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El día era extremadamente frío, con fuertes y gélidas ráfagas de viento que hacían imprescindible llevar abrigo, guantes, bufanda y gorro

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El día era extremadamente frío, con fuertes y gélidas ráfagas de viento que hacían imprescindible llevar abrigo, guantes, bufanda y gorro. Era un clima que invitaba a quedarse en casa o a mantenerse en movimiento para conservar el calor corporal.

En la cafetería del barrio, Rodrigo disfrutaba de un Irish coffee, un tipo de café hecho con espresso, whisky y espuma de leche, acompañado de churros. Estaba sentado en una de las mesas del piso superior, que le ofrecía una hermosa vista del exterior. Aprovechaba su descanso de treinta minutos fuera del hospital, buscando un momento de tranquilidad y un café decente. Llevaba un mes bebiendo el café del hospital, y ya estaba harto de su sabor insípido. Por eso decidió regresar a su cafetería de confianza, donde sabía que encontraría algo mejor. Estaba solo, pero se sentía a gusto con la soledad, sin ninguna queja.

Mientras Rodrigo disfrutaba de su Irish coffee y del momento tranquilo, notó de reojo que alguien subía por las escaleras de la cafetería. Era Angie Velasco, su colega, con su característico cabello azul, largo y suelto esta vez, que destacaba sobre el suéter blanco que llevaba. La mujer lo vio enseguida, esbozando una sonrisa cálida antes de dirigirse a su mesa.

—¿Te molesta si me siento contigo? —preguntó Angie al detenerse junto a la mesa, sosteniendo su propio café, un Lungo.

Rodrigo levantó la vista de su taza, un poco sorprendido, pero sin que le molestara. Dejó su café sobre la mesa y sonrió levemente.

—Claro, siéntate —dijo mientras señalaba la silla frente a él—. ¿Quién te dijo que iba a estar aquí? Nunca venís a esta cafetería, siempre vas a las otras.

Angie se sentó con una sonrisa traviesa, tomando un sorbo de su Lungo antes de responder.

—Me lo dijo Nicole, tu compañera —comentó, observando la reacción de Rodrigo con curiosidad.

Rodrigo soltó un suspiro, inclinándose hacia atrás en su silla como si acabara de recibir una traición inesperada.

—Claro, Nicole... —murmuró con un tono resignado, mirando su café—. No puedo confiarle nada, siempre termina revelando la mayoría de mis pequeños refugios.

Angie soltó una pequeña risa, divertida por la situación.

—No lo tomes tan mal. Quizás pensó que te haría bien tener compañía. Además, a ella también le gusta este lugar.

Rodrigo la miró de reojo, sin poder evitar sonreír un poco.

—Es que uno intenta encontrar su rincón tranquilo y, de repente, todos lo descubren. Es realmente frustrante —dijo en tono exagerado, aunque el brillo en sus ojos mostraba que no estaba realmente molesto—. Pero es bueno de vez en cuando tener algo de compañía, y me alegra que sea contigo, Angie.

Angie dejó su taza sobre la mesa y le sonrió de manera amistosa antes de acomodarse un poco el cabello.

—Exactamente. Supongo que viniste aquí para tomar un buen café, no como el del hospital, que es realmente horrible —dijo Angie con una sonrisa mientras lo miraba—. Y vaya que elegiste un buen café, Irish coffee... realmente te quieres levantar, ¿eh?

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⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

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 PRETTY PLEASE                                                        _Rodriván_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora