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°•☆|THEY ALREADY KNEW IT|☆•°

La noche estaba más oscura sin la presencia de la bella luna y las pequeñas estrellas que solían iluminar el cielo, ahora ocultas por las nubes grises que dominaban, acompañadas de una brisa fresca

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La noche estaba más oscura sin la presencia de la bella luna y las pequeñas estrellas que solían iluminar el cielo, ahora ocultas por las nubes grises que dominaban, acompañadas de una brisa fresca. Era una noche bastante fresca y oscura.

En una hermosa casa en Bahía Blanca, adornada con plantas bien cuidadas, la mayoría de los presentes se encontraba afuera, preparando un asado mientras tomaban cervezas y conversaban sobre las noticias de la semana. Otros estaban en la cocina, igualmente conversando, pero ocupados en poner los platos y cubiertos, creando un ambiente familiar y amistoso. Sin embargo, no todos compartían esa energía, ya que un miembro de la familia permanecía encerrado en su antigua habitación, absorto en sus pensamientos mientras leía un libro de medicina.

Rodrigo estaba leyendo uno de sus primeros libros de medicina, un regalo de su padre. Aunque conocía perfectamente cada palabra gracias a su memoria fotográfica, decidió leerlo una vez más. Estaba acostado boca arriba, sujetando el libro con ambas manos, hasta que lo dejó descansar sobre su pecho y dirigió la mirada al techo de madera.

Su mente estaba ocupada pensando en cómo contarle a su familia que debía mudarse a Capital Federal para trabajar en el hospital de sus sueños. Había preferido quedarse encerrado por unos minutos, que poco a poco se convirtieron en horas. Durante ese tiempo, escuchaba perfectamente la voz de Lucas, su hermano mayor, narrando una de sus increíbles historias que siempre lograban hacer reír a su esposa y a su padre. También oía los gritos de emoción de su sobrino, seguidos de las advertencias de su abuelo para que fuera más lento, suponiendo que estaban jugando a las atrapadas, según lo que podía deducir por la ventana semiabierta. En la cocina, se escuchaban las intensas charlas y carcajadas de su abuela y su madre, creando una atmósfera cálida y familiar.

Sabía que debía decírselo tarde o temprano; juraba estar lo suficientemente preparado para hacerlo, pero las palabras no salían, y eso lo angustiaba. Quizás su propio cuerpo lo estaba castigando, o tal vez lo estaba protegiendo, pero nunca parecía hacer ambas cosas al mismo tiempo. Confiaba en su familia y los amaba, pero también tenía miedo de cómo reaccionarían ante la increíble noticia.

¿Estarían orgullosos, tristes, o quizás enojados? Rodrigo solo se torturaba con estas preguntas, como lo hacía en cualquier situación: un examen oral, una prueba, un juego, una historia, o incluso cuando debía hacerse un chequeo médico. Siempre esas preguntas lo consumían por dentro. Intentó calmarse, pero sus esfuerzos fueron interrumpidos por un suave toque en la puerta.

Rodrigo se quedó inmóvil por un momento, observando la puerta como si esperara que el suave golpe se repitiera, pero solo reinó el silencio por unos segundos hasta que escuchó la puerta abrirse, revelando a su madre, quien tenía una expresión de preocupación y ternura.

—Rodri, ¿estás bien? —preguntó ella, acercándose hacia su hijo. Siempre había tenido esa habilidad de notar cuando algo no estaba bien, incluso cuando sus hijos intentaban ocultarlo.

 PRETTY PLEASE                                                        _Rodriván_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora