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El día, como siempre, estaba cubierto de nubes grises, pero esta vez traía consigo una lluvia fría y brusca, haciendo que salir fuera horrible y el ambiente más oscuro de lo habitual

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El día, como siempre, estaba cubierto de nubes grises, pero esta vez traía consigo una lluvia fría y brusca, haciendo que salir fuera horrible y el ambiente más oscuro de lo habitual. El viento soplaba con intensidad, trayendo consigo un aire gélido que calaba hasta los huesos, intensificando la sensación de frío en aquel día ya de por sí miserable.

Rodrigo se ajustaba su largo piloto de color azul oscuro, asegurándose de que cada botón estuviera bien cerrado. Su expresión reflejaba una mezcla de nerviosismo y tristeza. Por un lado, estaba ansioso por lo que estaba por venir, pero por otro, se sentía triste por dejar a su familia.

Sin embargo, no dejó que ese sentimiento lo dominara ahora. Había pasado los últimos días en Bahía Blanca disfrutando de buenos momentos con su familia y amigos. Con esos recuerdos en mente, la tristeza fue reemplazada por una cálida nostalgia.

Ahora, estaba preparándose para dejar su ciudad y dirigirse a Capital. Sus pertenencias estaban ordenadamente guardadas en cajas, cada una cuidadosamente etiquetada. Su fiel felino, en su transportín, esperaba pacientemente, al igual que su dueño, a que Angie llegara para recogerlos.

Angie se había ofrecido a llevar personalmente a Rodrigo con sus cosas hasta Capital, y eso le agradaba al joven. Sentía que esta sería una oportunidad para conocer mejor a la joven.

Rodrigo, después de terminar de abrocharse su piloto, miró a través de la ventana, observando cómo las gotas de lluvia golpeaban rítmicamente el cristal, creando patrones caóticos que solo añadían más melancolía al momento, un sentimiento que intentaba evitar. No era la primera vez que dejaba la ciudad, pero aquellos fueron solo días, mientras que esta vez parecía una despedida definitiva, lo cual se sentía raro. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir cómo alguien le agarraba el cuello y luego movía su cabellera de manera rápida.

Rodrigo se sobresaltó, pero sonrió levemente al darse cuenta de que era su hermano mayor, Lucas, quien estaba allí para ayudarlo con las cajas y, de paso, evitar que se pusiera demasiado melancólico.

Rodrigo se giró, encontrándose con la sonrisa traviesa de Lucas, quien, a pesar de ser tres años mayor, siempre encontraba la manera de molestarlo como si fueran niños otra vez.

—Vas a despeinarme, Lucas —dijo Rodrigo, soltando una pequeña risa mientras se arreglaba el cabello desordenado.

—Bah, con este viento ni aunque lo intentes vas a mantenerlo en su lugar —replicó Lucas, con una risotada que resonó en la habitación casi vacía. Luego, su tono se suavizó—. Estás nervioso, ¿no?

El joven Carrera asintió lentamente, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros, y soltó un suspiro profundo.

—Un poco. No pensé que fuera tan... Complicado dejar todo esto atrás. Bahía Blanca ha sido mi hogar por tanto tiempo y pensar en lo que viene... Es abrumador, Lucas —respondió Rodrigo, para luego mirar hacia abajo, pero no lo hizo al sentir la mano de su hermano en su hombro derecho.

 PRETTY PLEASE                                                        _Rodriván_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora