𝗔𝗟𝗘𝗫𝗔𝗡𝗗𝗥𝗔 (𝟯)

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❄️. 𝕍𝔸𝕃𝔼ℝ𝕀𝔸

Sentí miedo al entrar a los vestuarios. Si, era el centro de atención, pero de una manera negativa. Todos los patinadores y sus padres comenzaron a verme despectivamente, como una competencia.

La satisfacción que tenía por haber clavado el cuádruple fue reemplazada por miedo de que llegarán a lastimarme. Varios me veían con esa intención.

Solo me arregocijé cruzándome de brazos y me senté en una silla a esperar... lo que sea.

Me dio tiempo de ver mi peluchito, era un gatito gris muy bonito y suave. Aún si no quede seleccionada, me alegra haber ganado algo.

—Grupo tres, son los siguientes. —Dijo la señora de hace un rato, llevándose a los últimos patinadores.

Por su cara de amargada y que no me ha dirigido la palabra delatan que esa señora no es mi madre.

Aunque...

Cuando estaba realizando mi rutina me acerqué al jurado por un momento. Ví a 5 personas: el presentador, dos mujeres y dos hombres, una de las mujeres era pelinegra y tenía una cara de póker. La otra, era una rubia con ojos que transmitían dulzura.

Lamentablemente no pude verla mejor, pues tuve que seguir patinando.

Esa mujer… ¿será mi madre?

—¡Hola! —Gritaron delante de mi.

Yo me exalté del susto, seguía pensando en la rubia del jurado cuando me saludó una chica de mi edad.

—Eh… ¿Hola? —Dije, confundida. 

—Soy Valeria, Valeria Radulova. Vengo de Krasnoyarsk, ¿y tú? —Se presentó mientras me extendía la mano.

—Alexandra Ivanova. —Estreché su mano.

—Mmm… Alexandra es muy largo ¿Te puedo decir Sasha?

—Solo mis amigos me dicen así.

—¿Entonces puedo ser tu amiga? —Sonrió de manera agradable. 

—Claro… —Asentí con timidez.

—¿Puedo? —Valeria señaló el lugar vacío al lado de mi asiento.

—Por supuesto. —Accedí y ella se sentó junto a mí.

—¿Con quién patinas? —Preguntó Valeria.

—Amm… ¿Perdona? —Dije sin entender.

—Tu coach, dah. —Respondió obvia. —¿Quién te enseñó a patinar?

—Pues... aprendí sola. —Confesé, agachando la mirada. —Una que otra persona me ayudaba en la pista, pero todo lo aprendí observando o por mera curiosidad. Es como su nací con este deporte en la sangre.

Diablos Sasha, primera vez que te pones tan sentimental.

—¿O sea que ese salto cuádruple nadie te lo enseñó? ¿Lo aprendiste sola? —cuestionó incrédula. Asentí con la cabeza. —¡No te creo! ¿Y tus padres no te dicen nada?

—Yo... Vivo en un orfanato.

Valeria se mostró incómoda al instante.

—Ay, lo siento…

—Tranquila, no lo sabías. —Deje pasar, sin darle importancia. —En realidad, no sé quién es mi padre, pero mi madre me manda cartas todas las semana.

—¿Cartas? —Dudó Valeria, sospechando. —¿No crees que pueda ser alguien jugando contigo?

—No. Sé que es ella, ella me motivó a patinar y a seguir mis sueños. Incluso por ella estoy aquí, a diferencia de ustedes no sé de qué se trata esta audición... solo sé que, si gano, tendré la posibilidad de saber quien es. —Apenas terminé de hablar, Valeria me miró con los ojos completamente abiertos. —Lo sé, estoy loca...

—No, para nada. A mí me parece perfecto… —Yo la miré confudida, a lo que ella soltó una risa. —Lo sé, estoy loca. —Imitó mi frase, y ambas terminamos riendo. —Lo que trato de decir es, que naciste para este deporte, Sasha. Mereces estar aquí más que yo u otro chico que haya audicionado hoy... hasta eres mejor que Marina Martin.

Yo arrugué el ceño confundida cuando mencionó a la primera patinadora de mi grupo. Justamente, todos se encontraban en la sala C menos ella.

—¿Marina Martin? ¿La chica del vestido rojo? —Valeria asintió. — ¿Por qué ella es tan especial? Digo, apenas la presentaron y la gente le aplaudió como si fuera una estrella del patinaje.

Valeria entrelazó mi mano con la suya, y sin decir palabra alguna me arrastró afuera de la sala C. Nos dirigimos a la pista de hielo donde al parecer audicionaban otros patinadores.

—¿Ves a esa señora del jurado? La delgada, con cabello negro. —Señaló Valeria. —Ella es la madre de Marina, su nombre es Talía Toradze, es una de las mejores entrenadoras de Kambo 60... ¡No, del mundo!

—Ya veo... y esperan mucho de Marina, ¿No? —Asumí, y Valeria me dió la razón.

Continué viendo al jurado, todos lucían realmente serios e intimidades. En eso, la mujer rubia de antes capturó mi atención. Aquella con la que sentí una clase de conexión.

—¿Sabes quién es la rubia de al lado, Valeria?

Ella miró a la dirección que señalé, y luego se puso pensativa.

—Mmm… ella también es entrenadora. —Rebuscaba Valeria en su mente. —Ella se llama, ¿Cómo se llamaba? Creo que Anna... ¡Anna Dianova!

Valeria estaba feliz por haberlo recordado, pero yo solo suspiré decepcionada. Se llama Anna, no Sofya. Esa mujer no es mi madre.

—Oye... ¿Estás bien? —Preguntó Valeria, al notar mi tristeza.

—¡Alessia Carrazzoni: Italia! —Interrumpió el presentador, anunciando a la última patinadora.

—¡Ven Sasha, ya deben buscarnos! —Exclamó.

Juntas regresamos a la sala C, donde todos los patinadores y sus padres esperaban nerviosos. Marina había llegado antes que nosotras, y a diferencia de algunos lucía bastante segura.

Después de un rato esperando, llegó la señora de antes llamando a los grupos.

—¡Grupo uno, vengan conmigo!

Al levantarse, Valeria se tambaleó un poco debido a los nervios.

—¡Dios, en serio quiero quedar! —Expresó apretando los dedos.

—Lo conseguirás, estoy segura. — La animé con una sonrisa.

Aunque no la había visto patinar, si yo llegó a quedar me gustaría tener una amiga junto a mí.

—¡Valeria, vamos! —La llamó su entrenadora.

Ella se despidió con la mano, y yo igual. Me quedé sola mirando a la nada, recostada en el banco con mi peluchito. De repente, a la sala llegaron tres patinadores llorando, directo a abrazar a sus padres o entrenadores.

Si mal no recuerdo, ellos eran del primer grupo, pero no ví a Valeria.

—¡Segundo grupo! -—Dijo la señora. Yo me levanté con mi grupo.

Esperaba clasificar, porque de no ser así, yo no tendría un hombro donde llorar.

𝐋𝐀 𝐑𝐄𝐈𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora