CAPÍTULO 23

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Estábamos en mi habitación, envueltas en una paz que casi parecía irreal. Aurie y yo solíamos tener momentos así, donde las palabras no hacían falta, y el simple hecho de estar juntas lo llenaba todo. Recostadas en la cama, nuestras piernas estaban entrelazadas, y mi cabeza descansaba suavemente sobre su pecho. El sonido de su respiración, rítmica y calmada, me relajaba más que cualquier otra cosa. Y luego de lo que pasó esto es justo lo que necesitábamos.

Sentí sus dedos acariciar mi cabello, haciendo que un suave escalofrío recorriera mi espalda. Cerré los ojos, disfrutando de esa sensación, queriendo quedarme en ese instante para siempre.

—¿Qué pasa por esa cabecita? —preguntó Aurie con voz suave, casi como si no quisiera romper el silencio.

—Nada malo —respondí, mientras dibujaba círculos distraídamente con los dedos en su brazo—. Solo... pienso en lo bien que se siente estar así. Contigo.

Aurie dejó escapar una ligera risa, que vibró en su pecho. Me encantaba ese sonido.

—Yo también lo siento. Me gustaría que siempre fuera así —dijo, besando suavemente mi frente.

—Lo será... al menos mientras estemos aquí, en este cuarto —sonreí, sabiendo que fuera de estas paredes, la realidad era mucho más complicada.

Aurie me miró con esos ojos que siempre parecían querer entender todo lo que me pasaba por la cabeza. 

—¿Sabes? —dijo de repente, apartando un mechón de mi cabello—. Tal vez esta noche podríamos escaparnos por un rato, ir a algún lugar. Solo tú y yo. Aunque sea para tomar aire. Podríamos inventar una excusa si hace falta.

El brillo en sus ojos era tentador, pero también sabía que no era tan sencillo como ella lo pintaba. Mi papá notaba todo, y la última vez que desaparecí sin avisar, las consecuencias no fueron agradables.

—Eso suena increíble —dije, queriendo que fuera una realidad tanto como ella—. Pero sabes que mi papá es... complicado.

Aurie frunció el ceño, aunque rápidamente trató de suavizar su expresión.

—¿Tanto miedo le tienes? —preguntó, como si tratara de no sonar juzgona, pero la pregunta llevaba un peso que no pude ignorar.

—No es miedo —mentí, aunque ambas sabíamos que había algo de verdad en ello—. Solo quiero evitar problemas. Ya tengo suficientes por otras cosas.

—Entiendo —dijo, aunque su tono mostraba cierta frustración.

Antes de que la conversación pudiera avanzar, alguien golpeó la puerta. Era un golpe firme, autoritario, y supe de inmediato de quién se trataba. La voz de mi papá resonó desde el otro lado.

—Paulina, necesito hablar contigo. Ven ami despacho.

Sentí cómo mi estómago se tensaba de inmediato. Esa sensación de que algo malo estaba por venir no tardó en instalarse. Miré a Aurie, quien me observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—Voy —respondí en voz alta, intentando sonar despreocupada.

Aurie levantó una ceja, claramente preocupada.

—¿Qué crees que quiera? —preguntó.

—No lo sé.

Me levanté de la cama, tratando de no mostrar el nerviosismo que comenzaba a trepar por mi pecho. Aurie se incorporó también, mirándome con esos ojos que siempre buscaban respuestas.

—Ve tranquila —dijo suavemente—. Yo estaré aquí cuando termines.

 Cada paso hacia esa puerta se sentía pesado, como si algo en mi interior supiera que esta charla cambiaría algo. Toqué suavemente antes de entrar.

𝙄𝙉𝙑𝙄𝙎𝙄𝘽𝙇𝙀 𝙎𝙏𝙍𝙄𝙉𝙂 (ᴘᴀᴜʟɪɴᴀ ᴠɪʟʟᴀʀʀᴇᴀʟ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora