21. Amigo del enemigo

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Ethan estaba desacostumbrado al rudo entrenamiento de la Hermandad

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Ethan estaba desacostumbrado al rudo entrenamiento de la Hermandad. Aunque el sanguinario recuerdo permanecía en su memoria, eran enseñanzas que había preferido olvidar. Peleando al lado de Angel, aprendió a ser más piadoso y menos hostil con los otros, negándose a rebuscar en sus raíces. Pero sin importar cuánto intentara ignorarlo, el monstruo siempre estaría dentro, esperando ser liberado. Había pasado de ser el arma de su padre, a la de Lestrange, después la de Arek. No podría ponerse peor.

Los últimos días Lestrange lo había contemplado durante los entrenamientos, preparado para cualquier altercado, pero Ethan no era lo suficientemente estúpido como para revelarse. Había aceptado su posición: Escuchar y obedecer.

Los próximos días sería enviado a una misión a las afueras de la ciudad, así que luego de terminar, regresó a su cuarto, limpiándose el sudor con una toalla y desvistiéndose para entrar a la ducha. Algo que debía agradecer, es que no era obligado a bañarse con agua fría como los demás, sin embargo, el ferviente ardor que le provocaba el agua recorriéndole la piel evocaba recuerdos del pasado; la primera vez que mató a alguien, cuando asesinó a aquel niño en las pruebas...Y cerrar los ojos sólo lo hacía verlo con más claridad.

Entonces lo supo, no pensaba quedarse de brazos cruzados. Estaba cansado de que su vida dependiera de otros. Haberse dado por vencido había sido una fachada, si Lestrange creía que finalmente había cedido ante él, sería más fácil infiltrarse en las instalaciones, empezando por su más grande sospecha.

—Parece que te acostumbras rápido —dijo Riz, sin conseguir la atención de Ethan, quien se desataba las muñequeras—. Escuché que Lestrange te enviará con los merodeadores.

Ethan terminó por quitarse el equipamiento, y lo dejó sobre el banco para después salir.

—¡Oye! —gritó Riz—. Intento ser amable.

Ethan se detuvo en el umbral de la puerta y sin girar dijo:

—No trates. No me interesa tu amabilidad.

Ethan se marchó, dejando a Riz albergando su resentimiento por él. Se detuvo en medio de los dos hombres que cuidaban la gran puerta de madera, y con un asentimiento de aprobación, se abrió. Entró a la habitación, inclinando la cabeza en modo de respeto mientras Lestrange hizo un ademán despreocupado.

—Veo que ya conociste a Alisster —mencionó, cruzando los dedos de ambas manos—. Espero que te haya dado una buena bienvenida.

—Lo hizo.

Lestrange se puso de pie, clavando las manos en la mesa.

—También pude notar cómo miras a Arek.

Ethan tuvo un tic nervioso en la mejilla, sin atreverse a mirar hacia arriba.

—No es la mirada de alguien a quien no conoces en absoluto. Siempre supe que no se llevaban bien, pero tú... Lo odias, ¿no?

—Me es indiferente.

Sangre de Nadie [Volumen 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora