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La luz cálida de las velas iluminaba la terraza del restaurante, creando un ambiente íntimo y acogedor

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La luz cálida de las velas iluminaba la terraza del restaurante, creando un ambiente íntimo y acogedor. Charles había reservado una mesa grande, ubicada en un rincón tranquilo con vistas al puerto de Mónaco. La noche prometía ser especial, no solo por la compañía, sino también por lo que representaba para Charles y Alessia.

Alessia llegó acompañada de sus amigos, todos vestidos con una elegancia sencilla que reflejaba su personalidad. Aunque intentaba mostrarse relajada, no podía evitar sentir un ligero nerviosismo al saber que esta cena no era un simple encuentro. Charles había decidido dar un paso importante al presentarle a las personas más cercanas a él, un gesto que hablaba de compromiso y confianza.

Desde su lugar, Charles observaba la entrada, ansioso pero disimulando su emoción. Al verla aparecer, su rostro se iluminó de inmediato. Alessia llevaba un vestido azul que parecía hecho a medida para ella, y su sonrisa era suficiente para eclipsar cualquier estrella en el cielo.

Cuando llegó a su lado, Charles no perdió tiempo en saludarla con un abrazo que transmitía más de lo que las palabras podían decir.

—Te ves increíble —le susurró al oído, sin poder ocultar la admiración en su voz.

El grupo fue guiado a la mesa, donde los amigos de Charles los recibieron con entusiasmo. Había una mezcla de rostros conocidos y nuevos para Alessia: Max Verstappen, Pierre Gasly, Lando Norris y otros pilotos del circuito que ya habían oído hablar de ella por las menciones de Charles.

La cena comenzó con un ambiente relajado, lleno de risas y anécdotas. Los amigos de Charles resultaron ser tan carismáticos como él, logrando que Alessia y sus acompañantes se sintieran cómodos rápidamente. Sin embargo, a pesar del bullicio, Charles parecía siempre enfocado en Alessia. Se inclinaba hacia ella para hacerle comentarios privados, reía con sus bromas como si nadie más estuviera presente y la miraba con una intensidad que no pasaba desapercibida para nadie.

En un momento, Pierre, con su característico sentido del humor, decidió romper el hielo de manera directa.

—Bueno, Alessia, cuéntanos. ¿Qué hiciste para conquistar al inalcanzable Charles Leclerc?

Alessia, sorprendida por la pregunta y sintiendo las miradas de todos sobre ella, se rió nerviosamente.

—No sé si lo conquisté —respondió, intentando restarle importancia—. Creo que él fue quien me conquistó a mí.

—Eso es discutible —intervino Charles con una sonrisa traviesa, mirando a Pierre—. Digamos que ella tiene un talento único para dejarte sin palabras.

—¿Ah, sí? —preguntó Max, alzando una ceja—. ¿Y cuál fue ese talento?

Alessia intentó explicar, aunque su tono mostraba cierto pudor.

—Hice un trabajo para mi universidad sobre su carrera. Fue una especie de investigación... bastante extensa, para ser honesta.

—¿Extensa? —repitió Oscar, intrigado—. ¿Cuánto estamos hablando?

—Más de 300 páginas —respondió Charles, antes de que Alessia pudiera minimizarlo—. Y no solo eso, era increíblemente detallada. Nunca había visto algo así, y créanme, me he leído muchas biografías sobre mí mismo.

El grupo reaccionó con asombro y respeto.

—¡Eso sí que es dedicación! —dijo Max, levantando su copa en señal de admiración—. Charles, creo que tienes competencia en el nivel de obsesión por los detalles.

—O en el nivel de enamoramiento —añadió Pierre con un tono burlón, ganándose una mirada de advertencia de Charles.

A pesar de la diversión del grupo, Charles no podía evitar volver su atención a Alessia. En medio de la conversación general, encontró momentos para susurrarle pequeñas confesiones, comentarios que solo ellos podían escuchar.

—Eres el centro de todo esta noche —le dijo en un momento, inclinándose hacia ella mientras los demás reían por alguna broma de Lando—. Quiero que sepas que esto es solo el comienzo.

Alessia lo miró, sintiendo que el mundo se detenía por un instante. Había algo en su tono, en la manera en que la miraba, que la hacía sentir segura, apreciada, como nunca antes.

Cuando la cena llegó a su fin, el grupo comenzó a despedirse, pero Charles se quedó rezagado, buscando un momento a solas con Alessia. Caminaron juntos hacia la salida, con las luces del puerto reflejándose en el agua y creando un escenario casi mágico.

—Gracias por venir esta noche —le dijo Charles, tomando su mano con suavidad—. Era importante para mí que conocieras a mis amigos.

—Yo también lo disfruté mucho —respondió Alessia, con una sonrisa que no podía ocultar—. Son increíbles, y me alegra haber tenido la oportunidad de conocerlos.

Charles se detuvo, girándola para mirarla directamente a los ojos.

—Pero lo más importante para mí no era que ellos te conocieran, Alessia. Era que tú supieras cuánto significas para mí.

Alessia sintió que su corazón se aceleraba. La intensidad en sus palabras y en su mirada la dejaron sin aliento.

—Charles… no sé qué decir.

—No tienes que decir nada —la interrumpió suavemente, colocando un dedo sobre sus labios antes de inclinarse y besarla en la mejilla—. Solo quería que lo supieras.

Con esa declaración, la noche terminó de una manera dulce y significativa. Alessia, mientras observaba las luces de Mónaco en la distancia, supo que esta no era solo una cena más. Era el inicio de algo real, algo que prometía cambiar sus vidas de una manera que apenas comenzaban a descubrir.
















alessiam

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