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La noche era realmente horrible para estar afuera

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La noche era realmente horrible para estar afuera. Nunca había suficiente luz en las calles, y el cielo tampoco ayudaba a mejorarlo. Normalmente era más oscuro, sin un rayo de luz ni de la luna ni de las estrellas, pues las nubes siempre las cubrían. Así que era mejor quedarse en casa, ya que cualquier cosa podía ocurrir en medio de tanta vulnerabilidad provocada por la oscuridad.

En el hospital, Rodrigo seguía trabajando, pues esta vez le tocaba cubrir el turno nocturno. Sus compañeros residentes se habían ido hace rato, incluso Angie ya se había marchado, no sin antes recibir la indicación de Rodrigo de cuidar a su querido gato, dado que él estaría atrapado en el hospital hasta la mañana siguiente. Ahora se dirigía a su siguiente caso, el de un piloto de carreras español que había sido ingresado tras sufrir un accidente en una colisión con otro piloto. El nombre del paciente era José Agustín Pérez Núñez, y por supuesto, Rodrigo sabía perfectamente quién era. Una vez tuvo un altercado con este muchacho en internet, una pelea que, para ser honestos, no terminó del todo bien.

La disputa que tuvo con el piloto se originó a raíz de una tontería que Pérez había publicado en las redes sociales sobre la salud. Rodrigo, como estudiante de medicina comprometido, no pudo evitar intervenir para defender el tema de la salud. La situación escaló rápidamente hasta convertirse en una amarga discusión, de la cual Rodrigo salió claramente victorioso, pero que, aun así, le dejó un mal sabor de boca. Aunque en su momento se sintió bien por haber ganado, con el tiempo decidió alejarse de las redes sociales debido a la toxicidad que presenciaba en ellas. En su lugar, se concentró más en sus estudios. Sin embargo, los recuerdos de aquella pelea seguían rondando su mente, especialmente debido a su memoria fotográfica, un don que a veces desearía no tener. Esa capacidad le traía imágenes imborrables, como las de ese incidente y otras que también le dejaban una sensación desagradable.

Rodrigo respiró hondo mientras se acercaba a la habitación de Agustín. Las luces del pasillo parpadeaban ligeramente, creando sombras danzantes que se mezclaban con sus pensamientos inquietos. A pesar de su evidente profesionalismo, la idea de estar frente a su antiguo oponente lo llenaba de un nerviosismo que él mismo no entendía. ¿Qué diría si lo reconocía? ¿Cómo lo trataría?

Al llegar a la puerta de la habitación, tocó suavemente antes de entrar. El interior estaba iluminado con luces suaves, y el olor a desinfectante era abrumador. Agustín yacía en la cama, con una venda en la cabeza y una expresión de dolor en su rostro. Rodrigo sintió un leve retortijón en el estómago. Sabía que aquel muchacho había sido realmente necio, y aunque sus argumentos en el pasado le habían provocado frustración, no era para desearle algo como esto. Al verlo en ese estado, un sentimiento de compasión lo invadió.

—Buenas noches, Agustín —dijo Rodrigo, manteniendo un tono profesional y sereno mientras lo miraba.

Agustín levantó la mirada, sorprendido. Su rostro se iluminó con un destello de reconocimiento, y una mueca de dolor se transformó en una ligera sonrisa nerviosa, antes de desviar la mirada rápidamente.

 PRETTY PLEASE                                                        _Rodriván_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora