4. Encuentro

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Cuando Arek mencionó el paradero de Yarros, Ethan se quedó callado

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Cuando Arek mencionó el paradero de Yarros, Ethan se quedó callado. Angel creyó que continuaba molesto, pero en cuanto Arek terminó de explicar el plan, Ethan salió de la sala sin explicación alguna.

—Lamento lo de tu ojo. Era lindo —dijo Angel, encontrando a Ethan sentado en el suelo de la azotea con las piernas colgando del edificio. Debía dejar de ir ahí si esperaba evitar hablar con Angel.

—Está bien. ¿De todos modos para qué quería ver?

Angel rio en voz baja, enredando las piernas en forma de mariposa para sentarse a su lado. Al mirarlo de lado, no consiguió ver la expresión en su otro ojo por el parche negro que tapaba el que estaba a la vista.

—Debí saber que Arek nos arrastraría a una trampa —Angel chistó, apartando la mirada, el color ámbar se tornó vidrioso—. Todo es mi culpa, si no hubiéramos ido ahí, nosotros...tú...

—No es tu culpa —Ethan interrumpió. Giró la cabeza, atrapando la mirada de Angel, él notó algo extraño, quizás era un efecto de la luna ejerciendo sobre ellos o la oscuridad de la noche encubriendo los verdaderos detalles, pero pudo apreciar los párpados de Ethan arrugarse levemente, como si estuviera sonriendo—. Tranquilo, no tienes que hacerte responsable de todo lo que sucede.

Angel siempre se hizo cargo de todo. Era lo que conocía.

—Sabía en lo que me metía cuando accedí —continuó Ethan, volviendo al frente—. Además, ya no tengo nada que perder.

Angel sonrió sin mucha emoción.

—Aun me tienes a mí.

Ethan le sonrió de vuelta, diciéndose a sí mismo que debía estar agradecido, y aun así, no pudo evitar pensar que él no era su hogar, su familia, su música. Esas cosas jamás las recuperaría.

♧♧♧

Al día siguiente, Angel, Ethan y Arek se alistaron, tapando brazos y rostros, sus bocas eran cubiertas por una mascarilla de tela y llevaban gabardinas que les llegaban a las pantorrillas muy al estilo de los 80 's, acompañadas de gorras. Incluso para el frío, parecían una extraña imitación de aquella época.

Se dispusieron rumbo a un bar en el centro de la ciudad para advertirle a Yarros, y durante el camino ninguno habló. Arek iba al volante, con la mirada gris fija en el frente mientras Angel observaba a través de la ventana las luces de la ciudad nocturna, brillantes y despampanantes. Por otro lado, Ethan mantuvo sus ojos en la figura de Arek, asegurándose que no intentara otra estupidez como la vez pasada. Angel percibió la hostilidad en sus ojos e Ethan le dejó creer que continuaba molesto con Arek para ocultar la verdadera razón de su molestia. Sin embargo, cuando llegaron al lugar, su mirada perdida y absorta a las afueras del bar lo delató. Pudo sentir los ojos de Angel clavarse en su expresión, una mirada que a pesar de ser disimulada, recorrió cada detalle de su rostro.

Sangre de Nadie [Volumen 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora