Una vieja deuda

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Zabuza se posó en unos de los árboles que rodeaban al grupo de Konoha. Sus ojos se angostaron al comprobar que, de hecho, eran seis los shinobis que acompañaban al viejo. ¿Pero por qué? ¿Es que acaso las fuentes del Yondaime eran tan buenas que sabían que él estaba allí? ¡Pero si habían mantenido en sumo secreto que trabajaban para Gatou!

¡Maldición! Pero la prueba estaba allí y sus ojos no lo engañaban. Uno de los shinobis era nada más y nada menos que el famoso Hatake Kakashi, el dueño del Sharingan en un solo ojo. Y el otro muchacho... los ojos de Zabuza de abrieron como platos, siendo él un ninja de la Niebla, el Demonio podría reconocer esos puntos en su frente en cualquier lugar, los creía desaparecidos, pero ese muchacho tenía todas las características de los del Clan Kaguya.

¡Doble maldición! Si, al contrario a lo que la gente pensaba, Momochi Zabuza no estaba loco, pero sí era muy arrogante. Sin embargo, viendo a esos dos, más los cuatro Genin que los acompañaban, el ninja con la espada no se engañaba al pensar que los podría derrotar a todos y salir ileso.

Con un gruñido, Zabuza ajustó su espada y se dio media vuelta, para buscar a Haku.

Una vez que lo encontró, el hombre le hizo señas que lo siguiera y ambos saltaron por los árboles, para buscar un lugar bien alejado de donde estaban los ninjas de Konoha.

-¿Qué sucedió, Zabuza-sama?

-Reconocí a los dos adultos.- gruñó.- Si esos dos están en sus plenos poderes... no creo que los pueda tomar yo solo. Deberemos esperar, Haku... esperar a que estén separados y entonces atacar.- una sonrisa malvada de formó en su boca.- Ya lo dice el dicho: "divide y triunfarás".

EN OTRO LUGAR

-¿Falta mucho?

Una vena palpitó en la frente de Sakura y le mandó una mirada fulminante al rubio. Sin embargo, al ver que su Sasuke-kun querido igual de irritado que Naruto, decidió no decir nada.

-No.- gruñó Tazuna.- Ya estamos llegando a mi casa.

Naruto y Gaara miraron lo desoladas que eran las calles de aquel pueblo y a sus mentes les vino la despedida con su papá. Por alguna razón, Harry-tou-chan le había entregado una bolsa con muchos dulces a cada uno y les dijo que lo utilizaran como mejor les parezca. Y ahora, viendo a una niña acercándoseles para pedir algo de comer, ambos sacaron sus bolsas de sus mochilas y le dieron cada uno una barra de chocolate a la niña. No era mucho, pero el chocolate tenía muchas calorías que la mantendrían sin hambre por un buen tiempo.

-Esto es angustioso.- comentó Sasuke.

-Así es.- asintió Kakashi.- Esto es un claro ejemplo que no todos viven como ustedes allá en Konoha. En la vida como shinobi ustedes verán cosas como estas o peores, así que les aconsejo que a partir de ahora vayan endureciendo su corazón.

Los cuatro preadolescentes hicieron gesto de dolor, pero asintieron, entendiendo que no podrían hacer nada por salvar a todo el mundo de la miseria.

Al llegar al fin a la casa de Tazuna, los chicos vieron que, de todas las casas que habían pasado, la de su cliente parecía ser la mejor. Claro, él era el constructor del puente y tenía el dinero que a otros les faltaba, pero él necesitaba esto, para poder terminar con la importante construcción.

-¡Oh, padre! ¡Al fin has llegado!

Una mujer castaña y hermosa se acercó al viejo hombre y lo abrazó con fuerzas. Los shinobis la miraron con curiosidad y cabecearon con cortesía cuando ella los miró.

-Oh... ¿estos son los shinobis que contrataste? Son... bastantes.

Kimimaro carraspeó.

-Uh, bien... estas fueron circunstancias especiales, señora. La cantidad no aumentará el precio.

Pacto Con Shinigami-samaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora