacía cuando la mujer que ahora estaba dando a luz era aún una niña –Cuida esto por mí. Tengo un trabajo que hacer.
Ize se pasó el ramo de brezo por el rostro.
-Es el hombre más amable del mundo
-Va a malcriar a estos dos, si lo dejas. Papá siente una debilidad por los niños- con la conexión empática, sabía que Ize estaba más incómoda de lo que demostraba- Tendremos que ir al cuarto dentro de poco, Ize .
-Aún no- Ize agarró la mano de la prima sobre su hombro –Está tan bien estar aquí, entre todos. ¿Dónde está tía Aine?
-Mamá está en la cocina, probablemente discutiendo con tía Camilla por la sopa
Con un gemido en medio de una risa, Ize cerró los ojos.
-Ah, Dios mío, sería capaz de comerme un caldero entero, sola
-Después- prometió Yoko . Alzó los ojos cuando el ruido de cadenas arrastrándose y gemidos quedos llenó la sala –Alguien ha tocado al timbre.
-Pobre Marissa . No ha podido relajarse lo suficiente para apreciar su propia obra de arte. ¿Es Becky?
Yoko estiró el cuello.
-Sí, es ella . Ella y Freen están criticando los fantasmas holográficos
Becky entró en la sala balanceando la cabeza
-Principiantes...

-Y Mark se asustó tanto que corrió lejos –dijo Sam , relatando los estremecimientos de miedo provocados por la casa del terror de la escuela de primaria –Entonces, Frank se comió todos los dulces y vomitó
-Parece que fue un gran día- para evitar que pasara lo mismo, Faye ya había escondido la mitad de los dulces que Sam había recolectado en sus saquito de golosinas.
-Creo que mi disfraz es el más guay de todos
Cuando salieron del coche, frente a la casa de Ize , satisfecha con lo que veía, Faye se agachó para ajustar las gafas de mentira del hijo. Le llevó dos días para conseguir el disfraz de Harry Potter. Pero había valido la pena.
Sam golpeó el hombro de su madre con una varita hecha de cartón.
-Tarantallegra. Ahora tienes que bailar sin parar, mamá
-Quién sabe en otro momento, chico- Sam comenzó a reír, cuando Faye le pellizcó la nariz
-¿Crees que Yoko se sorprenderá? ¿Me reconocerá?
-De ninguna manera. Yo misma cada vez que te miró pienso que estoy viendo al propio Harry Potter.
-Vamos a conocer a toda su familia- Sam le recordó a la madre, como si ella necesitara que se lo recordasen. Faye ha estado toda la semana nerviosa ante tal evento –Y voy a ver de nuevo a la gata y al perro de Ize.
-Claro- Faye intentaba no preocuparse demasiado con el perro. Pan realmente parecía un lobo, pero había sido delicado y amigable con Sam la última vez que habían visitado a Ize .
-¡Esta va a ser la mejor fiesta de Halloween del mundo!
Poniéndose de puntillas, Sam apretó el timbre. Se quedó inmediatamente boquiabierto cuando sonidos de gemidos y de cadenas arrastradas llenaron el aire.
Un hombre moreno, con escasos cabellos y los ojos muy alegres, abrió la puerta. Le bastó dar una mirada a Sam y dijo, en tono maléfico.
-Bienvenidos al castillo encantado. Y, si están dispuestos a arriesgaros- Sam desorbitó los ojos
-¿Está de verdad encantado?
-Entra...si tienen valor- él se agachó hasta que sus ojos quedaron al nivel de los del pequeño, después sacó un pequeño conejo de peluche de la manga de su chaleco.
-¡Wow! ¿Eres un mago?
-Ciertamente
-Yo soy Harry Potter
-Maravilloso. ¿Y esta es su acompañante de esta noche, sr. Potter?- preguntó él, mirando a Faye
-No- el pequeño rió, divertido –Es mi madre. En realidad, soy Sam
-En realidad, yo soy Patrick
Patrick se puso derecho y, aunque sus ojos seguían alegres, Faye tuvo la certeza de que estaban analizándolos.
-Y usted es...
-Malisorn - ella ofreció su mano – Faye Malisorn . Somos vecinos de Yoko
-¿Vecinos, dice? Bien, dudo de que sea solo eso. Pero, entra, vamos a entrar- Patrick cambió la mano de Faye por la de Sam–Mira lo que tenemos aquí para ti
-¡Fantasmas!- Sam dio un saltito de excitación -¡Mira, mamá, son fantasmas!
-Nada mal para un principiante- comentó Patrick, en tono bondadoso –Ah, por cierto, Yoko acaba de subir con Ize y Marissa . Esta noche tendremos a los gemelos. Aine , mi amor, ven a conocer a los vecinos de Yoko - se giró hacia Faye mientras una mujer, con un turbante rojo, apareció en el pasillo –Imagino que le gustaría una bebida, querida- le dijo a Faye
-Sí, señor- Faye  inspiró profundamente –Creo que lo necesito.

Dubitativa e insegura, Freen llamó a la puerta del cuarto de Ize, después espió por la ranura. No tenía la certeza de si encontraría una atmosfera clínica y, en su mente, aterradora, de una sala de parto, o el brillo místico de un círculo mágico. Y bien podría ser cualquiera de los dos.
Pero, en lugar de eso, vio a Ize recostada en una cama grande y de apariencia confortable, rodeada de flores y velas encendidas. El sonido de música de arpa y flautas fluctuaba por la habitación. Ize parecía algo agitada, Marissa , algo pálida, pero la normalidad del ambiente la dejó más sosegada para atravesar el umbral de la puerta, cuando Yoko le hizo un gesto para que entrara.
-Me siento como una yegua- murmuró Ize–Pero eso no significa que aprecie la comparación, Yoko
-No quiero interrumpir, ni molestar o...¡wow!- susurró cuando Ize alzó la cabeza y comenzó a resoplar como una locomotora a vapor.
-Está bien, todo está bien...- Marissa  le agarró la mano y se quedó mirando un cronómetro –Ahí viene otra. Estamos yendo muy bien, muy bien.
-Sí, nosotras- Ize resopló entre dientes –Querría verte a ti...
-Respira- la voz de Yoko  era amable cuando colocó los cristales encima del vientre de Ize . Estos oscilaron en el aire, emitiendo una luz sobrenatural con la cual Freen intentó no perturbarse.
A fin de cuentas, llevaba casada dos meses con un hechicero.
-Está todo bien, mi amor- Marissa  presionó los labios en la mano de la esposa, deseando desesperadamente que el dolor pasara –Ya casi está acabando
-No te marches- Ize  le apretó la mano con fuerza, cuando la contracción comenzó a disminuir –No te marches
-No me voy a ningún lado. Estás maravillosa- siguiendo las instrucciones de Yoko, refrescó el rostro de la esposa con un paño húmedo –Te amo, mi pelirroja
-Más te vale- Ize consiguió esbozar una sonrisa y exhaló un suspiro alto. Sabiendo que aún tendría que enfrentar mucho, cerró los ojos -¿Cómo voy, Yoko?
-Muy bien. Unas dos horas más
-Dos...- Marissa  se mordió el labio y fijó una sonrisa forzada en su rostro –Qué maravilla
Freen carraspeó, y Yoko  se giró hacia ella
-Disculpa. Hemos estado algo distraídas por aquí
-Sin problema. Solo pensé que te gustaría saber que Faye está aquí, con Sam
-Ah...- Yoko se secó la cabeza con la manga de la blusa –Me había olvidado. Bajo un momento. ¿Podrías pedirle a tía Amy que suba?
-Claro. Eh, Ize , estamos todos contigo
La sonrisa de Ize fue breve y cansada.
-Genial. ¿Acaso alguien quiere cambiar de sitio conmigo?
-No, gracias, esta vez paso- Freen ya se alejaba en dirección a la puerta –Mejor no estar por aquí molestando.
-No vas a tardar mucho, ¿no?- luchando contra el pánico, Marissa  acariciaba la mano de la esposa y envió a Yoko  una mirada de súplica
-Solo unos minutos. Tía Amy se quedará aquí, ella es muy hábil. Además, vamos a necesitar coñac
-¿Coñac? ¡Pero Ize  no puede beber!
-Es para ti- Yoko dijo amablemente, mientras salía.
Lo primero en que Yoko  reparó, cuando entró en la sala, fue que Sam estaba siendo muy bien recibido. La madre de Yoko  reía con gusto, mientras Sam le contaba las historias de sus amiguitos en la fiesta de Halloween. Y, al ver que el pequeño ya agarraba dos bichitos de peluches, Yoko dedujo que su padre ya le había enseñado algunos trucos.
Pero esperaba que hubiese sido discreto.
-¿Cómo están las cosas allí arriba?- preguntó Amelia bajito, cuando se encontraron en la puerta.
-Perfectas. Serás abuela antes de medianoche
-Bendita seas, Yoko - Amelia le dio un beso –Me ha gustado mucho tu novia
-No es...- pero Amelia ya subía deprisa las escaleras
Y allí estaba Faye , parada junto a la chimenea, donde el fuego crepitaba alegremente, bebiendo lo que debía ser una de las creaciones de su padre, y escuchando con expresión de divertida fascinación una de las historias del tío Damien.
-Entonces, naturalmente, acogimos a la pobre alma por aquella noche. La tempestad estaba horrible. ¿Y qué hizo él sino salir corriendo a la mañana siguiente, gritando sobre fantasmas, espíritus malignos y cosas así? Loco- Damien dijo con tristeza, golpeando con un dedo su cabeza, donde ahora había un sombrero de seda color naranja –Una historia muy triste y lamentable.
-Quizás tuviera algo que ver con el hecho de que tú anduviste por la casa llevando aquella armadura- Matthew Apasra comentó, calentando el coñac entre las manos
-No, no...Una armadura no tiene nada que ver con un espíritu maligno. Imagino que fueron los chillidos del gato de Aine lo que lo asustaron.
-Mis gatos no chillan- replicó ella, ofendida –Están muy bien educados
-Yo tengo un perro- se entrometió Sam–Pero me gustan los gatos también
-¿De verdad?- siempre dispuesto a agradar, Patrick sacó un gato de peluche a rayas de detrás de la capa de fantasía de Sam -¿Y este te gusta?
-¡Ah!- Sam cogió el peluche, después dejó a Patrick encantado cuando se lanzó a sus brazos dándole un fuerte abrazo
-Papá...- Yoko se inclinó en el sofá y presionó los labios en la cabeza casi calva –No cambias nunca
-¡Yoko !- Sam salió del regazo de Patrick e intentó agarrar todos sus muñecos de una sola vez –¡Tu papá es la persona más divertida del mundo!
-A mí también me gusta- Yoko inclinó la cabeza hacia un lado -¿Sr. Potter?
-Soy yo, Sam
-No me lo puedo creer...
-¡Es verdad! Mamá me compró este disfraz para Halloween.
-Bien, te pareces a Sam -Yoko  se agachó –Dame un beso, y entonces estaré segura
Sam presionó los labios en el rostro de Yoko , extremadamente feliz por el éxito de su disfraz.
-¿No me reconociste? ¿De verdad?
-Me engañaste completamente. Estaba segura de que era Harry Potter.
-Tu padre dijo que tú eres la princesa de las hadas porque tu madre es la reina.
Aine soltó una fuerte carcajada y guiñó un ojo al marido.
-Mi sapito...
-Siento mucho no poder quedarme más rato y charlar contigo- Yoko le dijo a Sam
-Lo sé. Estás ayudando a que nazcan los bebés de Ize . ¿Van a salir de la barriga uno cada vez?
-Uno de cada vez, espero- ella rió, removiendo los cabellos del pequeño, y miró a Faye–Sabes que puedes quedarte el tiempo que quieras. Hay bastante comida.
-No te preocupes por nosotros. ¿Cómo está Ize ?
-Muy bien. En realidad, he bajado para buscar un poco de coñac para Marissa . Está con los nervios a flor de piel.
Asintiendo en señal de comprensión, Matthew cogió la botella de coñac y un vaso.
-Tiene toda mi solidaridad- dijo. Cuando se los pasó a Yoko , ella sintió el choque de su poder y supo que, aunque pareciera tranquilo, su mente y su corazón estaban arriba, con su hija.
-No te preocupes, tío Matt. La estoy cuidando bien.
-Ize no podría estar en mejores manos. Eres la mejor que he conocido, Yoko - Los ojos de Matthew se clavaron en los de ella, mientras pasaba el dedo por la piedra hematites que ella llevaba al cuello –Y he conocido a muchas- sonrió ligeramente –Faye , quizás quieras acompañar a Yoko  al cuarto.
-Con mucho placer- Faye cogió la botella de coñac de la mano de la morena, antes de seguirla fuera de la sala –Tu familia...- la rubia balanceó la cabeza cuando llegaron a los pies de las escaleras, sin percibir que Yoko se ponía tensa.
-¿Qué les ocurre?
-Son increíbles. Absolutamente increíbles. No todos los días me veo empujada hacia el centro de personas desconocidas, con una mujer a punto de dar a luz gemelos en la planta de arriba, un lobo...porque juro que aquello no era un perro...masticando lo que parecía ser un hueso de mastodonte bajo la mesa de la cocina y con murciélagos mecánicos volando por el techo. Ah, olvidaba mencionar los fantasmas del vestíbulo.
-Bueno, es Halloween
-No creo que tenga mucho que ver con eso- Faye  paró en lo alto de las escaleras –No recuerdo otra ocasión en que me haya divertido tanto. Son fantásticos, Yoo. Tu padre hace todos esos trucos de magia...unos trucos increíbles. Y juro que no consigo descubrir cómo los realiza.
-Ni lo descubrirás. Papá es muy...ahn...muy hábil
-Podría ganar dinero con eso. Sinceramente, no me hubiera perdido esta fiesta por nada del mundo- Faye pasó la mano libre alrededor del cuello de la morena –Solo faltas tú
-Me preocupé ante la idea de que pudieras sentirte fuera de lugar
-No. Aunque esto haya estropeado mis planes de llevarte a un rincón oscuro y hacerte temblar de miedo con una historia de terror para que te agarrases a mí en busca de protección.
-No me asusto fácilmente, Malisorn - sonriendo, pasó los brazos por el cuello de la rubia –Crecí escuchando historias de terror.
-Y con tus tíos andando por la casa vestidos con armaduras- murmuró Faye , enlazando la cintura con su brazo libre y rozando sus labios con los de ella
-Ah, eso era lo mínimo- Yoko se pegó a ella, succionando su labio inferior –Solíamos jugar en los calabozos del castillo. Y pasé una noche entera en una torre para superar el desafío lanzado por Becky .
-Eres muy valiente
-No, soy testaruda. Y estúpida. Nunca me sentí tan incómoda, en toda mi vida- Yoko se sentía fluctuar, embriagada por el perfume de Faye , perdiendo la noción de sí misma –Por lo menos Ize conjuró una almohada y una manta
-¿Conjuro?- repitió Faye , encontrando gracioso el término usado
-Me llevó – Yoko se apresó en corregir, y le dio un beso profundo a la rubia, para que Faye  no pensara en nada más, excepto en ellas.
Cuando la puerta se abrió tras ellas, ambas giraron como si fueran niñas pilladas con las manos en la masa. Amelia arqueó una ceja, entendió la situación y sonrió
-Disculpa que interrumpa, pero Faye es exactamente a quien necesitamos, de momento
La rubia agarró la botella de coñac con más fuerza.
-¿Ahí dentro?
Amelia rió
-No. Quédate aquí mismo y cuida unos minutos de Marissa . Necesita charlar
-Solo un minuto- útil  alertó –Ize  la necesita a su lado
Antes de que Faye  pudiera concordar o discordar, Yoko entró en el cuarto. Resignada, la rubia llenó el vaso de coñac, tomó un buen sorbo y volvió a llenarlo cuando Marissa  estaba saliendo por la puerta.
-Toma un sorbo- dijo, dándole el vaso
-No pensé que tardara tanto- después de respirar hondo, Marissa  se bebió el coñac –O que sufriera tanto. Si conseguimos superar esto, juro que nunca tendremos más hijos
-Sí, claro
-Hablo en serio, o al menos, la próxima vez seré yo la que quede embarazada.
-Marissa , no tengo intención de entrometerme, pero ¿no te sentirías mejor, más segura, si Ize  estuviera en un hospital con acompañamiento médico y todo el equipo necesario a mano?
-¿En un hospital? No- Marissa  se restregó las manos en la cara –Ize  nació en esa misma cama. Ella no tendría a los gemelos en otro lugar. Y creo que yo tampoco querría.
-Bueno, un médico entonces
-Yoko  es la mejor- acordándose de eso, Marissa  se relajó un poco –confía, Ize  no podría estar en mejores manos
-Sé que las matronas son excelentes, y que hacen que el parto sea más natural- Faye  se encogió de hombros. Si Marissa  estaba satisfecha con aquella situación, no sería ella quien se preocupara –Imagino que lo ha hecho antes.
-No, es la primera vez de Ize
-Me refería a Yoko- dijo Faye , con una risita
-Ah, sí, claro. Yoko sabe muy bien lo que hace. En realidad, creo que me volvería loca si Yoko no estuviera aquí. Pero...- Marissa  bebió otro sorbo, anduvo de un lado a otro –Esto está tardando demasiado. No sé cómo Ize  lo puede soportar. No sé cómo una mujer consigue aguantar esto. A mí me parece que ella podría hacer algo al respecto. ¡Joder, es una bruja!
Disimulando otra risita, Faye  apretó el hombro de la amiga de forma alentadora.
-Marissa , no es momento de decir esas cosas. Las mujeres realmente se vuelven groseras cuando están dando a luz. Yo me volví loca, recuerdo bien lo mucho que insulté a lux.
-No, estoy diciendo que...- Marissa  se calló, al darse cuenta de que empezaba a pasarse de los límites –Tengo que controlarme
-Pues sí
-Sé que todo va a salir bien. Yoko  no permitiría que nada sucediera. Pero es tan difícil verla sufrir.
-Cuando se ama, es lo más difícil del mundo. Pero lo superarás. Y en este caso recibirás algo fantástico
-Nunca pensé que me pudiera sentir de esta manera por una persona. Ella es todo en mi vida
-Sé cómo te sientes
Notándose algo mejor, Marissa  le devolvió el vaso a Faye
-¿Es como te sientes tú con Yoko ?- preguntó
-Quizás sí. Sé que ella es especial
-Ah, lo es, sí- Marissa  vaciló y, cuando habló de nuevo, escogió las palabras con cuidado. La lealtad, debida entre las dos amigas era la carga más pesada –Tú serás capaz de comprenderla, Faye , gracia a tu imaginación, a tu manera de ver lo que existe más allá de lo que se considera realidad. Yoko es una persona muy especial, con cualidades que la vuelven diferente a cualquier otra persona que hayas conocido. Si la amas, y si quieres que forme parte de tu vida y de la de Sam, no permitas que tales cualidades te impidan ser feliz.
Faye  frunció el ceño.
-No sé si estoy entendiendo.
-Solo recuerda lo que te he dicho. Y gracias por la bebida- Marissa  respiró hondo y volvió al lado de su esposa.

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