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En la sala de espera del hospital, Mauro tomaba café amargo al lado de su hermana, quien no había pegado un solo ojo en lo que llevaban esperando.

Victoria corría por los pasillos, hasta encontrar aquellos rostros conocidos por los cuales había ido allí.

—Mari, Mauro– Saludó con un abrazo, el cual ninguno de los dos correspondió con emoción.

La mirada de ambos estaba algo perdida, por lo que la rubia miró hacia atrás encontrándose con Nadya, Shotaro, Bonaroti, y también la madre de los dos hermanos, que se encontraba con un pañuelo en su mano.

La ojiazul se acercó a saludarla, pero correspondió al igual que Mariana y Mauro. Nadya le hizo una seña con su cabeza para ir a hablar más apartados de los demás, por lo que fue tras ella.

—¿Es grave?- Preguntó al ya estar a una distancia aceptable.

—Sí, y mucho, temen por si sobreviva.

—Dios que coñua, debí estar allí para ella.- Se reprochó Miko, tomando su cabeza con una mano como si eso fuera a cambiar algo.

—Escuché que si lo salvan, podría ser doloroso para él.

—Pero que esté muerto sería lo peor para Mariana.

—Lo sé, aunque estoy segura que entenderá que si ama a su padre, él debe dejar de sufrir.

Un silencio alentó a Nadya a continuar con sus palabras, ya que Victoria no sabía ni qué pensar, solo en reprocharse a ella misma por haber estado encaprichada por una chica en vez de estar pendiente a lo que pasaba con su mejor amiga, su casi hermana.

—Vicky, esos suplementos que le daban, nunca le iban a causar nada si desde un principio nadie supo qué era lo que tenía.

—Lo sé Nadya lo sé, desde el segundo uno que me comentó sus malestares que hicimos todo para ayudarla con su padre, pero en P.R los médicos no son lo mejor. Le pido a dios que todo salga bien.

—Se dejó estal' ese hombre, María, se dejó estal'– Frotó sus ojos la castaña, sintiendo un sueño profundo apoderarse.

—Deberías descansar..– Aconsejó la rubia, palmeando su hombro en muestra de apoyo, pero confundiéndose al instante al ver la expresión de Nadya.

—¿Y esa chamaquita?

—Dios, lo que faltaba..– Susurró para sí, pero la contraria alcanzó a escuchar

Alessa llegaba con su bolso de tela, unos jeans holgados y una baby tee que cubría hasta su ombligo. Victoria no pudo evitar suspirar, ¿quería hacerle peor a Mariana acaso?

—¿Qué haces aquí?– Preguntó descaradamente pero en un tono que solo ambas podían escuchar.

—Vine a hacer compañía, sé sobre la familia de Mari.

–"Sé sobre la familia de Mari.." "Mari.." "Mari..."

Escuchar eso retumbar en su cabeza la volvía histericamente loca. Quería golpear la pared hasta que se le borrara de la mente.

—No puedes estar aquí- Se cruzó de brazos y tensó su mandíbula, en cambio, la rizada la miraba desafiante e incrédula.

—¿Ah sí? ¿Ahora tengo que hacerte caso?

—Mariana no quiere verte..

—¿Quién eres? ¿Victoria o Young Miko?

Esas palabras fueron como un balde de agua helada sobre el cuerpo de la rubia, quien se confundió y lo demostró en sus expresiones faciales. Tomó del brazo a Alessa y la llevó un poco lejos del pasillo de espera, mientras la misma se intentaba soltar de su agarre.

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