Epílogo

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Antes de esto, publiqué el final, o sea, doble actualización, así que regresen por si no la han leído

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Antes de esto, publiqué el final, o sea, doble actualización, así que regresen por si no la han leído

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—Me alegro de que estés de vuelta, Arek.

—Esta es mi familia.

Las palabras de Lestrange resonaron como un eco en las profundidades del túnel, y la dentadura perfecta de su sonrisa brilló en la oscuridad. Los pasos de ambos, firmes y calculados, reverberaban en el pasadizo de piedra mientras el eco de sus voces vibraba en las paredes.

La única luz provenía de antorchas dispersas en las paredes, proyectando sombras largas y danzantes, como si el mismo túnel estuviera vivo, observándolos. Arek mantenía la mirada al frente, aunque la opresión del entorno le comenzaba a tensar los músculos.

—¿A dónde vamos? —preguntó.

Lestrange, sin dejar de caminar, deslizó una mano por la espalda de su hijo con una familiaridad que hacía sentir a Arek aún más incómodo. Era un gesto casi paternal, pero lleno de una frialdad calculada que Arek conocía demasiado bien.

—Quiero presentarte a alguien.

La respuesta de su padre fue breve, pero cargada de un significado que no le gustaba. Lestrange tomó la delantera, avanzando con una confianza que Arek no compartía. Los pasos de Arek se volvieron más lentos, como si algo en su interior le advirtiera que no quería saber lo que venía después. Entonces lo escuchó: gritos, lejanos pero desgarradores, como lamentos de almas torturadas atrapadas en la oscuridad.

Alcanzó a su padre frente a una puerta de metal. Lestrange, sin inmutarse por los sonidos que se intensificaban, introdujo una contraseña en un panel electrónico. El ruido mecánico de la puerta deslizándose fue opacado por el temblor en el aire, que ahora se sentía más denso, más frío. Arek tragó en seco, resistiendo la urgencia de mirar hacia atrás, como si la salida hubiera desaparecido tras ellos.

Al cruzar el umbral, un hedor metálico y penetrante lo golpeó de inmediato, mezclado con el olor estéril de desinfectantes. La habitación estaba cargada de objetos médicos y frascos etiquetados con sustancias que le resultaban incomprensibles. Las paredes parecían sudar humedad, y una bruma espesa flotaba cerca del suelo. Entonces Arek entendió el origen de los gritos: una fila de celdas se extendía en una de las paredes, con hombres, mujeres, y niños encadenados en su interior. Sus rostros demacrados y ojos vacíos le provocaron un nudo en el estómago.

Un hombre emergió de entre la niebla, avanzando con pasos lentos. Era alto, con cabello oscuro que caía desordenado sobre su frente, y unos ojos del mismo color, tan vacíos como las celdas. Su sonrisa era de una suficiencia escalofriante, como si estuviera ante un juego que solo él comprendía. Arek retrocedió un paso instintivamente, pero antes de que pudiera reaccionar, sintió la mano firme de su padre cerrarse en su cintura, deteniéndolo.

—Te presento al profesor Stone —dijo Lestrange, con un tono tan casual que hizo que la piel de Arek se erizara.

Stone extendió la mano hacia Arek mientras su sonrisa se ensanchaba.

—Es un gusto conocerte al fin, Arek. Tu padre dice que eres... especial.

Arek lo escudriñó con la mirada de pies a cabeza.

—No pareces un asesino —dijo con la voz cargada de desconfianza.

Stone soltó una carcajada breve, un sonido frío que rebotó en las paredes de la sala.

—Veo que también eres suspicaz. Nos vamos a divertir demasiado —comentó, mirando de reojo a Lestrange, como si compartieran un secreto del que Arek no formaba parte.

Lestrange dio un paso adelante, sin soltar a su hijo.

—Arek, el profesor Stone estudia la mente humana. Desafortunadamente, los voluntarios se han agotado, y no puedo permitirme arriesgar más miembros valiosos de la hermandad hasta no saber que el experimento funciona. Y me pareció que tú eras el indicado para eso.

El silencio que siguió fue más aterrador que los gritos que aún resonaban a lo lejos. Stone sonrió de nuevo, esta vez con una mirada que parecía atravesar la fachada de confianza de Arek.

—Sí, tengo mucha curiosidad por esa mente tan magnífica de la que habla tu padre, Arek. No te preocupes, te trataré bien —dijo con una suavidad que sólo incrementó la sensación de peligro.

Arek sintió un escalofrío recorrerle la columna. La atmósfera de la habitación parecía cerrarse a su alrededor, asfixiante, mientras Stone lo observaba con una intensidad que desnudaba cada pensamiento, cada inseguridad que intentaba enterrar. El aire frío le rozó la piel, pero no era el frío lo que hacía que sus manos sudaran. Stone no era solo un hombre; era la amenaza encarnada, y por primera vez en mucho tiempo, Arek sintió que el control que tanto se esforzaba por mantener se le escurría de las manos.

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Aquí quedó la historia, espero que la hayan disfrutado <3

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Sangre de Nadie [Volumen 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora