Después del adiós

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Después del adiós

Buscando la calma







Había días buenos y días malos.

Por lo regular, eran más buenos que malos. Hoy era un día intermedio.

Nadie le dijo que el dolor se iba tan lento. Tal vez nunca se iría, no descifraría el silencio al otro lado de la línea. Al mes y tanto que pensó que se encontraba mejor, tuvo una recaída. Sintió caer su máscara, su progreso, todo. Se dio cuenta que la verdad escondida que se retorcía bajo su red de pequeñas mentiras que lo protegían era que, una parte muy profunda y arraigada, esperaba que pudieran regresar. Como si solo fuera un mal sueño, su primera gran pelea, como si hubiera algo que salvar. A pesar de todo lo que dijo, todo lo que creyó, Kiyoomi seguía como un niño pequeño esperanzado el regreso de un amor que ya no era. Aceptar esa otra verdad le costó por lo menos una semana. Aceptar que Atsumu no regresaría mágicamente otra vez, aceptar que quizá no era tampoco lo qué quería.

Ahora tenía un mantra que repetía constantemente cuando se sentía temblar: Tal vez, algún día.

Tal vez, algún día, dejaría de doler tanto.

Tal vez, algún día, no lo extrañaría en absoluto.

Tal vez, algún día, continuarían la vida que dejaron pendiente.

Hasta entonces, Kiyoomi no podía aferrarse al pasado. Ni al pasado ni a lo que pudo ser. Debía, tenía que, seguir con su vida. Afortunadamente para él, contaba con personas que hacía más llevadera su carga.

Había días en los que vigilaba atentamente su celular. En busca de un mensaje, una llamada, algo que le dijera que Atsumu pensaba en él tanto como él lo hacía. Nunca llegó nada. Ni una indirecta, algún like escapado, ni una noticia. Era en vano que tuviera un timbre especial si nunca sonaba.

Resultó que Motoya quedó engatusado entre la familia Miya. No lo culpaba, él también cayó en esos encantos. Desconocía y, mucho menos, le importaba poco cómo funcionaba la relación de su primo con su ex cuñado y su novio. Un día de esos, quedó atrapado en el elevador junto a Osamu Miya. Nunca consideró que se llevaran mal hasta ese momento. Lo miraba como si él fuera el culpable de todas las desgracias en la vida de su hermano. Al contrario, Kiyoomi sentía más derecho a tener esa postura que él. Los siete pisos se sintieron eternos. Kiyoomi no hizo el amago de acercarse y entablar una conversación, no hasta que vio que Osamu si lo hizo. A lo mejor su aspecto demacrado dijo más que el intento de palabras, o fue su mirada lastimera, algo debió convencerlo de hacerlo porque la linda actitud desinteresada de Kiyoomi no fue.

Osamu Miya lo tuvo cinco minutos más de lo requerido preguntándole cómo le iba. Cómo iba su carrera profesional, no cómo iba su vida personal particularmente. Su primer pensamiento fue que lo preguntó por o para Atsumu, sino, ¿qué razón habría para interesarse en él? Por su parte, jamás había perseguido a algún ex novio de Motoya después de la ruptura, aunque fuera culpa de su primo que las cosas no funcionaran. Desconocía por qué ahora le importaba, pero le dio una pequeña actualización de su estatus, cómo iban a aprovechar la gran avalancha de popularidad para su nuevo álbum.

Se despidió con un pequeñoasentimiento, sin soportar unos minutos más recordando a Atsumu así. Obligado aseguir encontrándolo en todo, quisiera o no. Ni siquiera terminó de saludar a su primo, pasó a su habitación deinvitados designada solo para él y se encerró. 

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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