𝑿𝑰𝑿

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Jungwon salía de la habitación del pelinegro, recién se había despertado y bajaba a la cocina a buscar algo para desayunar.

Le pareció extraño no ver al pelinegro allí, Heeseung normalmente se despertaba muy temprano.

Las últimas semanas lo había notado extraño, cómo decaído y con un par de ojeras tremendas.

Decidió ir a buscarlo a su habitación, pero no lo encontró allí.

Lo buscó por varios rincones de la casa, sin éxito.

Cuando pasó por el baño principal, escuchó sollozos salir desde dentro del lugar.

Lentamente abrió la puerta, encontrando a Heeseung tirado en el suelo de la ducha, tirando de su propio cabello mientras el agua helada caía sobre él, importandole poco mojarse la ropa.

Jungwon, notablemente preocupado por él, entró al baño y se acercó.

— ¿Heeseung? ¿Qué pasa? -preguntó el castaño, cerrando la ducha.

Si Heeseung seguía mojándose así podría coger un resfriado.

No recibió respuesta, el pelinegro parecía perdido en su propio mundo mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas y respiraba irregularmente.

El castaño tomó una de las toallas de baño y con esta rodeo al mayor, con otra intentó secar su cabello.

Al no ver reacción por parte de Heeseung, entró a la ducha con él y sin pensarlo dos veces lo abrazó.

Eso pareció devolver al pelinegro a la realidad, quien rodeó al menor con sus brazos aferrandose a él como si su vida dependiese de ello.

El castaño simplemente se dejó hacer.

Heeseung se sentía patético por mostrarse tan vulnerable ante el menor, los ataques de ansiedad no habían dejado de torturarlo durante las últimas semanas, y esta vez Jungwon lo había encontrado en su peor momento.

Una vez que estuvo más calmado, aflojó su agarre en el castaño y este se separó lo suficiente para poder mirarlo.

— ¿Estás bien? -preguntó el menor.

Al pelinegro le pareció la pregunta más estúpida del mundo, pero no tenía energías ni para enojarse, simplemente se limitó a negar.

— ¿Qué sucede? -preguntó un preocupado Jungwon.

Heeseung quiso contarle, quiso quitarse ese peso de encima, pero no pudo.

Se quedó en silencio, el castaño comprendió.

— Está bien, tranquilo, no hay problema si no quieres decirme.

Minutos después de aquel incidente en el baño, el pelinegro salía de la habitación de huéspedes ya seco, con otra ropa.

Se dirigió a la cocina y encontró al castaño desayunando, quien al notar su presencia se giró hacia él.

— Preparé también para ti, por si quieres desayunar -dijo el castaño señalando el plato junto a él.

El pelinegro asintió agradeciendo y se sentó junto a él a comer.

El castaño terminó antes que él y fue hacia la sala a ver televisión, minutos después Heeseung lo alcanzó, sentándose también.

Ambos se quedaron en completo silencio mirando la televisión, aunque el pelinegro volteaba a ver al menor en repetidas ocasiones.

Aprovechó un momento de distracción para abrazarlo, sentandolo sobre su regazo.

Jungwon estuvo a punto de protestar cuando el mayor habló.

— Gracias -murmuró el pelinegro.

— ¿Gracias? -preguntó Jungwon pareciendo confundido.

—Sí, gracias por ayudarme, de no ser por ti seguramente seguiría en plena crisis existencial -respondió el más alto.

— De nada -fue lo único que respondió Jungwon.

El pelinegro suspiró abrazándolo contra su cuerpo, escondiendo su rostro en el cuello del menor.

Se quedaron así por algunos segundos, el castaño acariciaba las hebras negro azabache del mayor.

Cuando Heeseung se apartó del cuello contrario, sus labios quedaron a escasos centímetros de encontrarse, sus narices se rozaban.

Y entonces el pelinegro no lo pensó dos veces, tal vez ni siquiera lo pensó.

Sus labios se encontraron con los del más bajo, sus manos se aferraron a su cintura, casi con miedo de soltarlo.

Con miedo de que escapara lejos, muy lejos de su alcance, miedo de perderlo igual que a Ji-Kyun.

Rápidamente apartó esos pensamientos en cuanto llegaron, enfocandose en esos dulces labios sobre los suyos, en los brazos qué rodeaban su cuello y los dedos qué se enredaban en su cabello.

Se tuvieron que separar por falta de aire, pero apenas recuperó el aliento, Jungwon volvió a besarlo.

No entendía porque le gustaba tanto la sensación de sus labios fundiendose con los del pelinegro.

Sus cuerpos tan cerca, las mariposas en su estómago, no entendía nada de lo que pasaba, en realidad.

Sus labios danzaban contra los contrarios en un gesto cariñoso, tierno, hasta que la lengua de Lee se abrió paso en su cavidad bucal buscando devorarlo.

Jungwon correspondió aquel gesto, ocasionando qué ahora también sus lenguas danzaran entre ellas, volviendo aquel beso más intenso.

Cuando se separaron, un pequeño hilo de saliva unió sus labios por algunos segundos más.

— No debería sentirse tan bien estar así contigo -murmuró el castaño.

— Yo no debería sentir nada por ti, en primer lugar -dijo el pelinegro, sus ojos fijos en los contrarios- Pero lo hago y ahora no sé como detenerlo.

— Yo no debería sentir nada por ti, en primer lugar -dijo el pelinegro, sus ojos fijos en los contrarios- Pero lo hago y ahora no sé como detenerlo

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𝗦𝘄𝗲𝗲𝘁 𝗕𝘂𝘁 𝗣𝘀𝘆𝗰𝗵𝗼 • 𝖧𝖾𝖾𝗐𝗈𝗇 [RESUBIENDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora