Capítulo 11: Hacerse responsable.

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Acaricia su vientre mientras se encuentra sentado en la sala de su apartamento, observando en silencio una lista en su teléfono de artículos para bebés.

Últimamente, ese tipo de publicidad lo había perseguido por todos lados, como si el universo le recordara que su vida estaba a punto de cambiar por completo. Cada vez que veía una cuna, ropa diminuta o juguetes suaves, un pequeño destello de ilusión llega a sus ojos, haciéndolos brillar.

Lleva su vista a Tōya, quien está echado con la cabeza en su regazo, el alfa parece oler su ligera emoción y sonríe, incorporándose.

—Hueles feliz, ¿qué observas? —cuestiona con curiosidad inclinándose para mirar la pantalla.

Una ligera chispa de esperanza se instala en el omega y le muestra su teléfono, quería compartir ese momento, quería que Tōya sintiera la misma emoción, que ambos empezaran a prepararse para lo que vendría.

Pero apenas el mayor vio la pantalla, su expresión cambió. Los labios que antes esbozaban una sonrisa, se tensaron, y sus ojos turquesas se oscurecieron.

—Izuku... —murmura, rascándose la nuca con incomodidad—. Todavía no es necesario comprar estas cosas. Apenas se nota tu barriga, y no tienes espacio ahora para guardarlas.

Izuku parpadea, su entusiasmo se apaga al instante y muerde sus labios con cierta duda antes de decir lo que piensa en voz alta.

—Tienes razón, debo conseguir otro lugar, con más espacio para ellos... para nosotros. Sé que ya hablamos de esto, pero nunca pusimos una fecha en concreto... Creo que es un buen momento para aclarar cuándo vamos a empezar a convivir —dice en voz baja, con una mezcla de nerviosismo y ansiedad.

Quiere saber cuándo comenzará su vida juntos, cuándo ese hogar del que tanto habían hablado se convertiría en una realidad. Los bebés están en camino, y quiere tener todo listo para recibirlos. Pero más que eso, quiere empezar esa familia que Tōya le prometió que serían.

Sin embargo, en lugar de una respuesta, Izuku solo encuentra evasión. El azabache desvía la mirada fingiendo estar interesado en el televisor.

Izuku espera, el silencio se alarga, y cuando Tōya finalmente habla, lo hace con tal calma que no refleja ningún sentido de importancia.

—Hablaremos de eso después, ¿sí? Tomémoslo con calma, no me apresures —murmura.

El silencio que sigue, es denso, y la ilusión que había encendido el corazón de Izuku desaparece casi por completo.

El peliverde apreta los labios y asiente, dejando pasar el tema por el momento mientras se traga su decepción. Sabe que insistir solo empeorará las cosas con su novio.

—Seguro, perdón por esto—sonríe, ya ni siquiera está sorprendido por la falta de interés en Tōya. De hecho, se atreve a decir que se lo esperaba.

Desvía la mirada hacia su teléfono, intentando ahogar la frustración mientras vuelve a concentrarse en los productos de bebés que llenan su pantalla, y por un breve instante, se deja enternecer de nuevo.

Pero Tōya no comparte ese sentimiento. Y lo nota con el suspiro que deja escapar junto a su gran mano que se posa con brusquedad sobre su regazo, como si quisiera romper la burbuja de ilusión que Izuku se había formado.

—Y ya deja de perder el tiempo viendo esas cosas —dice con sequedad—. Aún es demasiado pronto para pensar en eso. Pueden pasar muchas cosas hasta el momento en que nazcan.

Las palabras de Tōya caen como un balde de agua fría. Izuku siente su pecho tensarse, pero no dice nada. Solo apreta el teléfono con más fuerza ante la horrible insinuación del alfa.

Guarda silencio [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora