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Draco Malfoy había cambiado. Nadie podía negarlo. Desde la guerra, había algo diferente en él, algo más allá del simple hecho de haber sobrevivido. Estaba más tranquilo, más introspectivo, pero también había un aura que lo rodeaba, una presencia que hacía que las personas no pudieran apartar la vista de él.

Hermione Granger lo había notado desde el primer día que volvieron a Hogwarts para su séptimo año. Al principio, pensó que eran imaginaciones suyas, un resabio de todo lo que habían vivido en la guerra. Pero pronto, los rumores comenzaron a circular. Algunos hablaban en voz baja en los pasillos, otros reían nerviosamente cuando lo veían pasar.

Draco Malfoy era un Veela.

Era una revelación sorprendente, pero no del todo descabellada. Se decía que algunas familias de sangre pura llevaban siglos mezclando su linaje con criaturas mágicas, y los Veela eran conocidos por su poderosa magia y atracción. Draco, como descendiente de una de las familias más antiguas, había heredado esa maldición... o bendición, dependiendo de a quién se le preguntara.

Pero ser un Veela venía con una carga: debía encontrar a su pareja destinada, su alma gemela, o sufriría consecuencias fatales. Y esa era la razón por la que Draco había estado tan callado, tan aislado. Lo que nadie sabía era que ya había encontrado a su pareja. La había identificado casi de inmediato, aunque el reconocimiento le había golpeado como una maldición imperdonable.

Hermione Granger era su alma gemela.

Hermione había comenzado a sentirse extraña en presencia de Draco. Al principio, pensó que era incomodidad, aún tenía presentes las cicatrices emocionales de su historia pasada, pero aquello era diferente. Había algo casi magnético en él, una atracción inexplicable que no podía sacudir.

Una tarde, la situación alcanzó su clímax. Draco había estado evitándola deliberadamente durante semanas, pero finalmente, sus caminos se cruzaron en la biblioteca. Estaban solos, rodeados de libros polvorientos y el eco del silencio. Hermione estaba buscando un volumen de Pociones Avanzadas cuando sintió su presencia antes de verlo.

-Granger -su voz era baja, ronca, como si le costara controlarse.

Hermione levantó la vista, encontrándose con sus ojos grises, que la miraban con una intensidad que la hizo estremecerse. Sabía que algo estaba mal, o tal vez muy bien, pero era imposible no sentir la electricidad en el aire.

-Malfoy, ¿qué quieres? -intentó sonar neutral, aunque su propio corazón latía más rápido.

Draco la miró fijamente, sin pestañear. Por primera vez, Hermione vio una vulnerabilidad en él, una lucha interna que no podía comprender del todo.

-No es lo que quiero -murmuró-. Es lo que necesito.

Hermione frunció el ceño, confundida.

-¿Qué estás diciendo?

Draco dio un paso hacia ella, y la tensión en la sala se volvió insoportable. Había algo primitivo en su mirada, como si estuviera peleando consigo mismo. Sabía que no debía decirlo, que aquello lo cambiaría todo, pero no podía evitarlo.

-Soy un Veela, Granger. Y tú... -vaciló, como si las palabras lo sofocaran-. Eres mi pareja destinada.

El mundo de Hermione pareció detenerse. ¿Qué estaba diciendo? No podía ser cierto. Ella había leído sobre los Veela en los libros, sabía lo que significaba, pero jamás habría imaginado que esto le sucedería a ella, y menos con Draco Malfoy.

-Eso es imposible -susurró, dando un paso atrás.

Pero Draco la alcanzó antes de que pudiera alejarse, su mano se cerró suavemente alrededor de su muñeca. No fue un toque brusco, pero la piel de Hermione se incendió bajo su contacto.

-No lo es -dijo con voz tensa-. Lo he sabido desde el momento en que volví a verte. Pero lo que no sé es cómo manejarlo

Hermione lo miró a los ojos, y por un segundo vio todo el peso de la maldición que llevaba. Estaba atrapado, tanto como ella.

-¿Y qué se supone que haga yo? -preguntó, sintiendo la desesperación crecer dentro de ella.

Draco apretó los dientes, luchando contra la marea de emociones. Sentía los celos arder cada vez que Hermione hablaba con otro chico, cada vez que la veía reír con Potter o Weasley. No podía evitarlo, su naturaleza Veela lo empujaba a protegerla, a reclamarla.

-No puedes hacer nada -murmuró-. Pero yo... no puedo seguir así. Me está destruyendo.

La confesión sorprendió a Hermione. Nunca había visto a Draco tan vulnerable, tan... humano. Y, en el fondo, no podía negar lo que sentía. Había estado luchando contra ello durante semanas, pero ahora, con él tan cerca, con su toque aún ardiendo en su piel, no podía fingir más.

-¿Y qué pasa si yo no...?

-No tienes que hacer nada -interrumpió Draco rápidamente, soltándola y dando un paso atrás como si su control estuviera a punto de romperse-. Pero no puedo evitar lo que soy. Los Veela protegen a sus parejas, las desean con una intensidad que a veces no pueden controlar. Si me rechazas, me iré. Pero no puedo prometer que no te siga queriendo, que no siga... necesitándote.

Hermione se quedó en silencio, asimilando cada palabra. Sabía que Draco no estaba mintiendo. Podía verlo en sus ojos, en la tensión de su cuerpo. Estaba desesperado, pero también respetuoso de sus límites. Y eso era lo que la confundía más. Nunca había pensado que podría sentir algo por él, pero ahora...

-Draco... -susurró, sorprendida por el uso de su nombre de pila-. No sé qué hacer.

Draco cerró los ojos, sintiendo el dolor de su rechazo inminente. Pero entonces, algo cambió. Hermione dio un paso hacia él, acercándose lo suficiente como para que él pudiera sentir su calor. Estaba temblando, pero no de miedo.

-No estoy segura de nada, pero... siento algo. No sé si es la maldición, o si simplemente es... nosotros.

Draco abrió los ojos, viéndola tan cerca, tan real. No había rechazo, no había odio. Solo duda, pero también... deseo. Se permitió, por primera vez en mucho tiempo, un atisbo de esperanza

-Entonces, Granger -dijo con una leve sonrisa en los labios-, ¿me darás una oportunidad?

Hermione no respondió con palabras. Simplemente cerró los ojos, y cuando Draco la besó, todas las preguntas quedaron suspendidas en el aire.

Había mucho que resolver, muchas heridas que sanar. Pero, en ese momento, bajo el hechizo de la luna que brillaba a través de las ventanas de la biblioteca, Draco Malfoy y Hermione Granger encontraron algo que ninguno de los dos había estado buscando, pero que ambos necesitaban desesperadamente: el amor

 "El vínculo del Veela"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora