Capítulo 4: Pasado.

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Red Hood se había sentido inexplicablemente miserable por las palabras que la chica le había dedicado cuando se despidieron de manera tan abrupta, y cuando salió a tomar aire a ese callejón se dio cuenta de que no le había pedido siquiera su número telefónico.

Así que regresó al motel de paso donde había estado con ella, al menos de una forma, y justo antes de tocar la puerta se detuvo. Ariadne seguía llorando, y de nuevo sintiendo un maldito nudo en la garganta, decidió que no debía molestarla, y buscando un punto de refugio, se escondió.

Después de lo que él había escuchado de su historia, creía que era necesario cuidarla, al menos esa noche, al menos desde las sombras. Por un momento se sintió un maldito Stalker, pero después intentó sacudirse ese pensamiento negativo de la mente considerando que la pobre chica necesitaba que al menos alguien se preocupara por ella alguna maldita vez.

Al llegar la mañana, Red Hood miró cómo la chica salía de aquel cuartucho del motel de paso, y con un paso seguro y sutil, comenzó a seguirla. Convenciéndose a si mismo de que lo hacía por motivos de seguridad, para vigilarla, y si después de ello, Ariadne se volvía su informante, bueno, eso la convertiría en la primera stripper en ayudarle a combatir el crimen.

Ariadne y él recorrieron un considerable trayecto desde ese lugar hasta el complejo de departamentos en el que ella y las strippers de Silvano vivían, viéndola acercarse a un edificio con rastros de humedad, pintura vieja y rejas de hierro descuidadas, parecía ser la demostración de otro de los maltratos que "El Rey Mono" daba a sus empleadas, el hecho de que no les diera ni siquiera un lugar digno para vivir.

Red Hood tuvo que repetirse a si mismo que todo esto era una labor de investigación, y que no podía hacer nada más con Ariadne hasta que él estuviera seguro de lo que ella era y de que si le pedía lealtad, ella no lo traicionaría. Así que, tragándose su coraje, la miró subir las escaleras del edificio, con un dispositivo del casco revisó que el departamento al que ella estaba entrando no tuviera rastros de calor, y con otro de ellos rápidamente le tomó una foto, justo cuando entraba por la puerta del departamento con el número 302.

Luego de verla entrar segura a su casa, el vigilante suspiró, o más bien, bufó, al darse cuenta de que ya estaba al menos un poco más segura, y comenzó a caminar por los techos de los edificios buscando esconderse entre las sombras de la mañana, a una altura suficiente para que nadie lo relacionara con ella, y luego, cansado y serio, volvió a su casa de seguridad.

...

En aquella misma noche, Red Hood se la pasaba haciendo lo posible para olvidar el recuerdo de los labios de la chica, y de su mirada, púrpura y soñadora como una noche estrellada, sin éxito alguno. Recordando el casco con el beso marcado que se mantenía reposando en un librero de su casa de seguridad. Estaba utilizando otro y no se había atrevido a borrar el recuerdo de aquellos labios sensuales. Aunque no supiera exactamente el por qué.

El vigilante patrullaba por las calles con un semblante malhumorado y grosero, golpeando criminales a la primera provocación, parecía ligeramente más agresivo y hostil, pateando criminales y mostrándoles la justicia a sus no muy morales maneras mientras se culpaba a si mismo de ser un blandengue, de dejar que una mujer lo afectara tanto, de recordar su aroma, demonios, hasta de atreverse a extrañarla, y no estar preparado para ello. Por cada momento en el que se la pasaba pensando en la chica, más se daba cuenta de que no sólo pensaba en ella por la investigación que representaba, y aquella premisa le provocó un atisbo de preocupación.

Así que luego de dejar a tres hombres fuera de combate, y tal vez incluso de dejarlos sin ánimo de hacer bajezas, se apartó, notando que su mal humor comenzaba a ir demasiado lejos incluso en su ánimo tan... estoico y frío, por no decir algo mejor. Y decidió que debía tomar el toro por los cuernos y dedicarse de lleno a investigar sobre aquella stripper. Para luego continuar con su vida y con su primera investigación sobre el Joker en paz.

El Farol en la NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora