Max estaba sentado al fondo del salón, con sus enormes brazos cruzados sobre su pecho, su figura bloqueando parte de la ventana. Desde ahí, podía ver el cielo despejado y soñar con estar en cualquier lugar menos en clase. Sus músculos sobresalían bajo la camiseta, marcados y definidos, como si en cualquier momento pudieran rasgar la tela. Su mente vagaba, pensando en cómo podría salir de ahí sin que nadie notara su ausencia. Las risas y susurros de sus antiguos amigos en su salón anterior aún resonaban en su mente, recordándole lo fácil que era antes salir y hacer lo que quisiera.
"¿Qué les parece si nos vamos al cine?" sugirió Max, su voz grave resonando como un eco en la habitación silenciosa. Sus ojos brillaban con una chispa de desafío mientras miraba a Emily y Anthony. Sabía que ambos eran más serios y responsables, pero la idea de romper las reglas y arrastrarlos con él le parecía una tentación irresistible.
Emily, que estaba tomando apuntes diligentemente, levantó la vista, sus ojos grandes reflejando sorpresa. Anthony, a su lado, levantó una ceja, claramente incrédulo. “No creo que sea una buena idea, Max,” dijo Anthony con voz suave, casi un susurro comparado con el rugido constante de Max. “La profesora está explicando algo importante, y además, si nos vamos ahora, perderemos la clase.”
Max resopló, descruzando los brazos y dejándolos caer sobre el escritorio con un golpe sordo que hizo que algunos estudiantes más cercanos dieran un respingo. El escritorio tembló bajo el peso de sus antebrazos, tan gruesos como troncos. “No es para tanto, podemos ver las notas después,” respondió, su tono casi despectivo. “Vamos, será divertido.”
Emily negó con la cabeza, una pequeña sonrisa juguetona en sus labios. “Lo siento, Max. Prefiero quedarme. Además, sé que si sales, no volverás, y no quiero quedarme sin tu compañía.” Sus palabras eran suaves, pero la convicción en sus ojos dejaba claro que no cambiaría de opinión.
Max observó a ambos, sintiéndose repentinamente como un niño atrapado con las manos en la masa. No estaba acostumbrado a que le dijeran que no. En sus antiguos círculos, su palabra era ley. Aquí, sin embargo, parecía que las reglas del juego eran diferentes. Las miradas firmes de Emily y Anthony lo desarmaron, haciéndole sentir algo que no había sentido en mucho tiempo: responsabilidad.
"Está bien, está bien," murmuró Max, volviendo a recostarse en su silla con una mueca de fastidio, sus músculos ondulando con el movimiento. A pesar de su incomodidad, había algo en la firmeza tranquila de sus amigos que lo hacía ceder. Sacó su cuaderno y comenzó a hacer la tarea que había ignorado hasta ese momento, su lápiz pareciendo diminuto en sus manos gigantes.
Mientras garabateaba en su cuaderno, sintió un suave toque en su brazo. Miró hacia abajo y vio a Emily ofreciéndole parte de su almuerzo, una manzana y un pequeño sándwich. “Toma,” dijo ella, sonriendo. “Sé que tienes hambre, y si sales ahora, seguro no vuelves.”
Max aceptó el gesto con una sonrisa torcida, sorprendido por la consideración de Emily. "Gracias," murmuró, tomando la comida con cuidado, consciente de su fuerza. Mientras mordía la manzana, sintió algo que no había sentido en mucho tiempo: aprecio genuino. No era la gratitud superficial que solía recibir por su dinero o su presencia intimidante, sino una conexión real, sincera.
La clase continuó y, por primera vez, Max se encontró escuchando de verdad, incluso si todavía lanzaba miradas ocasionales por la ventana. Sus músculos seguían siendo una presencia dominante, su figura ocupando más espacio que cualquier otra persona en el salón, pero su mente estaba más tranquila, menos inclinada a buscar problemas. Emily y Anthony, aunque diferentes a él, le estaban mostrando una manera distinta de ser, una en la que no tenía que imponerse a los demás para ser aceptado.
Max sabía que el camino por delante aún estaría lleno de desafíos y tentaciones. Aún había una parte de él que ansiaba la adrenalina de romper las reglas, de vivir al borde del peligro. Pero mientras observaba a Emily y Anthony, sentados tranquilamente a su lado, comprendió que había otras formas de vivir, formas que no implicaban siempre estar a la defensiva o demostrar su superioridad física. Tal vez, solo tal vez, podría encontrar un equilibrio entre el gigante que era y la persona que estaba comenzando a descubrir en su interior.
ESTÁS LEYENDO
Dudas [terminada]
Short Story¿Qué pasa cuando el mundo que conoces cambia en una noche? los cimientos caen cuándo la verdad aparece. Ninguna mentira es para siempre, y Max tiene que aceptarlo.