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El llanto y las palabras de una sensible Victoria se escuchaban afuera de la habitación, la puerta cerrada y sus zapatos en la entrada de esta, se me hizo inevitable no escuchar.

-No es tu culpa mi cielo, tranquila..- Y ahí se escuchaba de nuevo su madre, Evelynn, quien se había encargado de consolarla hace tiempo, mientras se desahogaba.

-Ya estoy listo- Dijo Juan, saliendo de su habitación y mirándome con mala cara al descubrirme escuchando.

-Fue sin querer..- Intenté excusarme, él negó restando importancia.

-Lo del padre de Mari le ha pegado fuerte, ya es la tercer fecha que cancela de su gira- Explicó, caminando por el pasillo y bajando las escaleras, yo lo seguía detrás.

-Sí, lo noté, ¿de Mari te enteraste algo?

-Aún nada, y me preocupa, pero sí escuché a mi papá hablar con ella.. Sé que necesita más confort, ha frenado con su trabajo también.. ¿Por qué no vas a verla?

Suspiré, ya ambos estando en la planta baja y el rubio terminando de poner su abrigo me miró, esperando una respuesta.

-Es una larga historia. Vamonos ya, el cementerio cierra a las ocho, no estamos cerca de ahí.

Ahora nos subíamos al auto, rumbo a visitar a mi padre, hoy se cumplirían sus 58 años, iba a festejarlo con él y con Juan, quien me acompañaría de paso.

Pasé por unas flores, unos hermosos tulipanes y lirios, los favoritos de mi hermana. Caminamos por el pasto y lo encontramos ahí. Con esas flores marchitas, un poco de polvo en su nombre que limpié de inmediato, y cambié aquellas flores por las nuevas.

-Feliz cumpleaños- Sonreí con nostalgia, viendo todo el panorama y recordándolo- Hoy vine con Juan, para que te alegres un poco.

Quedé con Juan en volver a Puerto Rico estas últimas semanas de verano, el invierno se acercaba lentamente, y a pesar de que Puerto Rico sea exótico y tropical respecto al clima, era lo contrario a lo que vivía día a día en Los Angeles.

Él me ofreció quedarme en su casa, ya que como Victoria iba y venía de país en país, podía usar su habitación en lo que restaba de su gira, pero con las últimas noticias que teníamos sobre la familia de Mariana, nadie sabía dónde meterme con la rubia en casa.

Terminamos nuestras oraciones, yendo a almorzar a algún lugar cercano, y finalizando la tarde en la playa. Estaba segura que mi papá no estaría orgulloso de verme llorar por su muerte como lo hacia años atrás, ahora es un día más, donde Juan o Amelia, o quizás mamá me acompaña a hacer más cosas que desahogarme llorando como siempre.

—¡Estamos en casa!- Gritó el castaño dejando las llaves del auto en el mueble- ¡Mai!

Nadie respondía, y yo reí un poco viendo como esperaba que Evelynn o Carlos dijeran algo.

—Está en el mall.

Como si fuera una película de terror, Victoria soltó de la nada esas palabras, acostada en el sillón beige del living que se camuflaba con su cabello y su manta.

—Cabrona que susto..- Juan agarró su pecho con el ceño fruncido, me miró a mí y después a la cocina– Voy a preparar algo fresco pa' tomal', espérame mientras.

Obedecí ante lo que me dijo y me senté en la otra punta del sillón donde la rubia reposaba. La miré a ella y luego a la televisión, que justamente notificaba la cancelación de sus conciertos y el descontento de sus fans. Verla así, tan desorientada, desanimada y con una vibra triste, me partía un poco el poco corazón que quizás me quedaba.

No quería acercarme mucho después de lo que pasó en el hospital, de hecho, ella ni siquiera era capaz de mirarme, y yo intentaba crear algún interés de por medio entre nosotras, pero era obvio que ella no quería realmente.

—¿Te sientes mejor?- Solté sin pensarlo, sus ojos azules seguían clavados en la televisión y de su nariz salió una muy leve risa irónica.

—Qué pregunta..- Amargamente contestó, y yo mordí mi labio con incomodidad.

—¿Sabes algo de Mari? ¿Cómo está ella?

—Nos peleamos.

Supongo que eso fue un gran golpe en mi estómago que hizo que quisiera vomitar.

—Oh.. Ya veo, lo siento mucho, Vicky- Intenté arreglar mi desastre como pude, pero sabía que esas palabras "contenedoras" no ayudaban en nada.

—Está bien..- Su tono fue apagado, y cada vez que hablaba sentía que la hundía más en culpa.

—Sí necesitas algo sabes que puedes contactarme, decirme, hablar o puedo escuch..

—No quiero, contigo no- Esta vez, sus ojos azules que parecían el mismo mar de Puerto Rico, miraban directamente los míos

Un escalofrío subió y bajó por todo mi cuerpo, sintiendo como mis pelos se ponían de punta.

—¿Qué..?

—Sí tú no hubieras ido al hospital, quizás Mariana seguiría siendo mi mejor amiga, mi casi hermana..- Musitó, no muy fuerte como para que Juan lo escuché, pero lo suficiente como para decírmelo a mí.

—Vicky, tú sabes que Mariana y yo tuvimos algo– Expliqué, moviendo mi torso quedando frente a frente mientras ella apoyaba su cabeza en una de las almohadas del sillón.

—¿Y entre nosotras? ¿Qué? ¿No tuvimos nada, verdad?

—No es así, y no puede ser porque yo no quiero estar con alguien como tú.

—¿Te respaldas en esa excusa en serio? ¿Por qué no sólo dices que te sientes mal de estar con la mejor amiga de tu ex, eh?– Mi cara a todo esto estaba segura que era un poema– Debe dolerte demasiado

—¿Qué? No! La fama te está cegando a ti, no te deja ver a las personas que realmente te aman Victoria, no quiero lo que tú ya tienes.

—¿Y qué quieres entonces? ¿Qué quieres de mí o de Mariana?

Abrí la boca para hablar, pero el silencio habló más rápido solo.

—¿Sabes qué quería yo de ti, Alessa? Yo quería el mismo abrazo que le diste a Mariana mientras lloraba por su padre.. Me arrebataste a Mariana, mí Mariana..

Sus lágrimas salían solas sin control, haciéndome sentir un hueco enorme en el centro de mi pecho, haciéndome casi imposible respirar.

—Vicky..

Juan llegó silbando con tres smoothies en una bandeja, pasando entre los sillones del living y llegando a la mesita ratonera que había enfrente.

—Para refrescarnos.. Ey, Victoria, ¿pa' qué te vas? Te hice para ti, de fresa y mango, el que te gusta.

—No tengo hambre- Dijo mientras subía las escaleras, poniéndose el gorrito de su hoodie.

Terminé por tragarme el llanto y el nudo que se me hacía en la garganta, suspirando y tomando casi de inmediato el batido que el castaño preparó.

—¿Estaba llorando?- Preguntó, cambiando de canal la tele y poniendo Netflix.

—No lo sé- Dije intentando fingir la mayor demencia posible.











































































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⏰ Última actualización: Oct 04 ⏰

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