Jennie caminaba con calma aparente por el pasillo adornado de flores exóticas y telas finas que colgaban de los pilares dorados. El templo era imponente, cargado de una solemnidad que reflejaba la importancia de la ocasión. Rodeada no solo por la extravagancia de las decoraciones que colgaban de las paredes y los altos techos, sino también de sus invitados.
Su vestido, una obra de arte confeccionada con seda coreana por modistas tailandesas, se ceñía a su figura delicada, realzando su estatus de omega en el reino de Tailandia, donde estaba a punto de casarse. En el altar, Lisa, la poderosa reina alfa de Tailandia, la observaba con una mirada que siempre había sido firme, pero hoy mostraba algo diferente.
Habían crecido juntas de alguna forma, desde que Jennie era una niña y Lisa, ya una adolescente alfa, comenzaba a ser entrenada para gobernar. Durante años, Jennie había visto a Lisa inaccesible del modo romántico, pero siempre amable, una buena compañera de juegos. Lisa nunca la había tratado con condescendencia, a pesar de la diferencia en sus jerarquías biológicas, y eso era algo que Jennie siempre había apreciado, mirándola casi con aquella devoción que guardaba para su padre.
El corazón de Jennie latía con fuerza, una sensación inconfundible entre el nerviosismo y algo más que apenas podía reconocer. Sabía que las miradas de la corte estaban sobre ella, no solo por el acontecimiento político que representaba su unión, sino porque, como omega, su vida entera estaba a punto de cambiar. Ya lo había hecho, en realidad.
Las únicas Las bodas en las que ha estado fueron la de Jihyo y la de Minho, ya que ambas se celebraron en el corazón del imperio japonés, el palacio, festejando también las primeras alianzas internas después de que el poder japonés se impusiera sobre sus reinos. Jihyo era una mentora para ella y su ceremonia fue la más emotiva, le hizo creer que la suya podía ser igual de importante y majestuosa.
A pesar de su primera reacción, Jennie había aceptado este matrimonio con la tranquilidad de saber que Lisa, aunque poderosa y alfa, era su amiga más cercana y jamás la forzará a nada. De hecho, Lisa la había tratado con más respeto de lo que ella misma se había permitido sentir. Pero hoy, mientras sus ojos se encontraban, Jennie comenzó a asimilar algo que hasta ahora había ignorado: los latidos de su propio corazón respondían a la presencia de Lisa de una manera que nunca antes había comprendido.
Lisa, imponente con su atuendo de seda dorada y su porte regio, no era solo una alfa que la reclamó como esposa, compañera, y ahora su reina. A lo largo de los años, había sido una presencia constante, alguien que, sin darse cuenta, había comenzado a ocupar los pensamientos de Jennie más allá del deber. Y ahora, Jennie lo sentía con una claridad perturbadora. Mientras caminaba hacia ella, esa mezcla de admiración y respeto había evolucionado en algo más, algo que apenas podía nombrar.
Cuando finalmente llegó al altar, Jennie levantó la vista hacia Lisa. La reina alfa le tendió la mano, una mano fuerte, segura, y al tocarla, Jennie sintió la corriente de conexión entre ellas. Como omega, su cuerpo reaccionaba de manera instintiva, pero más allá de la biología, había algo más profundo en esa unión. Unos días atrás Lisa se lo aclaró y Jennie estaba comenzando a entender que sus sentimientos no eran sólo producto de su naturaleza como omega, sino algo más genuino, algo que había estado creciendo sin que ella lo notara.
En medio de las tormentas que sacudieron su vida, no había notado nada además de nula tolerancia.
Los monjes murmuraban sus bendiciones, el incienso flotaba en el aire, y cada segundo la acercaba más al comienzo de una historia que nunca quiso protagonizar. La ceremonia avanzaba, y mientras los monjes pronunciaban sus bendiciones, Jennie miraba a los ojos de Lisa tratando de descifrar cuáles eran los pensamientos que llenaban su mente. Quería saber si estaba tan aturdida como ella.
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Palacio
FanfictionEl palacio, corazón del poder imperial Japonés, albergaba a las familias más influyentes, compuestas por alfas y omegas destinados a crear alianzas estratégicas. Impecable en su presentación, se transformaba en un escenario de pureza y decadencia, d...