CAPÍTULO 35

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Era dos días antes de que Paulina se fuera a México, y aunque odiaba la idea de verla partir, entendía que necesitaba conocer un poco mejor a Matteo antes de todo el espectáculo que montarían frente a su papá. Así que accedí a esta "salida" con él, una especie de prueba para ver cómo funcionaría todo. Aunque, si soy sincera, no me hacía mucha gracia.

Nos habíamos reunido en una cafetería tranquila, no muy lejos de la escuela, un lugar lo suficientemente discreto como para que nadie sospechara nada raro. Matteo estaba sentado frente a Paulina, bromeando sobre lo emocionado que estaba por conocer México. Yo me mantenía al margen, observando sus interacciones, tratando de no dejar que mis celos me controlaran. Después de todo, Matteo estaba haciendo esto como un favor... pero, aun así, no podía evitar sentirme un poco incómoda.

—Entonces, ¿ya tienes todo listo? —preguntó Matteo, tomando un sorbo de su café mientras miraba a Paulina.

—Sí, solo falta que tú estés listo —respondió Paulina, sacando dos boletos de avión de su bolso y entregándoselos—. Aquí están los boletos. Espero que todo salga bien. No quiero que mi papá sospeche.

Matteo tomó los boletos con una sonrisa despreocupada, como si no estuviera a punto de involucrarse en una farsa bastante elaborada.

—No te preocupes, lo tengo controlado. Solo tenemos que actuar con naturalidad, y tu papá no tendrá motivos para sospechar nada. —Miró los boletos por un segundo antes de guardarlos en su chaqueta—. Además, no todos los días te invitan a México con todos los gastos pagados. Me vendrá bien un cambio de aire.

Paulina soltó una risa suave, aunque su nerviosismo era evidente. Mientras tanto, yo me mantenía en silencio, observando la dinámica entre ellos. Matteo era relajado, seguro de sí mismo, y definitivamente no era el tipo de chico que Paulina elegiría si esto fuera una situación real, lo cual me daba algo de tranquilidad. Pero, aun así, la idea de verlos juntos, incluso si era solo una actuación, me revolvía un poco el estómago.

—Lo importante es que no seas demasiado obvio —dije de repente, interrumpiendo su conversación. Ambos me miraron, y Paulina esbozó una sonrisa leve.

—No te preocupes, Aurie. Matteo lo tiene bajo control —me aseguró Paulina, y me dio un apretón rápido en la mano por debajo de la mesa, algo que Matteo no notó.

—Sí, tranquila —dijo Matteo—. Solo necesito algunos detalles más sobre ti, Paulina. Para que cuando tu papá me haga preguntas, no parezca que soy un completo desconocido.

Paulina asintió, y pasaron los siguientes minutos hablando de cosas triviales, datos básicos que Matteo podría usar si la situación lo requería. Yo observaba todo en silencio, tratando de relajarme, de no pensar demasiado en lo que estaba por venir.

Cuando finalmente terminamos, nos levantamos para salir de la cafetería. Matteo me dio una palmada en el hombro, como si fuéramos viejos amigos.

—Gracias por esto, de verdad —dijo, con una sonrisa—. Lo haré bien, lo prometo.

Lo miré sin mucha expresión, asintiendo levemente.

—Más te vale —respondí, medio en broma, pero también medio en serio.

Matteo rió y se despidió de nosotras, asegurándonos que todo iría de maravilla. Cuando finalmente se fue, Paulina y yo nos quedamos solas en la acera. La tensión en mi pecho se relajó un poco al verlo alejarse.

—¿Estás segura de esto? —le pregunté a Paulina, mirándola con algo de preocupación—. Todo parece demasiado... complicado.

Paulina me miró con una sonrisa cansada.

𝙄𝙉𝙑𝙄𝙎𝙄𝘜𝙇𝙀 𝙎𝙏𝙍𝙄𝙉𝙂 (᎘ᎀ᎜ʟɪɎᎀ Ꭰɪʟʟᎀʀʀᎇᎀʟ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora