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Hana se acomodó en su nueva habitación, todavía asombrada por la belleza que la rodeaba. Las paredes de un suave rosa claro y las cortinas blancas danzaban suavemente con la brisa que entraba por la ventana. La azotea ofrecía una vista del jardín que parecía sacado de un cuento de hadas, con una fuente de agua que chisporroteaba entre rosas en plena floración. Se acercó a la mesita de noche y tomó la rosa que allí reposaba, inhalando su dulce fragancia. Era un aroma que evocaba paz y nostalgia.
-Espero que te guste -dijo la señora mayor, interrumpiendo sus pensamientos.
-Es muy linda -respondió Hana, aún absorta en la rosa-. Disculpe que le pregunte, pero... ¿cómo le digo?
-Soy la nana de Jimin, Taehyung y principalmente de Jungkook -contestó con una sonrisa cálida-. Puedes llamarme "nana".
-¿No están muy grandes para tener una nana? -preguntó Hana, sintiéndose un poco avergonzada.
-Lo sé, pero he cuidado a esos tres jóvenes desde que eran niños -replicó la nana, con un brillo nostálgico en sus ojos.
-Y... ¿dónde están los señores Jeon? -inquirió Hana, sintiendo una mezcla de curiosidad y respeto.
La expresión de la nana cambió, tornándose más seria.
-Bueno, la madre del joven Jeon murió cuando él apenas tenía siete años y su padre tres meses después de la muerte de su esposa -dijo con tristeza.
-Lo siento, no debí haber preguntado -dijo Hana, sintiéndose mal por tocar un tema tan delicado.
-No tenías cómo saberlo -respondió la nana, sonriendo de nuevo-. Ahora, toma un baño y después duerme; debes estar muy cansada.
Salió de la habitación, dejando a Hana sola con sus pensamientos.
Al entrar al baño, Hana se sorprendió nuevamente. Era tan hermoso como el resto del cuarto: blanco con toques dorados que brillaban suavemente bajo la luz. La ducha y la bañera eran invitantes, y los estantes estaban llenos de productos para el cuidado de la piel y el cabello. Decidida a relajarse, llenó la bañera y mientras esperaba, decidió explorar el clóset.
Al abrirlo, se dio cuenta de que era enorme. Comenzó a sacar ropa y a organizarla, pero parecía que el clóset nunca se llenaría. Al cerrar la puerta del clóset, se dirigió al baño. La bañera ya estaba llena; cerró la llave y comenzó a desvestirse. Una vez dentro del agua tibia, se sumergió por completo, dejando que el estrés del día se desvaneciera.
Mientras tanto, en la sala, Jimin, Taehyung y Jungkook conversaban con la nana.
-¿Le gustó su habitación? -preguntó Taehyung.
-Sí, ahora mismo debe estar bañándose -respondió la nana, desviando su mirada hacia Jungkook-. Han pasado años y sigue siendo la misma niña linda e inocente que era.
-Sí -asintió Jungkook, con una expresión melancólica en su rostro.
-¿Cuándo le diremos la verdad? -preguntó Jimin, mirando a los demás con preocupación.
-El doctor dijo que ella lo iba a recordar sola -explicó la nana-. Recuerden que no hay que forzarla; si lo hacemos, podría sufrir un colapso y perder la memoria por completo o...
-No lo digas -interrumpió Taehyung, inquieto.
Jungkook se puso de pie de repente.
-¿A dónde vas? -le preguntó Jimin.
-Iré a dormir -contestó Jungkook con tono apagado.
Subió las escaleras y se detuvo frente a la puerta de Hana. Abrió lentamente y encontró a Hana profundamente dormida. Para él, seguía siendo aquella niña hermosa de cabello largo y labios carnosos. Un torrente de emociones lo invadió: nostalgia, ternura y un profundo deseo de protegerla. Cerró la puerta suavemente y se dirigió a su habitación, sintiendo que el pasado y el presente estaban más entrelazados que nunca.
La noche avanzaba y en el silencio del hogar se tejían historias de amor, pérdida y esperanza. Mientras Hana dormía plácidamente en su habitación rosa claro, los recuerdos comenzaban a despertar en el corazón de aquellos que una vez fueron su familia.
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𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐂𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐞ú𝐥
RomanceLa historia sigue a Hana, una joven monja que ha pasado toda su vida en un convento, rodeada de la paz y la rutina de su hogar. A sus dieciocho años, la madre superiora decide que es hora de que Hana explore el mundo exterior. A lo largo de la histo...