𝗔𝗟𝗘𝗫𝗔𝗡𝗗𝗥𝗔 (𝟲)

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❄️.ℝ𝕆𝕆𝕄𝕄𝔸𝕋𝔼

—¡Sasha!

Llegué a la academia y en la entrada me recibió Valeria, también estaba llegando con sus maletas, que a diferencia de mi única maleta de mano, ella tenía tres y con ruedas.

—¿No es ella la niña que hizo el salto cuádruple? —Preguntó una mujer parecida a Valeria desde el auto qué trajo a mi amiga.

—¡Si mamá, es asombrosa! —Dijo mientras me abrazaba.

—Creo que exageras, Valeria... —murmuré avergonzada.

La madre de Valeria me miró detalladamente con seriedad, lo que me intimidó bastante.

—Deberían irse niñas, los entrenadores deberían estar esperándolas. —Convidó la madre de Valeria, para despedirse. —Adiós Sasha, un gusto conocerte. Adiós hija...

—¡Adiós mamá, adiós papá! —El auto con los padres de Valeria se marchó, y Valeria los despidió con la mano hasta que los perdió de vista. —¡Los extrañaré mucho!

"Te acostumbrarás." Dije en mis adentros, no quería arruinarle el momento a Valeria con mis desgracias. Ella tomó sus maletas y nos adentramos en la academia mientras conversábamos.

—Oye Sasha, ¿Quién crees que sea nuestro entrenador? —Me preguntó.

—Mmm…no lo sé, solo espero que sea uno bueno.

—¡Vamos, dime uno! —Insistió.

-Pues me pareció simpático el muchacho... amm... ¿Harry? —Dudé, ya que no recordaba el nombre.

—¿Harris Olsen?

—Ese mismo. —Afirmé. —O no lo sé, sinceramente no conozco mucho de este lugar.

—Pues si, él es bueno. —Comentó Valeria. —A mi me gustaría ser una alumna de Talía.

—¿La madre de Diana? —Pregunté sorprendida.

—¡Sí! Ella es una de las mejores entrenadoras de patinaje del mundo. —Expresó ella ilusionada. —Quiero que me enseñe todo lo que se necesita para ser la mejor patinadora de toda Rusia.

—Eres muy buena, seguro te acepta. —La animé y ella me guiñó el ojo.

—Oye... ¿Y haz sabido algo de tu mamá?

—No, nada… —Dije mirando mis pies. —Me parece un poco sospechosa esa tal Anna Dianova.

—¿La entrenadora Dianova? No lo creo, ella siempre estuvo al ojo público. —Añadió Valeria, sin creerlo. —Además de que no se ha comprometido con nadie.

—Quién sabe...

Finalmente llegamos a un grupo donde había varias niñas con sus maletas, entre ellas las que vimos en la audición, incluida Marina Martin con su cara de pocos amigos.

—Muy bien niñas, presten atención. —Una mujer mayor llamó nuestra atención. —Se dirán las compañeras de cuarto.

¿Compañeras de cuarto? ¿En serio? Espero compartir habitación con Valeria al menos, aguanté muchos años durmiendo en la misma habitación que Irina, como para dormir con otra desconocida.

Y cuando hablo de desconocida, me refiero a Marina.

—¿Valeria Radulova?

—¡Sí, soy yo! —Exclamó a mi lado.

—Compartirás habitación con Marina Martin.

—Oh, buuu.... —Abucheé triste. —Yo quería compartir habitación contigo.

—Yo también. —Valeria mostró tristeza por un segundo, para volver a sonreír. —Pero viendo el lado positivo, si estoy con la hija de Talía tal vez esté en su equipo.

Yo volteé los ojos divertida. Tenía razón, tal vez si compartía habitación con Marina, su madre podría fijarse en Valeria.

—¿Alexandra Ivanova?

—¿Sí? —Levanté la mano.

—¿Karina Schurbakova? —Dijo la mujer. —Ustedes compartirán habitación.

—¿Karina? —La busqué con la mirada.

Era la de cuerpo de bailará si mal no recordaba, la chica con el padre que trabajaba en la NASA rusa. Pensaba que al ser una chica rica traería muchas maletas, igual que Valeria.

Para mi sorpresa traía una, lo que no me hizo sentir mal.

—No habla mucho, no creo que te moleste. —Comentó Valeria.

Yo también lo esperaba.

Cuando repartieron todas las habitaciones nos tuvimos que marchar, le deseé buenas noches a Valeria y me dirigí a mi habitación junto a Karina, quien no me habló en todo el camino.

Era una habitación pequeña, pero cómoda, dos camas en cada lado junto a un cuarto de baño y un armario. No podía quejarme, el orfanato era peor.

Karina eligió su cama y yo elegí la contraria, empezamos a desempacar en un silencio demasiado incomodo para mi gusto. Quizás me había acostumbrado al bullicio de Valeria.

Cuando terminé me acosté en mi cama, mirando a Karina qué todavía desempacaba. En eso, me fijé en un oso de peluche marrón acostado sobre su cama.

—¡Que lindo osito! —Dije con ternura

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—¡Que lindo osito! —Dije con ternura.

Karina se exaltó con mi grito, y de inmediato escondió el oso de peluche con la sabana y se hizo la tonta.

—¿Qué oso?

Yo me reí.

—No deberías tener pena. —Traté de convencerla.

—Yo no tengo pena, no sé de que hablas. —Me evadió, obviamente, en vano. —Yo no tengo ningún oso, son para niños pequeños. 

—Jeje... ¿No te sale ser amable, verdad?

Karina no me contestó, continuó ignorándome y al final se puso unos audífonos qué la desconectaron de la realidad. Cada vez que la miraba me reía, porque era obvio que si sacaba el oso de la sabana no podría negarlo, pero decidí dejarla en paz e irme a dormir. Igual, para que no se sienta incómoda saqué el gatito de peluche qué me regalaron y trataría de dormir con él.

Karina podía ser fría, aunque no parecía ser tan mala muchacha como pensé.

—Buenas noches Karina. —Apagué la luz de mi habitación y me acosté en mi nueva cama.

Honestamente no esperaba una respuesta, y aún así, me sentía mejor que en el orfanato. Tenía un buen presentimiento para el día de mañana, podría demostrar todas mis habilidades y aprender nuevas.

No tenía las ilusiones tan altas como Valeria, con patinar yo era feliz.

—Buenas noches...

Escuché el murmullo de Karina y no pude evitar sonreír.

Si, vendría algo mucho mejor.

𝐋𝐀 𝐑𝐄𝐈𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora