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—Vicky..

El llamado se sentía lejano ante los oídos de la nombrada, quien estaba con sus ojos hinchados y rojos, más el azul que era cristalino.

—Es mami..

La rubia se levantó a abrir la puerta finalmente, dejando ver su vulnerabilidad siendo recibida por los brazos de su madre. Esa calidez que siempre necesitaba al volver a su tierra, al volver a casa.

—No sé qué hacer– Dijo en un hilo de voz, apretando más a Evelynn

—Escucha, tranquilízate.. No todo debe tener una solución, hija, las cosas a veces tienen que fluir.

Las dos se sentaron en la cama, la mujer mayor acariciaba la espalda de su hija mientras sollozaba, frotando sus ojos.

—Alessa se va a ir, ¿Quieres despedirte?










































Noviembre llegaba sin previo aviso, atormentandome como siempre al revisar el calendario y notar como la fecha de la boda de Amelia se acercaba y parecía no tener descaro en ir más lento.

Mi vida ahora se basaba en un sube y baja de emociones, como una montaña rusa. Conocí más personas, invertí tiempo en socializar en mi nuevo trabajo y con eso logré olvidar un poco el disturbio que era manejar con las puertoriqueñas.

Ni Mariana ni Victoria podían marcar a mi número porque lo cambié, y ni siquiera logré despedirme bien de ellas sabiendo que las volvería a ver. Por eso justamente no quería que el tiempo comiera mis pensamientos y mi culpa.

Si fuera por mi, por hacer mis cosas bien y por nunca más haberme metido en esa familia de lleno, quizás nada de esto tendria que ver con todo lo que ahora estoy pagando.

—Se vienen tiempos difíciles ahora, sobre todo con los huracanes– Comentó Marcel, una compañera de trabajo a quien le agarre cariño a su compañía.

—Tienes razón. Tú debes cuidarte bien, no creo que para noviembre esté por aquí.

—¿No? ¿Por qué?

—Tengo la boda de una de mis mejores amigas, soy su dama de honor– Medio sonreí, recordando, Marcel impresionada y emocionada por mí también sonrió

—Eso es muy lindo, que lo disfrutes muchísimo.

—Eso espero. — Contesté, literalmente rezando junto con sus palabras de poder disfrutarlo.

En parte soy una mujer adulta, pero no entiendo por qué siempre mis emociones me ganan ante todo, por qué siempre debe salir mal cuando trato de amar ¿Nunca encontraré solución?

—Entonces para navidad, ¿estarás aquí?

La ojiverde me sacó del trance, yo automáticamente la observé, dudando si realmente iba a festejar o no.

—No lo sé, pero te mantendré al tanto por si quieres pasar por mi departamento.

Marcel asintió contenta, tomando un par de cajas en sus manos y yéndose de la tienda. Me tocaba cerrar a mí, por lo que rápidamente fui a buscar las llaves a la caja, saludando por la ventana a la otra. Entre mi búsqueda sentí como la puerta era abierta nuevamente, emitiendo ese dulce pitido que anunciaba a un nuevo cliente. Pensando que era Marcel buscando algo que se le olvidó no le presté mucha atención.

—Marcel, aquí no están las llaves de tu auto, pero acaso viste las de la tien...

Mis palabras quedaron en el aire al ver a tal chica con su pelo teñido de borgoña, sus ojos azules y tatuada hasta el cuello parada frente a mí, como si viniera a buscar algo.

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2024 ⏰

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