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Los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana, iluminando la habitación de Hana con un cálido resplandor dorado. Ella se desperezó lentamente, sintiendo la suavidad de las sábanas contra su piel. Aún aturdida por el sueño, se levantó de la cama y se dirigió al baño.
El agua caliente de la ducha la envolvió como un abrazo reconfortante. Mientras se lavaba el cabello, sintió cómo las preocupaciones del día anterior se desvanecían, llevándose consigo la tensión acumulada. Se miró en el espejo y sonrió al ver su reflejo: el cabello aún húmedo caía en suaves ondas sobre sus hombros.
Al salir del baño, se acercó al clóset. Abrió las puertas y comenzó a elegir su atuendo. Se puso una ropa interior delicada y luego optó por una saya rosa claro que le llegaba justo debajo de la rodilla, combinándola con una blusa blanca de mangas largas que le daba un aire fresco y elegante. Al salir del clóset, notó que en la mesita de noche había una rosa. La tomó entre sus manos y la olfateó; desprendía un aroma aún más dulce que la noche anterior.
Con una sonrisa, se echó un poco de perfume y dejó caer su cabello suelto, sintiéndose lista para comenzar el día. Al abrir la puerta, se encontró de frente con Jungkook, quien estaba saliendo de su habitación.
—¡Buenos días, joven Jeon! —dijo Hana, inclinándose ligeramente hacia adelante.
—Buenos días, Hana. Me puedes llamar Jungkook —respondió él con una sonrisa amable.
—Sí, joven Jeon —replicó Hana, sintiéndose un poco nerviosa.
—Hana —dijo él, con un tono más firme pero amigable—.
—Lo siento, sí, Jungkook —respondió ella, sonrojándose.
—Así está mejor —dijo Jungkook mientras ambos bajaban juntos las escaleras hacia la cocina.
Al llegar, encontraron a Jimin, Taehyung y la nana en plena conversación.
—¡Buenos días! —saludó Hana con entusiasmo.
—¡Buenos días! —respondió Jimin con una sonrisa.
—Buenos días, Hana —dijo Taehyung mientras le ofrecía un vaso con jugo.
—¿Dormiste bien? —preguntó la nana con una mirada cálida.
—Sí —respondió Hana, pero dio un brinco cuando escuchó una voz femenina llamando a Jimin.
—¡Rose! —exclamó Jimin al ver a su novia acercándose.
—Aquí están —dijo Rose, deteniéndose detrás de Hana—. ¡Qué cabello más lindo! —añadió mientras tocaba suavemente las ondas de Hana.
—Gracias —respondió Hana, sonrojándose aún más.
—Soy Rose y soy la novia de Jimin —dijo mientras miraba a Hana de pie a cabeza.
—Yo soy Hana y vengo de un convento —se presentó con timidez.
—¿De un convento? —preguntó Rose, sorprendida.
—Sí —intervino Jimin—. Y mi beso… —le dijo a Rose, quien le dio un suave beso en los labios.
—Qué bueno verte —dijo la nana a Rose, abrazándola con cariño.
—Igualmente, nana —respondió Rose antes de volverse hacia los chicos—. Bueno, como sé que ustedes no tienen nada que hacer, ¿por qué no nos vamos de viaje?
—Rose, no podemos ir —dijo Jimin con un tono serio.
—Entonces me llevo a Hana —anunció Rose con una sonrisa pícara.
—¿Mmm? —dijo Hana, sin saber qué decir ante la repentina propuesta.
—No quieres ir conmigo de viaje —le preguntó Rose—. Además, sería una buena oportunidad para conocernos más.
—Es una buena idea —asintió la nana con aprobación.
—¿Cuándo sería el viaje? —preguntó Jungkook, curioso.
—La semana que viene —respondió Rose con entusiasmo.
—¿Y a dónde? —preguntó Taehyung.
—Todavía no lo sé —contestó Rose con una sonrisa traviesa—. Pero tengo un lugar en mente.
—¿Y cuál es? —insistió Jimin.
—Se los diré el día antes del viaje.
—Entonces irán —preguntó la nana a los chicos.
—Sí —respondió Jungkook mientras salía de la cocina.
Cuando Jungkook pasó junto a Hana, ella lo miró detenidamente y todavía no podía creer lo hermoso que era.
—Hana —la llamó Rose, sacándola de sus pensamientos—. ¿Quieres ir de compras conmigo?
—¡Sí! —respondió Hana emocionada; nunca había ido de compras antes.
Más tarde, en el centro comercial, Rose sostenía un vestido rojo vino muy corto entre sus manos.
—Hana, esto te quedaría bien —dijo Rose con entusiasmo.
—No, no puedo ponerme eso —negó Hana con la cabeza, sintiéndose incómoda solo de pensarlo.
—Vamos, seguro te queda muy bien —insistió Rose mientras entregaba el vestido a una dependienta—. Dale, ve a probártelo.
Hana entró al vestidor y se quitó la ropa que llevaba puesta. Al ponerse el vestido, sintió que le quedaba demasiado corto y mostraba más de lo que estaba dispuesta a enseñar.
—Hana estás… —Rose entró al vestidor y quedó con la boca abierta al ver a Hana con el vestido—. ¡Te queda muy bien! ¡Lo llevaremos!
Hana iba a protestar cuando se dio cuenta de que Rose ya no estaba allí. Al mirar el precio del vestido, casi se desmaya; era exorbitante. Así que rápidamente se puso su ropa y salió del vestidor.
—Rose, esto es muy caro —dijo entregándole el vestido a su amiga.
—No te preocupes —respondió Rose mientras le mostraba una tarjeta negra—. Esta tarjeta es para ti.
—¿Para mí? —preguntó Hana confundida.
—Sí, así que vamos a seguir con las compras —dijo Rose mientras tiraba de ella hacia la siguiente tienda.
Y así fue como Hana pasó un día lleno de risas y compras junto a Rose, descubriendo un nuevo mundo lleno de colores y posibilidades en el bullicioso corazón de Seúl.
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𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐂𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐞ú𝐥
عاطفيةLa historia sigue a Hana, una joven monja que ha pasado toda su vida en un convento, rodeada de la paz y la rutina de su hogar. A sus dieciocho años, la madre superiora decide que es hora de que Hana explore el mundo exterior. A lo largo de la histo...