La historia sigue a Hana, una joven monja que ha pasado toda su vida en un convento, rodeada de la paz y la rutina de su hogar. A sus dieciocho años, la madre superiora decide que es hora de que Hana explore el mundo exterior.
A lo largo de la histo...
Hana respiraba profundamente mientras caminaba hacia la playa, el sonido de las olas rompiendo en la orilla llenaba el aire con una melodía relajante. A su lado, Rose reía y bromeaba con los chicos, pero Hana no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en la habitación. Dormir con Jungkook era algo que nunca había imaginado, y la idea le provocaba una mezcla de emoción y nerviosismo.
-¡Mira esa vista! -exclamó Taehyung, señalando hacia el horizonte donde el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas.
Hana levantó la vista y sonrió. Era realmente hermoso. Sin embargo, su mente seguía divagando hacia Jungkook. ¿Qué pasaría si se sentaban demasiado cerca? ¿Y si accidentalmente se tocaban? La sola idea la hacía sonrojar.
-¿Te encuentras bien? -preguntó Jungkook, notando su expresión distante.
-Sí, solo... estoy disfrutando del paisaje -respondió Hana, evitando su mirada. Rose, que estaba al otro lado, se dio cuenta de la tensión entre ellos y decidió intervenir. -¡Vamos a jugar a algo! ¿Qué tal un partido de voleibol en la playa?
-¡Sí! -gritaron Jimin y Taehyung al unísono.
-Yo no sé jugar -dijo Hana, un poco insegura.
-No te preocupes, solo diviértete. Te enseñaremos -le aseguró Jungkook con una sonrisa alentadora.
Mientras se preparaban para jugar, Hana sintió que la emoción empezaba a desplazar sus nervios. Se unió al equipo de Rose, mientras que Jungkook y Taehyung formaban pareja. El juego comenzó y pronto se llenó de risas y gritos de ánimo. Hana se sorprendió al descubrir que disfrutaba más de lo que había anticipado.
Después de un rato jugando, todos se sentaron en la arena para descansar. Hana miró a su alrededor, observando a sus amigos riendo y disfrutando del momento. En ese instante, sintió una profunda conexión con ellos, como si nada pudiera arruinar ese día perfecto.
-Hana, ven aquí -llamó Jungkook, señalando un lugar junto a él en la arena.
Hana dudó un momento antes de acercarse. Se sentó, sintiendo cómo su corazón latía más rápido al estar tan cerca de él. Jungkook le sonrió y le pasó una botella de agua.
-Aquí, tómate un poco. Te ves un poco roja -dijo él, haciéndola reír.
-Es por el sol -respondió ella, tratando de restarle importancia.
La tarde avanzaba y el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. Rose se levantó y propuso hacer una fogata en la playa para disfrutar de la noche.
-¡Genial! -exclamó Jimin-. Yo puedo encenderla.
Mientras Jimin se encargaba de preparar la fogata, Hana ayudó a Rose a reunir algunas piedras y madera. Jungkook se quedó cerca, observándola con una sonrisa.
-Te ves bien disfrutando de esto -le dijo cuando se dieron un momento a solas.
-Gracias -respondió Hana, sintiendo mariposas en su estómago-. No pensé que me gustaría tanto estar aquí.
Poco después, la fogata comenzó a arder, iluminando sus rostros con un cálido resplandor. Todos se sentaron alrededor, compartiendo historias y risas mientras el cielo se oscurecía y las estrellas comenzaban a brillar.
-¿Alguna vez han visto una estrella fugaz? -preguntó Taehyung mientras miraba hacia arriba.
-Nunca -respondió Hana-. ¿Creen que podamos ver alguna esta noche?
-¡Claro! Solo necesitamos desearlo -dijo Rose mientras todos cerraban los ojos por un momento.
Jungkook se giró hacia Hana, su voz suave. -Si ves una estrella fugaz, ¿qué pedirías?
Hana pensó por un momento antes de responder: -Pediría que este momento nunca termine.
Jungkook sonrió ampliamente y sus ojos brillaron bajo la luz del fuego. -Eso es un buen deseo.
La noche continuó llena de risas, historias y promesas de nuevas aventuras. Mientras Hana miraba a su alrededor, se dio cuenta de que no solo había llegado a un nuevo país; había encontrado un nuevo hogar entre sus amigos. Y aunque aún le inquietaba compartir una habitación con Jungkook, sabía que era solo el comienzo de algo especial.
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