Sombras del Pasado

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Hana se encontraba en el baño, sintiendo cómo su estómago se revolvía. Había sido una noche de risas y diversión, pero la curiosidad de probar un poco de la bebida de Rose había resultado ser un error. Con cada sorbo, la sensación de euforia se había transformado en mareo, y ahora estaba allí, arrodillada frente al inodoro, vomitando lo poco que había ingerido.

Después de unos momentos que parecieron eternos, logró levantarse. Se acercó al lavabo y dejó que el agua fría fluyera sobre su cara. Al mirarse en el espejo, se encontró con una imagen que no reconocía: su piel pálida, sus ojos desorbitados y llenos de miedo. En ese instante, recordó el convento. Aquel lugar que fue su hogar durante toda su vida, tenía hermosos recuerdos de el, donde los llantos se habían convertido en risas, y donde había aprendido que el amor era parte de la vida. Las memorias de aquel lugar la llenaron de felicidad pero fueron ahogadas por un repentino y fuerte dolor de cabeza que la hizo tambalear.

El mundo a su alrededor comenzó a girar y, antes de que pudiera reaccionar, se desmayó. Su cuerpo cayó al suelo y su cabeza golpeó el borde del lavamanos, dejando un rastro de sangre que contrastaba con el blanco cerámico.

***

Mientras tanto, en la mesa, los chicos seguían conversando despreocupadamente. Jungkook llegó justo a tiempo para notar la ausencia de Hana.

-¿Dónde está Hana? -preguntó, frunciendo el ceño.

Los demás se miraron entre sí, confundidos.

-Ella estaba sentada ahí -dijo Rose, señalando el lugar vacío-, pero... no sé a dónde habrá ido.

-¿Cómo que no sabes? -replicó Jungkook, su voz cargada de preocupación.

-Me entretuve por un momento -respondió Rose, sintiendo una punzada de culpa-. Lo siento.

-La buscaremos -dijo Taehyung con determinación.

Los chicos comenzaron a buscarla por todo el lugar. Rápidamente, la inquietud se apoderó de ellos. Jungkook fue el único que sintió la urgencia de ir al baño. Al abrir la puerta, su corazón se detuvo al ver a Hana en el suelo, rodeada de sangre.

-¡Hana! -gritó, corriendo hacia ella.

La recogió entre sus brazos con cuidado, sintiendo cómo su cuerpo era ligero y frágil. La llevó rápidamente a su habitación y la recostó en la cama. Sin perder tiempo, sacó su teléfono y llamó a los demás.

-La encontré -dijo con voz temblorosa-. Está sangrando.

Las voces de sus amigos resonaron al otro lado de la línea, llenas de preocupación y prisa. Mientras hablaba, su mente no podía dejar de pensar en lo que había sucedido. Una vez colgado el teléfono, llamó a uno de sus hombres para que le consiguiera un doctor lo más rápido posible.

Cuando terminó la llamada, se volvió hacia Hana, que yacía pálida en la cama. Se acercó a ella y tocó delicadamente su mejilla con los dedos.

-No te dejaré más sola -susurró con voz suave y llena de promesas-. No te volveré a perder.

Mientras esperaba la llegada del doctor, Jungkook se sentó en el borde de la cama, sintiendo que cada segundo que pasaba era una eternidad. El miedo lo invadía; no solo por lo que le había sucedido a Hana, sino también por los recuerdos que esa noche había traído consigo. Sabía que debía protegerla, no solo de los peligros externos, sino también de los demonios del pasado que acechaban en su mente.

La oscuridad podía ser abrumadora, pero él estaba decidido a ser su luz.

La oscuridad podía ser abrumadora, pero él estaba decidido a ser su luz

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𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐂𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐞ú𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora