El ambiente en la casa estaba tenso, y Noeul lo sentía en cada paso que daba. Desde el otro lado de la sala, Boss se veía abrumado por una mezcla de frustración y enojo. Llevaba días en esa situación, perdiendo poco a poco la paciencia por los problemas que enfrentaba. Era evidente que algo más lo estaba consumiendo por dentro.Boss se encontraba mirando la ventana, con la mandíbula tensa. Noeul, temeroso de acercarse, decidió intentarlo de todas formas.
—¿Boss? —dijo con voz suave, esperando no encender más su furia—. ¿Qué está pasando?
Boss se giró lentamente, su mirada fría y llena de rabia reprimida. Su respiración era pesada, y antes de que Noeul pudiera reaccionar, Boss ya había dado unos pasos hacia él.
—¿Qué está pasando? —repitió, pero esta vez con un tono mucho más grave—. ¡Todo está mal, Noeul! ¡Todo! ¡Nada en mi vida está funcionando! Y tú aquí... como si nada estuviera pasando, como si todo fuera perfecto.
Noeul frunció el ceño, herido por las palabras de Boss, pero intentó mantener la calma. Sabía que el enojo de Boss estaba fuera de control, y tenía que ser cuidadoso.
—Lo siento si no he estado al tanto, pero... podemos resolver esto juntos, Boss. No tienes que enfrentarlo solo.
Boss apretó los puños, su ira desbordándose. Dio un golpe fuerte contra la pared, haciendo que Noeul retrocediera con miedo. El sonido del impacto resonó por toda la habitación, y el silencio que siguió fue aún más ensordecedor.
—¡Resolverlo juntos! —gritó Boss, sin voltear a verlo—. ¡No entiendes! ¡Siempre estás diciendo lo mismo, pero no cambia nada! ¡Esto es mi problema, y estoy perdiéndolo todo!
Noeul intentó acercarse, con la mano temblorosa, pero cuando lo tocó, Boss lo apartó bruscamente, sin siquiera pensar en la fuerza con la que lo empujó. Noeul tropezó hacia atrás, cayendo contra el sofá.
—¡Basta, Boss! ¡Por favor, cálmate! —exclamó Noeul, su voz quebrándose por la angustia. Boss lo miró por un momento, su expresión cambiando de ira a algo mucho más oscuro. Respiraba pesadamente, y parecía que luchaba con él mismo, entre la furia que lo controlaba y el arrepentimiento que empezaba a aparecer.
—Noeul, no entiendes... —dijo en un tono más bajo, casi derrotado—. Siento que estoy fallando en todo. No sé cómo... manejar esto. No sé qué hacer.
Noeul se incorporó lentamente, sin apartar los ojos de Boss. El miedo y la preocupación lo envolvían, pero sabía que no podía dejar que la situación empeorara.
—Entonces, déjame ayudarte —susurró Noeul, acercándose de nuevo—. No tienes que cargar con todo tú solo. Somos una familia, Boss. No puedes destruirnos por esto.
Boss bajó la cabeza, con las manos temblando. Sabía que Noeul tenía razón, pero su mente estaba nublada por el enojo, por la frustración. A pesar de todo, no quería perder lo que aún le quedaba.
—No sé cómo arreglar esto... —admitió, su voz llena de vulnerabilidad.
Noeul, sin dudar, lo abrazó, intentando calmarlo, a pesar del miedo y el dolor. Sabía que, por mucho que Boss estuviera roto, tenía que mostrarle que no estaba solo, que aún había esperanza de sanar lo que parecía imposible de salvar.
Boss respiraba entrecortadamente, aún sintiendo la ira arremolinándose dentro de él, pero algo en el abrazo de Noeul lo anclaba a la realidad. Era un recordatorio de lo que aún tenía, de lo que había estado a punto de destruir.
Noeul lo sostenía fuerte, con lágrimas cayendo por su rostro. No podía evitar llorar; todo había sido demasiado. Entre la presión de mantener su vida estable para Seojun y el constante miedo de los estallidos de ira de Boss, Noeul sentía que su propio límite estaba cerca. Pero ahí estaba, aferrado a él, porque sabía que, en el fondo, Boss no era ese hombre consumido por la furia.
Boss al fin permitió que sus brazos se movieran, envolviendo a Noeul en un abrazo tembloroso. Era la primera vez en mucho tiempo que se dejaba ser vulnerable, que admitía que no podía manejar todo solo.—Perdóname... —susurró, con la voz quebrada, mientras bajaba la cabeza al hombro de Noeul—. No quería lastimarte... ni a ti, ni a Seojun. Yo solo... no sé qué hacer con todo esto.
Noeul apretó sus manos en la espalda de Boss, tratando de darle algo de consuelo.
—No tienes que saberlo ahora, Boss —respondió suavemente, aunque su propia voz también temblaba—. Pero tenemos que trabajar en esto, por nosotros, por Seojun. No quiero perderte, pero no puedo seguir así.
Boss se apartó un poco para mirarlo a los ojos, y por primera vez en mucho tiempo, sus ojos no mostraban solo ira. Había un cansancio profundo, una tristeza que lo había estado consumiendo desde hace meses. Pero también había arrepentimiento.
—No te voy a perder otra vez —dijo Boss, con una convicción que casi sonaba desesperada—. Prometo que voy a cambiar, Noeul. No sé cómo, pero lo haré.
Noeul asintió, aunque no pudo evitar la duda que seguía en su pecho. Lo amaba, pero las promesas de cambio siempre eran más fáciles de decir que de cumplir. Sin embargo, le dio una pequeña sonrisa, sabiendo que este era un primer paso.
—Empecemos por esto, juntos —dijo Noeul, mientras acariciaba la mejilla de Boss—. Pero quiero que hables con alguien. Necesitas ayuda, Boss, de verdad. No podemos hacerlo solos.
Boss no respondió de inmediato, pero al ver la seriedad y el dolor en los ojos de Noeul, supo que tenía que aceptar. Por mucho que quisiera hacerlo todo solo, era claro que esa forma de actuar lo había llevado al borde de perder todo.
—Lo haré —aceptó finalmente, su voz llena de cansancio—. Lo haré por ti, por Seojun... por nosotros.
Noeul asintió de nuevo, con la esperanza de que esta vez las cosas fueran diferentes. Ambos estaban agotados por la lucha constante, pero al menos, esta vez, estaban dispuestos a intentarlo juntos.Seojun, ajeno a lo que había sucedido en la casa, llegó corriendo desde su habitación. Sin entender lo que había pasado, se acercó y se acurrucó entre ellos en la cama, con una sonrisa en su rostro.
—¿Mami, papi? —preguntó inocentemente—. ¿Todo está bien?
Boss y Noeul compartieron una mirada. Noeul sonrió mientras acariciaba el cabello de su hijo, y Boss, con los ojos llenos de emoción, asintió.
—Sí, Seojun —dijo Boss con un tono más suave—. Todo va a estar bien.
Los tres se quedaron en la cama, unidos por primera vez en mucho tiempo. Aunque el camino hacia la sanación no sería fácil, al menos ahora sabían que estaban dispuestos a caminarlo juntos.
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Emergencia Emocional 2: Cicatrices Del Pasado y ¿Perdón?
Fiksi Penggemar"Han pasado cuatro largos años desde que decidí dejar atrás todo lo que una vez conocí. Aquel tiempo de incertidumbre, miedo y dolor quedó en el pasado. Ahora, estoy en un lugar donde por fin encontré paz y una vida estable junto a mi pequeño...buen...