❛ runaway : sunsun ,

O17

Lo que restaba del invierno se le había hecho bastante rápido como el parpadear. Cada día que iba transcurriendo parecía que todo estaba mejorando cada vez más hasta sentirlo como un sueño.

Así se sentía estar felizmente enamorado, ¿Verdad? Sunoo sentía que flotaba cada que caminaba por su habitación escuchando la voz de Sunghoon en llamada, flotaba cada que se topaban en la empresa y se saludaban tímidamente, y flotaba en cada encuentro que tenía en la casa de Hoon o en su propio dormitorio.

Y entonces llegó la primavera, y con ello las mil y un mariposas en su estómago volvían a estallar porque cierto día se agregaba un mes a la relación con Park Sunghoon, su Hoonie.

Al ser ambos unos artistas, sabían la carga de trabajo que conllevaba aquello y es por eso por lo que quizás se hayan entendido mejor al no reclamarse porque podían pasar semanas y sólo existía el intercambio de mensajes cortos, y una que otra llamada, pero era totalmente suficiente porque cuando lo hacían era con un entusiasmo mutuo.

A Sunoo le encantaba saber más sobre el trabajo de Sunghoon, y viceversa. Cuando se daban sus escapadas, omitían aquello y pasaban más tiempo en contacto con sus cuerpos que otra cosa. Acostados, abrazados en el sofá viendo una película, cocinando, embriagándose, besándose y tocándose.

Estaban en esa fase de luna de miel, aunque a Sunoo le costara admitirlo delante de sus hyungs, quienes no desaprovechaban la oportunidad de hacerle burla hasta ponerlo totalmente rojo, fingiendo estar ofendido para salir de ahí y encerrarse en la habitación que compartía con Jungwon.

Fue a inicios de junio cuando Sunoo entró en la casa de Sunghoon, encontrándola totalmente vacía y con ese silencio que quizás seguía detestando, pero sólo un poquito. Sabía que su novio seguía trabajando, por lo que se había adelantado para darle una bonita sorpresa además de otras noticias.

Hace tres meses que Hoon le había entregado una copia de llaves de aquel modesto departamento. Había varias cosas suyas que ahora lo hacían lucir más como un hogar que sólo una habitación de paso. Cepillos de dientes, ropa, productos de belleza, su propia almohada, que estaba pegada a la cama matrimonial porque Sunghoon había insistido que necesitaban más espacio para que ambos despertaran cómodos, aunque terminaban pegados como muéganos cada vez que sucedía aquello.

El ahora pelirrojo dejó algunas compras que había hecho en el supermercado antes de pasar ahí. Planeaba estar aquel fin de semana en aquel hogar junto a su pareja porque milagrosamente habían coincidido con los descansos, así que había comprado suficiente para darse un festín en esos tres días.

Tomó el mandil y encendió la bocina conectando su teléfono para ambientar su aventura por la cocina. No era muy bueno, por no decir que pésimo, pero en todos esos meses había estado tomando secretamente clases de cocina entre ensayos porque no quería que Sunghoon fuera siempre el que cocinaba... además de que se había aburrido de lavar los platos.

Ese día sería la primera vez que cocinaría sin ayuda de su novio. Estaba un poco nervioso, sí, pero una noche antes había preparado lo mismo para sus compañeros de piso y estos habían dado el visto bueno, aquello quedó reforzado porque nadie tuvo que encerrarse en el baño por problemas estomacales.

No haría un gran banquete, pero sí estaría hecho con amor. Haemulpajeon.

De igual forma tuvo que repasar otra vez su recetario para asegurarse de que la cantidad de mariscos, cebolla y verduras, además de preparar la masa fuera exageradamente exacta.

Se meneaba al ritmo de la voz de Ariana Grande o Wallows, checaba su teléfono cuando había que esperar un poquito más para que la cocción fuera perfecta. No sólo era una cena, era un regalo de gratitud para su novio por haberlo cuidado durante aquellos meses.