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Número once en el elevador para poder subir a mi habitación.

El apetito se me fue, estaba totalmente agotada y más la pelea que tuvieron Amelia y Juan minutos antes de salir de la tienda porque al final va a ir a ver otros vestidos me llevó a mi límite.

Victoria quiso subir a acompañarme, pero le pedí un rato sola, necesitaba un rato sola. Además compartíamos habitación, así que me dijo que iba a dormir un rato en lo de Juan hasta que él llegara a despertarla.

Y bueno, yo a Juan ni lo quería ver porque por  su culpa me encontraba del peor humor posible.

Antes de que las puertas del elevador se cierren, entró a quién menos esperaba ver.

Mariana.

Aclaré mi garganta y saqué mi celular del bolsillo.

Sin batería.

Genial. Hasta había olvidado que aún seguía enojada con ella de lo distante que fue.

Apretó el piso 29, que era el más alto, y yo le dirigí una mirada extraña. Estábamos en el mismo piso, ¿para qué el último?

—El piso es el once- Dije, acercándome para apretar el botón correspondiente, pero tomó mi mano antes, frenando mis movimientos.

Me acercó a ella con rapidez, con nuestras respiraciones y alientos chocando, mientras relamia sus labios a propósito para que me tiente.

Y claro que logra hacerlo

—El piso veintinueve se tarda más Alessa- Habló tan cerca de mí que podía ver como se movían sus jugosos labios- ¿O debo decirte mi amor?

—No tengo segundo nombre.- Contesté, ni siquiera supe cómo ni con qué aire porque realmente me faltaba.

Algo dentro de mí palpitaba, se mojaba y pedía a gritos ser tocada por ella.

El momento fue tan rápido que ni cuenta me había dado que las puertas del ascensor recién se habían cerrado.

La morena colaba su mano hasta mi trasero, masajeandolo a su gusto y luego buscando el botón de mi jean.

Me besó desesperadamente, tomando mi nuca con fuerza para pegarme más a ella aunque ya fuera casi imposible, mientras su otra mano que aún jugaba con el botón, consigue abrirlo y así poder darle entrada a mi ropa interior.

Jadeo de repente, sin darme cuenta luego se escapa un gemido al escucharla maldecir por lo mojada que ya me encontraba.

Sus besos fueron al cuello, chupandolo entero con su lengua, y ahí sus dedos entraron en el round empezando a moverse y apretar mi círculo.

—Mari...- Gemí por lo bajo. Ella se alejó de mí un poco para verme y me recostó en el metal.

—¿Cómo amor? No te escucho- Dijo mordiendo su labio y jugando agresivamente con mi clitoris.

—Hmm- Volví a gemir tirando mi cabeza para atrás- Sigue..

—Dilo más alto hermosa- Pidió siguiendo con el mismo ritmo de antes.

—Más, Mari, más- Rogué mirándola a los ojos, totalmente desconcertada debido al placer.

Insertó un dedo, luego otro, y los movió con un ritmo bastante rápido para luego sumarle su pulgar jugando con mi punto más débil.

Miré al costado, viendo como estábamos ya por el piso veinticinco. Para apurar más el orgasmo metí una mano en mi blusa y comencé a tocar mis senos.

Esa sí que era una parte muy débil de mí, y la conocía muy bien.

Mis gemidos más altos y continuos alertaron a Mariana, quien ya estaba lista para que soltara mi orgasmo, pero ya estando muy cerca del último piso bajó al piso correspondiente, y así tardabamos más en llegar.

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