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El día estaba lluvioso, con truenos que añadían un toque oscuro y tétrico, como siempre lo hacía la tormenta

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El día estaba lluvioso, con truenos que añadían un toque oscuro y tétrico, como siempre lo hacía la tormenta. El frío intenso invitaba a quedarse en casa, pero algunos, lamentablemente, debían cumplir con sus responsabilidades.

En una tienda de arcade muy exclusiva, donde solo podían ingresar unas pocas personas debido a las restricciones impuestas por Dios, un joven caminaba entre los pasillos. Tenía el cabello negro y ondulado, la piel pálida, y vestía una camiseta negra con un dibujo de un ángel blanco. Debajo de esta, se veía una camiseta de mangas largas, blanca y líneas negras. Llevaba pantalones anchos, también negros, y unas zapatillas negras con detalles blancos. Mientras caminaba entre las máquinas que albergaban los videojuegos más clásicos, miraba cada juego, buscando a alguien.

Estuvo unos minutos caminando entre los distintos videojuegos que había en el lugar: cada máquina arcade, las de peluches, las de baloncesto, las de lanzar la pelota en los hoyos, las de carreras de vehículos o motocicletas. Aunque podría pensarse que estaría frustrado por no encontrar lo que buscaba, el joven mantenía una expresión carente de emociones, decidido a encontrar a esa persona.

Finalmente, logró divisar a alguien en la máquina de baile. Allí, una persona alta bailaba al ritmo de una de las canciones de la famosa vocaloid Hatsune Miku.

El joven de cabellera negra se acercó lentamente, con pasos sigilosos, hacia donde estaba esa persona jugando. La persona que jugaba tenía el cabello castaño oscuro, algo largo, y vestía una chaqueta universitaria de color negro con blanco. Debajo de esta llevaba una camiseta negra con el dibujo de un torso esquelético en color morado, unos pantalones azules con muchos bolsillos y unas zapatillas Nike Jordan.

El joven castaño, con la mirada fija en la pantalla mientras seguía los pasos del juego, notó la presencia del otro acercándose sin siquiera mirarlo. A medida que las luces de la máquina parpadeaban, terminó la canción con un último movimiento preciso, mientras el marcador en la pantalla celebraba el nuevo récord con una explosión de colores y sonidos.

Sin perder la calma, bajó del podio de la máquina de baile, mejoró su postura y soltó una sonrisa llena de emoción al ver que había logrado superar su propio récord.

—Sabía que vendrías —dijo el joven de cabellera castaña, con un tono sereno y una leve sonrisa en el rostro, mientras dirigía su mirada hacia el joven pálido que estaba a su lado izquierdo-. Después de todo, eres uno de mis apreciados ángeles, Buhaje. Y cuando te pedí que vinieras, confiaba en que lo harías.

El joven de cabello negro y expresión fría lo observaba en silencio. No necesitaba decir nada; su sola presencia hablaba por él. El castaño, ajustándose la chaqueta universitaria, acomodó los anillos de metal que llevaba entre los dedos. Continuó con el mismo tono sereno, como si ya estuvieran en medio de una conversación que había comenzado mucho antes.

 PRETTY PLEASE                                                        _Rodriván_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora