𝐕𝓲𝓸𝓵𝓮𝓽 𝐄𝓿𝓮𝓻𝓰𝓪𝓻𝓭𝓮𝓷 ━━━ 𝐓𝚑𝚎 𝐒𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝 𝐋𝚘𝚟𝚎

Capítulo 35: Niebla de muerte.

Los primeros rayos del radiante sol se hacían presentes en la enorme ciudad que envolvía al planeta capital de la galaxia, Coruscant. Cada rincón de cada callejón en cada calle era iluminado mientras los habitantes que el planeta albergaba comenzaban su nuevo día.

La enorme y majestuosa manta de luz dorada del sol finalmente atrapó al enorme templo Jedi que se alzaba en el centro de la capital. Los caballeros Jedi que lo habitaban de esta forma daban inicio a un nuevo día, algunos amaneciendo más temprano que otros.
Mientras tanto dentro de uno de los dormitorios de aquel enorme templo, un pequeño bostezó era el sinónimo de que un nuevo día comenzaba para Violet. Tras abrir los ojos con sus energías renovadas y al intentar levantarse un poco de la cama se dio cuenta de que descansando plácidamente sobre su pecho estaba quien hace una noche era su maestro. Al verlo no pudo evitar sonreír mientras una de sus metálicas manos se posaba lentamente sobre el cabello oscuro que este tenía comenzando a acariciarlo con delicadeza mientras su voz baja tan cálida y dulce decía: -"Nunca lo había visto dormir tan profundamente y tan cómodo...pero sobre todo, no me había dado cuenta de lo bonito que se ve mientras duerme"-, no era la primera vez que dormían juntos, pero esta vez para Violet era diferente, era aún mas especial que las otras veces, aún mas especial que la primera vez. Podía sentir con más calidez y más calma la respiración de Gilbert además de los pequeños ronquidos que este emitía dormido profundamente.
Ella simplemente no tenía el coraje de despertarlo, mucho menos quería hacerlo, quería dejarlo así todo el día de ser posible, pero sabía que era momento de despertar y comenzar con un nuevo día. Con su voz un poco somnolienta, pero aún cálida y tan suave como el tacto de una pluma, Violet dijo al oído de Gilbert en forma de un suave susurro intentando despertarlo. -"Despierta...ya es hora de despertar...por favor despierte"-, aún le costaba dejar de intercalar los nominativos, dejar de tratarlo de manera cortes y distante después de años de haberse comunicado con el de esa forma sería complicado.
Violet no recibió otra respuesta más que un pequeño suspiro seguido de leves ronquidos por parte de Gilbert, ella solo volvió a recostar su cabeza sobre la almohada observando al techo mientras en su mente recordaba todo lo que pasó hace tan solo una noche, haciendo hincapié en aquel último encuentro con su lado más oscuro, la última vez que hablo con Horus.

"La Galaxia está maldecida...¿A qué se refería con eso?, ¿Y por qué estoy pensando en eso justo ahora?...mientras más lo pienso más confuso se vuelve", pensó Violet con algo de preocupación.

En ese momento y tras dejar escapar un suspiro de aire caliente por su boca, sintió un pequeño cosquilleo que de extendió por todo su cuerpo hasta transformarse en un escalofrío, como si la propia Fuerza le estuviera dando el preludio de una tormenta que aún era imperceptible para sus ojos azules. Ella no le tomo mucha importancia de momento aunque sabía que si dicha anticipación en forma de cosquilleo se hizo presente, era algo que tal vez debería presentar atención.
Finalmente, un pequeño gemido fue emitido por un somnoliento Gilbert quien al abrir sus ojos revelando aquellos dos orbes verdes como esmeraldas brillantes como estrellas; dejo escapar un pequeño sobre salto alejándose un par de centímetros de Violet quien solo lo miraba con una cálida sonrisa dibujada en su blanquecino rostro de porcelana con sus ojos azules como brillantes zafiros se mantenían fijos en quien alguna vez fue su maestro.
-"Buenos días Gilbert...espero y hayas podido descansar bien"-, dijo la Jedi aún con esa suave y cálida voz que para aquel hombre de cabello oscuro era un canto de aves en esta mañana tan soleada. Gilbert al despertar y llevarse un pequeño sobre salto respondió con algo de timidez y aún un poco de somnolencia mientras con una de sus manos en forma de muñón frotaba uno de sus ojos. -"B-buenos días Violet"-, posteriormente, el agregaría ahora ya más tranquilo aunque un poco apenado y con un suave tono rosa en sus mejillas.