Max se dejó caer de rodillas en el suelo, su cuerpo de 2.30 metros pareciendo hundirse bajo el peso de su propia culpa. Las palabras que había lanzado la noche anterior volvían a él como látigos, azotándolo sin piedad. Recordó con claridad la escena: él había salido de la ducha, con su cuerpo enorme aún goteando, los músculos marcados por el esfuerzo del entrenamiento. Louis había pasado por el pasillo en ese momento, y Max, en su arrogancia, se había mofado.
"¿Qué te pasa, viejo? ¿Te da envidia?" había dicho, señalando su propio miembro con una sonrisa burlona, una sonrisa que ahora le parecía la de un idiota. "¿Nunca viste uno de estos, eh? A lo mejor por eso eres tan amargado. Deberías probar ser más como yo, tener algo de esto entre las piernas." Y se había reído, una risa profunda y gutural que había resonado en toda la casa. Louis no había respondido, solo había agachado la cabeza y se había alejado en silencio.
En ese momento, Max se había sentido victorioso, poderoso. Había visto la reacción de su padre como una confirmación de su superioridad. Su cuerpo, tan grande y musculoso, su presencia imponente, todo era una muestra de lo que él consideraba ser un "hombre de verdad". Pero ahora, con la confesión de Louis aún fresca en su mente, Max se sentía como un monstruo. Un estúpido gigante que no entendía nada.
Se miró a sí mismo, sus enormes manos, tan capaces de aplastar como de sostener, y sintió un desprecio profundo. Sus brazos, tan fuertes que podían levantar el doble de su propio peso, se sentían inútiles. Sus piernas, esas columnas de músculos que lo habían llevado a innumerables conquistas, ahora temblaban bajo el peso de su arrepentimiento. ¿De qué le servía ser grande y fuerte, si su corazón era pequeño y cruel?
La habitación, que antes parecía encogerse ante su presencia, ahora se sentía vasta y vacía. Max se sentía perdido en ella, una sombra de lo que había sido. Podía ver a su padre en su mente, agachando la cabeza, su delgado cuerpo encogiéndose bajo las palabras de su hijo. ¿Cómo no había visto el dolor en los ojos de Louis? ¿Cómo había sido tan ciego?
Max apretó los puños, los músculos de sus brazos marcándose aún más. El dolor físico de la tensión era un eco del dolor que sentía en su pecho. Quería golpear algo, romper algo, pero sabía que eso no cambiaría nada. Ya había roto suficiente con sus palabras. Su voz, que siempre había sido un arma, una herramienta para intimidar y controlar, ahora era un eco vacío, un recordatorio de su arrogancia.
"Soy un imbécil", murmuró, su voz resonando en la habitación, pero sin la fuerza de siempre. Era un susurro comparado con los rugidos que solía emitir. "Un maldito imbécil". Las palabras le salían torpes, como si su boca, acostumbrada a la bravata y al sarcasmo, no supiera cómo expresar la verdadera culpa. Se llevó una mano al pecho, como si pudiera arrancar el dolor que sentía, pero sus dedos se encontraron con la solidez de sus músculos, esa fortaleza que ahora parecía una cárcel.
Cada recuerdo de su comportamiento hacia Louis era una daga, un golpe que lo hacía tambalear. La imagen de Louis, tan pequeño y frágil comparado con él, soportando su crueldad, lo desgarraba por dentro. Ahora entendía por qué Louis nunca respondía, por qué siempre se apartaba. No era cobardía; era sufrimiento, un sufrimiento que Max no había querido ver.
"¿Cómo puedo encajar?", se preguntó en voz alta, su voz resonando con un tono de desesperación que nunca había conocido. Su tamaño, su fuerza, todo lo que había definido su identidad, ahora no tenía sentido. Las piezas del rompecabezas de su vida parecían encajar alrededor de Louis, alrededor de su verdad, pero Max se sentía como una pieza sobrante, incapaz de encontrar su lugar.
El gigante, que siempre había creído ser invencible, se dio cuenta de que no lo era. Su tamaño, su peso, su musculatura, todo lo que le había dado poder, no podía protegerlo de la verdad. Y la verdad era que había sido un hijo horrible, un ser egoísta y arrogante. Max se quedó en silencio, solo, enfrentando por primera vez a su verdadero enemigo: él mismo. Su voz, normalmente tan resonante y llena de vida, ahora era un eco de arrepentimiento, perdido en la vastedad de su propia culpa.
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Dudas [terminada]
Short Story¿Qué pasa cuando el mundo que conoces cambia en una noche? los cimientos caen cuándo la verdad aparece. Ninguna mentira es para siempre, y Max tiene que aceptarlo.