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-Hoy señoritas como todos sabemos iniciamos un curso más en esta insititucion-comenzo la directora.

Nos encontrabamos en la parte trasera del internado, las maestras y ella se encontraban sobre la explanada del lugar y nosotras frente a ellas en una perfecta formacion militar de 5x10 (cinco chicas adelante con diez alumnas detrás de cada una), Sam estaba a mi lado con la cara roja gracias a las carcajadas que se estaba aguantando desde que habiamos terminado de colocar todo para la gran broma de hoy.

-Esperamos de ustedes disciplina y total atencion en cada una de sus clases, al igual que un gran respeto hacia las docentes que impartiran cada una de ellas. Su desempeño debe ser excelente, sin ningun tipo de error, estan aquí solamente para aprender, para nada más...

Cruela decia eso por que los directivos que daban dinero a la institucion se encontraban hoy presentes, nos habia hecho arreglar el castillo justo para esta ocasion, todo estaba en perfecto orden o al menos asi lo habian dejado anoche. Las navajas habian sido retiradas de todos los cuartos al igual que cualquier objeto punzante y las amigas de Ana y Mia habian sido obligadas a comer esta ultima semana como si fuera la ultima de sus vidas solo para que este dia estuvieran un poco mas llenitas y pudieran decir que su tratamiento funcionaba.

A la directora se le veía nerviosa y eso solo hacia que lo que estaba a punto de ocurrir se volviera aun más alucinante de lo que ya era.

Magdalena termino su discurso, sus ojos negros se situaron en todas nosotras indicandonos con la mirada lo que teniamos que hacer ahora. Por hileras comenzamos a entrar al lugar, Sam no podía contener más la risa, sabia muy bien que cuando la broma cayera era capaz de orinarse de la risa. Todas nos situamos frente a nuestros salones aun perfectamente formadas, las docentes que se encargarian de cada grupo estaban frente a las puertas, todas con una mano en el pomo de éstas listas para abrirlas en el momento en que la directora lo indicara. Mordí mi labio con nerviosismo y cruce mis dedos para que todo saliera a la perfeccion. Mire a Samantha y ella hacia lo mismo.

Uno

Dos

Tres

Gritos y más gritos inundaron el lugar, carcajadas de parte de Sam fueron escuchadas sobre el estruendo al igual que la de todas en el lugar. La cara de cruela no tenia comparación, en menos de un segundo su rostro se volvio palido, blanco casi transparente, y puedo jurar que lo oxigenado de su cabello casi sale corriendo y deja a la vista su negro natural. Los supervisores estaban rojos del coraje, los tres corrieron a ver a las maestras mas cercanas a ellos, su cabello y vestimenta estaban llenos de lodo y pasto mojado junto con cemento y algo de estiercol, nadie podía dejar de reir.

Entraron al primer salon, bancas desordenadas, gises tirados por todo el piso, rotos, y un gran ¡CAISTE CRUELA! en el pizarron de color rojo permanente. Los ojos de los señores no podían estar más abiertos.

-¡A callar!-grito una directora desquiciada

Todas guardamos silencio al instante, su rostro que antes era palido ahora era rojo tomate, nos miraba a todas con odio y rencor. Su quijada estaba tensa, si apretaba un poco más sus dientes se romperian. Sam me extendio la mano y de forma disimulada las chocamos.

-¡No se quien haya hecho esta atrosidad, pero cuando la encuentre tendra un castigo supremo!-continuo gritando

Finalmente despues de unos veinte minutos todas estabamos en nuestros salones, pero aun quedaba un lugar y una broma pendiente, las maestras no se encontraban asi que los murmullos eran incontrolables.

-¿Quien crees que haya sido?-escuche que alguien interrogaba

-No tengo la menor idea-contesto otra-pero hicieron lo que todas deseamos

Estallaron en risas de nuevo pero un grito nos saco del salon rapidamente. La cabeza de la directora estaba cubierta con pintura azul podrida junto con huevos igualmente descompuestos y harina, nadie rio, todas estabamos en shock, ni siquiera yo pude reir, su rostro no tenia precio y las carcajadas no podrian reflejar lo que en esos momentos sentía. Una risa se escucho, nos miramos entre nosotras, pero fue un supervisor el que no soporto y estallo en carcajadas. Nos unimos al instante.

-¡Todas a sus salones ahora!-grito mas que furiosa una ex general del ejercito llena de pintura, vuelta un completo pitufo mal oliente

Aun adentro de los salones continuamos riendo sin parar hasta que una maestra entro y nos hizo callar.

-Esto fue lo  mejor que pudimos hacer-me susurro Samanatha mientras fingía escribir la tarea

Solo sonreí, no cabía la felicidad en mi cuerpo, si Cruela creía que me haría odiar la vida no sabía con quien se estaba metiendo. Pero como siempre en mi vida, mis dias felices jamas lograban terminar asi, ni siquiera dure diez minutos y mi estado de animo cambio radicalmente a uno depresivo, mis animos se esfumaron y un cansancio absoluto rodeo mi cuerpo, no podia siquiera mover la mano para fingir que escribia algo, me recoste en la banca.

-¿Que tienes?-me interrogo una pelirroja que se sentaba detras de mi

-Nada-respondí

-Cariño esa respuesta no convence a nadie aquí-me respondio con una sonrisa de lado

Intente devolverle la sonrisa pero ni eso pude hacer. Solo volví a poner mi cabeza en el pupitre. Y me maldije hasta mas no poder internamente.

¿Creiste que te librabas de mi?

-Hola mejor amiga-susurre solo para mí


Finalizando la jornada exactamente a las tres de la tarde una directora mas que enfadada y aun con rastros de pintura nos esperaba en el comedor. Y mis animos aun estaban por el piso.

-Quiero saber en este preciso momento quien ha sido la graciosa o las graciosas que hicieron este caos-exigio de forma amenazante caminando por todo el lugar con un latigo en la mano

Tengo que admitir que me dio miedo lo que estaba pensando hacer con las culpables de todo.

-¿No piensan hablar?-inquirio. Al no recibir respuesta alguna continuo.-Perfecto, todas se quedaran hasta media noche limpiando el desastre que se generó, además tendran dos horas de soledad diarias por las proximas semanas, al menos tres dias cada una. ¡Ah! y tambien sus tareas se duplicaran.-concluyó

-Yo vi quien fue

Todas volteamos hacia el fondo de la cafeteria. Una joven con lentes de decendencia japonesa habia alzado la mano, Sam y yo palidecimos al instante.

-Las vi ayer colocando las cosas-continuo la soplona

Mis ojos se abrieron, y Sam comenzo a temblar ambas sabiamos que el castigo seria muy malo si era de forma individual, seria lo quintuple de lo que habia dicho en este momento.

-Habla niña-exigio Cruela

-Samantha Johnson y Karyna Lauren

Se acabo.

No pidio más pruebas y por mas que lo negamos no nos creyó. Dio un latigazo a la mesa y los murmullos que rapidamente aparecieron cuando mencionaron nuestros nombres, cesaron. No dejaba de morder mi labio tanto que llegue a probar el sabor oxido de la sangre.

-Acompañenme

No nos quedo más que seguirla. Llegamos a su oficina, y entramos. La general cerró la puerta detrás de nosotras, estabamos encerradas con el diablo.


Delirios de una mente enferma (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora