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°•☆|THE INVITATION|☆•°

Pasaron alrededor de tres días

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Pasaron alrededor de tres días. Era viernes, con un clima agradable, brisas frescas pero sin llegar a ser heladas. El cielo seguía cubierto por nubes grises, oscureciendo el día, pero aquello ya no importaba. A su manera, el día tenía su propia belleza, siendo igualmente agradable tanto para estar afuera como adentro.

En el hospital, Rodrigo llegó acompañado de Angie, listos para comenzar la jornada laboral. Sin embargo, la representante se despidió rápidamente de su compañero para dirigirse a sus propias tareas. Rodrigo, por su parte, se encaminó al vestidor de hombres para prepararse. Tenía que ponerse su uniforme y dejar su mochila, por lo que fue directo a cambiarse.

Después de unos minutos, Rodrigo salió del vestidor, ya vestido con su uniforme de médico, sintiendo el ambiente fresco y tranquilo del hospital en esa mañana. Tenía cierta expectativa por ver cuál sería su primer caso del día. Empezó a caminar hacia la oficina donde le asignarían su paciente, pero mientras avanzaba por el pasillo, una melodía de violín captó su atención. Era una melodía intensa y conmovedora, el tipo de música que obliga a detenerse y escuchar. Llevaba una carga emocional evidente, amplificada por el profundo sonido del violín.

Cuando llegó a la oficina, le entregaron su primer caso. Rodrigo agradeció con una sonrisa y, después de una breve despedida, se dirigió a buscar a su paciente. El caso correspondía a una mujer de treinta años que estaba esperando en el pasillo. Con la carpeta en mano, caminó hacia ella, notando cómo la melodía de violín, que antes resonaba con fuerza, comenzaba a desvanecerse hasta desaparecer por completo.

Al llegar, vio a su paciente, una mujer que sostenía el violín, mostrando una evidente debilidad. A su lado, una persona, posiblemente un amigo o familiar, la ayudaba. Rodrigo no pudo determinar con certeza la relación entre ellos, pero sin perder más tiempo, se acercó a las dos.

—¿Amairani Garza? —preguntó Rodrigo, mirando a la mujer del violín.

La mujer lo miró y asintió de inmediato, confirmando que ella era su paciente.

Rodrigo observó con atención cuando Amairani, la mujer del violín, comenzó a hacer señas con las manos. Al principio pensó que estaba utilizando el lenguaje de señas que él había estudiado para comunicarse con uno de sus bisabuelos, pero pronto se dio cuenta de que no era el mismo. Los movimientos de Amairani tenían una fluidez diferente.

Mientras intentaba descifrar el mensaje, una joven de unos veintiséis años, que estaba cerca con la funda del violín, se adelantó con una expresión tranquila pero clara.

—Disculpe, doctor —dijo la joven con un tono sereno que de inmediato hizo que Rodrigo la viera como la portavoz—. Mi hermana es muda. Se comunica con el lenguaje de señas mexicano. Soy Abril Garza, su hermana menor. Ella... perdió la capacidad de hablar después de un accidente hace unos años.

 PRETTY PLEASE                                                        _Rodriván_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora