|03| Una segunda oportunidad

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Cuando el sol se alzó la mañana siguiente Jennie se levantó con él, con emociones frescas llenando su cuerpo. La sensación que tenia todavía era inefable para ella, pero podía deducir su razón; volvió a nacer.

En realidad Jennie estaba preparándose para recibir las peores noticias el día anterior, mirando como todo seguían con su vida olvidando por completo que pronto terminaría la suya, e incluso quienes lo recordaban eran demasiado cobardes para hacerle frente y darle palabras motivadoras en sus últimas horas. Sus esperanzas eran despreciables, sus cálculos no eran motivadores y su posición la peor.

Nunca había estado tan vulnerable como la última semana. Su rostro probablemente estaba deforme por la hinchazón de días, la falta de comida, agua y sol. Estaba destruida de dentro hacia afuera. Unos meses atrás habría estado feliz de disfrazar su belleza con algo poco agradable, sin embargo, su aspecto la dejaba al menos tres metros bajo tierra frente a cualquier noble del palacio. Ya era suficiente ser la princesa que lo perdió todo.

Mentiría si dijera que no pensó en simplemente huir con su madre a algún rincón lejano de Japón y después escabullirse a alguna embarcación. Pero ahora, con la noticia de que su vida había sido perdonada, Jennie sentía un torbellino de emociones. Alivio, gratitud, pero también confusión y temor.

¿Por qué el emperador había decidido perdonarla? ¿Qué esperaba a cambio? Jennie sabía que no podía confiar en la benevolencia de los demás, especialmente después de todo lo que había perdido. Sin embargo, una parte de ella no quería desaprovechar esta nueva oportunidad, esta seguda vida que aprovechar. Quería creer que podía reconstruir su vida y moldearla como siempre quiso.

Tal vez tenga que despedirse de su importante título como princesada, acompañado de muchas comodidades que se volverían privilegios de alguien más. La idea de ser remplazada por otra familia noble corena comenzaba a ser una realidad para ella.

Como si pudiera comenzar a disfrutar de las ventajas de no pertenecer a la familia real, Jennie se vistió con un vestido de dormitorio cómodo muy temprano por la mañana y recorrió los pasillos del ala sur. El palacio estaba dividido entre norte y sur, en el extremo sur estaban los dormitorios de los omegas sin pareja, en el extremo norte estaba los alfas, los pisos superiores concordaban con la superioridad de los inquilinos en la jerarquía que Japón manejaba. Todo las zonas comunes y entredas importantes se encontraban estratégicamente puesto en el centro, el este y el oeste del palacio.

Para celebrar su estado de paz y sanidad, visitó la biblioteca en primer lugar. Está vez no iría traz algo nuevo, no, regresaría a la sección histórica para enorgullecerse al leer el desarrollo de las casas más importantes del continente y saber que su nombre algún día aparecería ahí, como una de las primeras omegas en vivir después de la muerte del alfa al mando.

La biblioteca, desolada como la mayoría del tiempo, estaba iluminada por la luz de la mañana, con un tinte dorado resplandeciente en sus paredes. Su lugar favorito le daba la bienvenida. Se tomó su tiempo buscando los libros que su padre donó por última vez, aferrándose a lo poco que quedaba de él antes de que desalojaran sus aposentos.

Una parte de ella también disfrutaba su segunda oportunidad pensando en cumplir lo que su padre más deseaba, su felicidad.

Se sentó en un sofá individual con una pila de libros en sus piernas, sonriendo al ver las ediciones más nuevas de su historiador coreano favorito. Justo entonces alguien asomó su cabeza desde el pasillo llamando su atención inmediatamente.

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