Capítulo 4: Y nos volvemos a ver.

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—Estás bien, no hay ninguna bacteria o infección, así que puedes relajarte, recuerda siempre usar protección. Sexo seguro es buen sexo —sonríe el beta entregándole los papeles de su chequeo.

—Muchísimas gracias, doctor.

—Ten cuidado, Midoriya. Recuerda regresar una vez al año para el PAP.

—Seguro —sonríe con un pequeño rubor avergonzado y sale del consultorio médico muy feliz.

Tōya no le transmitió nada, y el desconocido de la última vez, tampoco, estaba sanito y libre de males.

Ahora podía continuar su vida con naturalidad.

El tiempo entonces transcurre sin más altercados, y su relación con Tōya parece haberse estabilizado nuevamente. Desde aquella reconciliación, las cosas entre ellos habían mejorado mucho. Las disculpas se volvieron promesas, y las promesas, poco a poco, se estaban cumpliendo.

Tōya se mostró más atento, más presente. Había dejado de lado su orgullo y, al menos durante ese primer mes, parecía estar haciendo un esfuerzo genuino por ser mejor. Izuku podía sentir que ambos se habían reencontrado, como si todo lo que el alfa le hubiera dicho para lastimarlo se quedara en el olvido.

Había paz entre ellos, una calma que Izuku necesitaba y que, por momentos, lo hacía sentirse más seguro en la relación.

Tōya ya no lo llamaba 24/7 para asegurarse de que esté en casa, ni le pedía que le enviase su ubicación o le hacía escenas cada vez que lo veía conversando con cualquier alfa.

Sí, todo parecía finalmente tomar un buen rumbo.

O eso fue hasta que poco a poco, su cuerpo comenzó a enviar señales.

Al principio fueron sutiles: cansancio inusual, náuseas ligeras al despertarse y una aversión extraña a ciertos olores. Intentó ignorarlo, convenciéndose de que era simplemente el estrés de haber pasado por tantas emociones en tan poco tiempo.

Sin embargo, lo que realmente lo alarmó fue la ausencia de su celo.

La quincena de octubre pasó y nada ocurría. Izuku conocía su cuerpo, sabía exactamente cuándo debía llegar su ciclo, y esta vez no hubo señales de él.

El primer pensamiento que lo asaltó fue el embarazo. Y aunque se rió en un principio, recordando que él y Tōya habían estado usando protección desde que volvieron, un recuerdo fugaz lo golpeó con fuerza e hizo que se le borrara la sonrisa.

Jamás se tomó la maldita pastilla.

Después de ser interceptado por Ochako aquel día, lo olvidó por completo y ahora haber quedado embarazado de un desconocido en un primer y único encuentro era una posibilidad muy baja pero existente.

De solo pensarlo, se le revuelve el estómago. Una vez más, corre al baño para devolver su comida.

Katsuki frunce el ceño ante ello.

—Esto no me está gustando, Deku. Vas con esos estúpidos malestares desde hace días, no me parece que sea una simple infección de estómago —advierte sirviendo un vaso de agua y alistando unas servilletas para su mejor amigo.

—¿Qué quieres decir? —pregunta con la voz ronca temblándole, sabiendo perfectamente lo que el cenizo insinuaba.

—No te ha llegado tu celo cuando debía, ¿tu qué crees que intuyo?

Muerde sus labios con nerviosismo, Katsuki suspira agachándose a abrazarlo.

—Kacchan...

—Eres libre de tomar la decisión que consideres correcta. No estás solo, Deku. Nos tienes a Cara redonda... y a mí. Incluso a ese imbécil —Katsuki hace una pausa, con el tono serio—. Si deciden tenerlo, ambos tienen que madurar.

Guarda silencio [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora